Archivo de la categoría: Economía

¿Quién me compra el Elixir?

Mi amigo Abe está que se sale, que empezó el hombre con el asunto de los Abenomics, que se le están haciendo los japos más viejos de lo que él se podía imaginar, con lo que ello acarrea.

Y es que en cuanto cumplimos años, nos damos cuenta de que la tele que tenemos en el salón es de toda la vida, es de casa, que no la vamos a cambiar por una Mark 3 estratosférica, que para lo que se ve por la lámina tonta ya vale nuestra vieja amiga, y claro no hay demanda de teles, ni de coches, que por mucho que ahora digan que el viejo diésel contamina, nos hemos aprendido la lección, y el nuevo híbrido con retroalimentación crepuscular, pues va a ser de quien la mar no teme airada.

Encima, los chavales con tanto móvil, con tanta electrónica, andan todos enamoriscados de una imagen en tres D, suministrada hábilmente a través de sus maravillosas gafas de realidad virtual, y a Chuchita me la tienen abandonada.

Claro que Chuchita tampoco ayuda, que los japos desde lo de Manchuria tienen fama de rijosos, y eso no añade incentivos a la hembra local, que parece se nos queda con cualquier héroe del manga que le gusta lo mismo y no le mancha la entrepierna.

Así que no hay nuevos japonesitos suficientes para que los amigos de Sony coloquen teles nuevas en los hogares de los jóvenes llenos de esperanza en el futuro, y la inflación, pues nada, que lleva yendo hacia atrás demasiadas décadas, vaya desde que la bolsa llegó a los cuarenta mil y pico, y hoy por los veintipocos mil.

Don Abe ya no sabe que hacer, que las soluciones imaginativas no parece que le consigan cuadrar el balance. Es más, que se le va todo el humo en pensiones, que encima los viejecitos, con tanto comer algas, sushi y sashimi, resulta que no los matan ni a tiros, que no me los suben a lomos de hijo a las cumbres del Muruyama, para qe acaben sus días con la sonrisa del deber cumplido.

Y piensa el hombre, que a lo mejor la cosa es que con eso de la globalización se nos ha ido la mano a la hora de compensar el trabajo por cuenta ajena, y como un añadido más a la vejez, a la falta de interés en la reproducción de la juventud, se une el salario de miseria que dice el señor de Sony, o de Nissan, que me da lo mismo, hay que pagar para dar algún beneficio, y no nos metan por donde amargan los pepinos una OPA hostil, y se queda el señor Consejero Delegado sin pasta para el amarre del treinta metros en Osaka.

Por lo menos piensa el hombre como muchos dirigentes occidentales en eso de que se les ha ido la mano a la hora de permitir que tanto y tanto dinero y esfuerzo haya cambiado a zonas donde se trabaja en régimen de semiesclavitud, y desde luego lejos de las condiciones que los movimientos obreros han conseguido en Occidente.

Así que se ha conseguido quitar el dinero a los clientes, y nos empezamos a quejar de que no compran el último cacharro, el último coche, el último trapo, y es que han conseguido crear una clase de indigentes con trabajo, a la que se le ha venido en llamar de la forma que ustedes quieran, pero que en USA, en Alemania, en España, y pronto en Francia, por no hacer exhaustiva la lista, hay millones de personas, entre el veinte y el veinticinco por ciento de la población, estén en riesgo de pobreza, teniendo trabajo.

Con salarios de 8 euros hora, es muy difícil, siendo además el trabajo precario pagar en Alemania una habitación de cuatrocientos euros al mes, y el caso afecta a diecisiete millones de trabajadores, no lo olvide nadie, y las cifras son similares en todo Occidente.

Así que al bueno de Abe, que ve además como le vuelan los misiles norcoreanos, tiene que gastarse una pasta en el ejército que le desmanteló Eisenhower, y que empieza a necesitar, y el consumo no tira, sus multinacionales hacen más trampas de las que pueden soportar sin sonrojarse, más o menos como todas las multinacionales, que con tanta regulación para proteger al consumidor, no hay quien haga un duro de beneficio a fin de mes, y encima los chinos al lado copiándole hasta el color de los trenes.

Solo se le ocurre, pedir a sus grandes empresas que suban los salarios a sus empleados, por favor, a cambio, claro de una bajada en el impuesto de sociedades. Y es que a lo mejor el señor Abe, y no voy a discutirle demasiado, que de estas cosas no entiendo, persigue dos objetivos para que compren sus conciudadanos el nuevo televisor curvo de Sony, con función masturbatoria incluida.

