A vueltas con el sexo y el mosén

 

 

 

Siempre me ha emocionado la intensidad con la que los mosenes de todas las religiones, se han preocupado de la utilización que la feligresía ha hecho de sus bajos, y lo que es más interesante, como buscan adoctrinar en el sentido que sea más fácil luego el manejo incondicional de sus acólitos.

Ninguna de las creencias que han caído entre mis manos, han recomendado el amor libre…chicos, chicas, haced con vuestros bajos lo que os venga en gana. Sed luego consecuentes con las secuelas de vuestra actitud, eso sí, pero haced lo que os venga en gana, cuando os venga en gana, dentro del código penal vigente.

Que nadie piense, que por amor libre entiendo nada fuera de la relación mutuamente aceptada entre dos adultos, en plena posesión de todas sus facultades, aunque luego iremos a ello.

El último mosén que nos ha venido a los papeles, parece que utiliza aquel bello axioma de amor y sexo, juntitos, con mirada posterior a los ojos, mientras se enciende el cigarrillo postcoital. (¿será por eso el anuncio tremebundo de las cajetillas de tabaco, de que el uso mata?).

Coñas aparte, sin quedarme con ninguno de los dos prefiero a Master y Johnson, que al padre Ripalda o a Michael Quoist.

Los primeros, de alguna forma, llegan a proponer un sexo, digamos técnico, la búsqueda del punto B.B. (bizqueo y babeo), del contaje en una buena hoja de cálculo, de las veces, el éxito conseguido, el manejo de supuestas anomalías, la conveniencia estadística de la masturbación…..la introducción (perdón) de nuevas posiciones, desarrollo de fantasías, y al final de todo esto, y con el manual en la mano, algunas chapuzas monumentales se ahorraría la peña, y de paso unas venéreas, que como es sabido siempre hay que negarlas de entrada.

Los otros directamente te quitan las ganas…¡Objetivo conseguido!.

Lo que, en principio, han constatado las religiones, es que la práctica del sexo, (y no mires con quién), puede desviar a la parroquia de un supuesto interés por lo trascendente, y de las soluciones, que para el control de la feligresía nos ofrecen los chamanes de nuestras tribus.

Creo honradamente, que nuestros mosenes, necesitarán aún varios siglos para evolucionar en función de los cambios que nuestra sociedad está llevando a cabo de forma vertiginosa.

Creo, por ejemplo, que se necesita una guía eclesiástica a nivel multireligioso, incluyendo Papas, Popes, Muftíes, Sintos, Lamas, Reina de Inglaterra, Chamanes varios, e incluso poseedores de sus propias iglesias con programas televisivos en cadenas americanas, para explicarnos, si el sexo virtual en la red es pecado, o no, si hay que contar en el confesionario o en la reunión de fieles, las veces que se ha practicado, si es mejor con o sin amor a Bill Gates o Steve Jobs, o al guarrill@ del otro lado de la web….por no hablar si es más pecado aún usar 3D, o (ni me atrevo a decirlo) una impresora 3D, ¡buuufff! .

Claro, las religiones, no solo se ocupan de la salud de nuestras almas, tienen que velar por nuestra salud física, por nuestro bienestar y nuestra economía, ¡faltaría!.

Pero me temo que las sociedades campesinas de hace varios siglos, aunque queden aún en muchas partes del mundo firmemente asentadas, no tienen pinta de ser el futuro de la humanidad, salvo un buen holocausto global, de esos de tabla rasa, fin de memoria, hay que empezar de nuevo y tengo hambre.

Vayamos paso a paso, sexo, solo para procrear. Está bien, hay que asegurar las monarquías, la producción de la tierra, y además que nos cuiden cuando estemos chochos y renqueantes, estaba incluso muy bien…..cuando las posibilidades de llegar a los treinta años, eran mil veces menores que hoy.

Una pareja para toda la vida…..de ella, claro, porque un puerperio se las llevaba en un descuido, y la producción no podía parar así, que a por las que se necesitasen.