El primero podría ser el devolver parte de los impuestos a la sociedad laboral, y mira que curran estos japos, que se mosquean con ellos mismos cuando se van de vacaciones, ya que consideran que sus compañeros harán su trabajo y les parece injusto. Bueno, pero es una forma de reconocer por parte del estado que el nivel de depredación fiscal ha llegado al punto de que no es útil para nadie, que la gente se adapta al entorno más rápido que las instituciones, y las cuentas no salen a la hora de montar los escudos antimisiles que quiere venderle Tito Trump.

Y la segunda, quizás esté relacionada con el hecho de que en los paraísos fiscales se vive muy bien, y con impuestos bajos, a lo mejor montan un país “low cost”, y se le montan las multinacionales en Kioto o en Osaka, que siempre acaban dejando unas perrillas, y no te digo si nos hacemos opacos del todo, y empezamos a recoger el dinerito de los tráficos legales, de los sobornos, de las mordidas, y de todas esas cosas tan productivas y tan lejanas al currito de ocho euros la hora, menos de cuarenta horas a la semana, y con menos de un mes de duración de contrato.

Él verá, pero que se ande con cuidado, que anda el comisario europeo Moscovici, alardeando de que va a preparar una lista negra de países a considerar como paraísos fiscales, no sea que lo incluyan, y entonces no sé yo.

Claro, que me he enterado que en esa lista no está Luxemburgo, ni Suiza, ni El Vaticano, ni las Islas de Canal, con Jersey a la cabeza, así, que por favor dejen todos ustedes de tocar las pelotas, que no está ya muy mayor para estos farolillos.

Con su pan se lo coman, (menos el 40% de I.R.P.F., claro)

Todo por la pasta

Esta mañana me he levantado, como siempre, mucho después de haberme despertado,  sin un maldito bitcoin en el bolsillo, y no me ha entrado la depre, que estoy ya muy mayor para esos farolillos.

Y es que de pronto me he dado cuenta que lo de estas cosas es como lo de aquella estafa que el amigo de Ansar nos hizo con el globo terráqueo, que todo el mundo vendió a ciento cincuenta y compró a catorce, con permiso del amigo, claro.

Y es que estas cosas de las especulaciones son siempre lo mismo, vaya como en las partidas de póker, o en las de billar de garito, que hay que calentar al primo para que se deje los higadillos en la mesa, que de eso vive el tahúr, que también tiene hijitos.

Y por las singladuras que esta bitácora ha navegado, más de una vez se han hecho reflexiones sobre esos pecadillos, que la Iglesia llama capitales, y lo que hacen es eso exactamente, inflar los capitales de otros.

Y escucho que en estas cosas del dinero sin control, quienes parece que se ponen nerviosos son los que controlan el dinero, aunque estoy seguro que con la otra mano se benefician del asunto.

Que oyes a los Bancos Centrales con ese reconcome de preparar sus propias criptomonedas, aunque como lo hagan dejaran de ser cripto, claro, que aquí la gracia en que la cosa se hace debajo de la camilla. También altos ejecutivos de la gran banca mundial andan con la cosa, que un pollo de J.P. Morgan, anda diciendo que como uno de sus ejecutivos negocie criptomonedas lo cuelga de los pulgares, y desde luego me lo creo, claro, siempre que no obtenga unos beneficios para el banco que considere sustanciosos, o que le dejen a un lado a la hora de cobrar sus compensaciones por el movimiento de la acción de su entidad.

Y con la otra mano, parece que hasta esa cuna del liberalismo económico que siempre ha sido Chicago, anda estudiando en su mercado de valores una forma de diseñar estructurados teniendo como subyacente una o varias de estas criptomonedas. Quiere decir la cosa, que podremos apostar todo nuestro dinero a las subidas o a las bajadas del tal bitcoin o de quién se trate, dejando entonces un papel secundario a la criptomoneda en esa operación que lo que importará será el valor de la papeleta que compraré o venderé a crédito.

Telita de la buena, que quien no perderá será quien cobre las comisiones de gestión sobre el estructurado, y lo que pase luego, a mí Prim diecisiete batallón de infantería.

Claro, antes con eso de que el Banco de España pagaba al portador la cantidad de cien pesetas en oro, de ese que se guardaba junto al arroyo Abroñigal, no había quién pudiera montar estos numeritos, que la cosa empezó cuando alguien dijo aquello de ¡Yo soy más valioso que el oro!, y la peña dijo ¡vale, si tú lo dices!, y a partir de ahí en vez de usar pepitas de metal para comprar el pan empezamos a usar papelitos de colores, que son mucho más monos.