Vamos a lo del amor, en el que creo, evidentemente; pero no utilizado para control de feligresías, don mosén de mis entretelas, sino como una expresión de la afinidad entre seres humanos. Bien también, pero aunque el sexo pueda ser bienvenido, no es en absoluto necesario, en muchos casos puede, incluso, llegar a ser una molestia para el amor, un incordio, vamos.

Los etólogos de campo descubrieron como unos primos hermanos nuestros, unos chimpancés, utilizan el sexo como una forma de reducir la agresividad del grupo. Unos con unas, unos con unos, unas con unas, akuna matata bwuana, solo es que así no nos matamos por una pera salvaje, (entiéndase en este caso como fruto arbóreo estrictamente). Los de las florecitas de los sesenta, ya lo recogieron, “haz el amor, no la guerra”. Bueno de hecho el mensaje era si al sexo, no a la violencia, vamos, a lo chimpancé, que en inteligencia nos ganan por dos a cero.

Las familias occidentales, hoy no pueden ser muy numerosas, creo que en muchos casos en nuestra sociedad, por motivos económicos, ni siquiera pueden ser. Ama a otra persona, vive con ella toda la vida, pero producid los dos, y además tened movilidad geográfica laboral independiente….de los niños…¡glup!, bueno, que se muevan también…en fin…no sé…bueno pilla pasta, paga impuestos, que hay muchos bolsillos que llenar, y el mosén que no maree.

¿Qué hacemos querido chamán?. Hay varias propuestas

  1. Fundamos una iglesia, la cerramos al exterior, claro, alguien nos calificará de secta, pero no importa, estamos bien armados, nos organizamos sexualmente de forma interna, aplicamos las normas que en cualquier manada se aplica, (ya sabes macho alfa, capón al que se pone en plan quítate tú que me pongo yo…). Mala solución, acaba hasta con policías muertos.
  2. Nos hacemos nómadas con un buen rebaño de cabras, abrazamos cualquier sistema poligámico o poliándrico, (este último parece muy cansino y se usa poco), y ¡hale! Amor y sexo unidos, procreando a tope….No sé yo. Con los líos que hay con la trashumancia, y la utilización de las cañadas, será difícil.

Sin hay que currar sesenta horas a la semana, cruzar ciudades llenas de tráfico a las mismas horas, presionado síquica y físicamente, acosado, atemorizado por los poderes fácticos….mal queda la cosa para el amor, que lo que realmente necesita es tiempo, para desarrollarse, y para destruirse.

Así que cuando pica la hormona, que nos la pusieron los diseñadores, que no fuimos nosotros, pues a pillar cacho, amigo mío. Y no soluciona nada, porque siempre se pilla menos del que se necesita, y demasiadas veces en formas muy alejadas de la gastronomía sexual, que es la chapuza lo que impera, se ponga Grey como se ponga.

Vamos a la solución que aplican mosenes, chamanes y otras hierbas.

La castidad. Todo amor, nada de sexo, (no sé si el amor a tu mano derecha cuenta). Técnicamente funciona, pero pocos se lo creen, la literatura y la historia nos las cuentan de todos los colores, desde las sedes de los que tienden puentes, a los estilitas. Que si el ama, que si todos le llaman padre menos sus hijos, que les llaman tío, que si el confesor de las clarisas, que si el jardinero del convento, que no hace más que regar jardines. ¡Que zon humanos vuzotro uttede también!.

Claro que esta represión hormonal, puede llevar a un exceso de posición moral, y aparecen esos terribles casos de abusos, que el niño se calla las más de las veces, pero con la moza de buenas tetas se entera la feligresía en un plis, y se me cabrea el jefe. (Momento de sentirse jesuita y mandar la estructura a cardar cebollinos, que deporte es muy sano).

Siempre me pregunto lo mismo, ¿realmente vale la pena controlar los bajos ciudadanos?, Yo creo que es mejor dejarnos campar a nuestras anchas, con el respeto debido a la dignidad de los demás, y aplicando eficazmente los códigos éticos básicos de nuestras civilizaciones, o penales si es necesario. (Aquí excluyo taxativamente las legislaciones que son reflejo exacto de la interpretación exacta de libros sagrados), quien se sienta cómodo con eso, con su pan se lo coma, pero yo no compro.

Buenas noches y buena suerte

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