Claro que el poder que da el diseño de las monedas a quienes las manejan es extraordinario, y nos han vendido que las regulaciones a que están sometidos esos papelitos que no están sustentados por ningún subyacente que no sea la confianza en ¡políticos!, para que nosotros, que no somos más que pardillos entregados a lo que nos echen, nos lo merendemos con patatas, incluso en el caso de que todo ese sistema monetario permita que perdamos la libertad de que nadie se entere en qué coño nos gastamos lo que tenemos.

Y estos bitcoins y compañía, tienen ese aire de libertad, que no están sujetos a regulaciones, a garantías, a decisiones de banqueros centrales que le dan o no a la maquinita de hacer billetes a su capricho, y da a la cosa un aire nuevo, refrescante, diría yo, pero por el momento el dueño del quiosco me ha dicho, que por no aceptar no acepta ni a Santa Visa, que además no tiene cambio de más de cinco euros, y que no ande jodiéndole con modernidades.

Un sin vivir, que me he enterado que hay alrededor de trescientos mil millones de dólares sueltos por el mundo en criptomonedas, lo que ni es mucho ni es poco, sino todo lo contrario, mucho para mi bolsillo, poco para que en caso de desastre o reventón de la supuesta burbuja, cause un estrago en el sistema económico mundial.

Ahora que con la iniciativa de los chicos de Chicago, las posibilidades de compra y venta no solo ya de las criptomonedas, sino de los estructurados que puedan hacerse sobre ellas, van a hacer que en menos que canta un gallo esos trescientos mil millones que representan a precio de mercado, se multiplique por un no sé cuánto, y a lo mejor sí que la cosa puede dar para un tembleque mundial.

No tengo ninguna duda de que hay miles de personas trabajando de forma muy activa en este nuevo mundo de las monedas no sujetas a países, no sujetas a bancos centrales, no sujetas a ningún tipo de regulación, lo que las hace idóneas, si se las cree la masa, para ser el nuevo sistema mundial de intercambio comercial, que estas cosas no hay forma de pararlas.

Como he dicho ya, estoy muy mayor, y no sé si nuestro Señor Montoro, estará preparado para pagarme la pensión en bitcoins o en algo parecido, y es que al final a él se le da una higa, que desde que nos pulimos el oro del Abroñigal, todo son papelitos de colores, y el camino hacia el apunte contable electrónico es muy corto.

Así que ya veremos lo que hago, que mi asesor financiero no hace más que decir que compre bitcoins con la extra de Navidad, esa que le ha costado a mi gobierno, el tener que pedir un crédito para pagarla, y yo no sé qué hacer, que en el fondo siempre me gustó llevar los doblones en el canut colgado al cinto, que no necesitaba software, ni mirar las cotizaciones internacionales si tenía que comprar una carga de trigo.

Así que, con su pan se lo coman

 

Nicómaco el acratón

Tengo un amigo que es un acratón, si se lo digo, y además añado que le intuyo aburguesado, se me pone hecho un basilisco, así que me guardo mucho de decírselo, a no ser que quiera echar unas risas, que se me altera el muchacho, pero no se me cabrea.
Hoy se descuelga con que eso de la política no va con él, (claro, el mejor Estado es el que no existe) que se me define disfrutando en un entorno de tipo ético y pro-ético, humanista, (que no transhumanista), e idealista.
Me ha dejado de una pieza, pero el muy puñetero lleva razón cuando dice aquello, que él propone y hace proselitismo para que la gente vote en las elecciones, pudiendo así permitirse el lujo de no hacerlo, ¡menudo está hecho!.
Ahora que viéndolo desde su punto de vista el amigo lleva su razón, que esto de la política tal y como nos llega al común de los mortales no es más que un juego siniestro en el que generalmente navegan gentes ineptas, con poca formación, deshechos de tienta de las universidades, o incluso penenes que no han tenido la capacidad o el esfuerzo necesario para sentar cátedra.
Y más digo, que la cosa, evidentemente no es local, que allá donde se vaya, sea cual sea el país, las pandas que te saltan al ruedo político parecen todas cortadas por el mismo patrón. Y es lo que hay. Que son como los ingenieros de caminos canales y puentes, pero con distinta moral.
Así que a la hora de seguir sus campañas de mercadeo, sus lemas, sean electorales o de simple discusión, sus trifulcas que siempre o casi siempre están montadas por que el oponente les ha birlado pasta o prebenda, con métodos que en partido ajeno suenan a cosa execrable, aunque si en partido propio tienen consideración de cosa bien noble.
Lleva razón mi amigo, que mejor nos iría si nos dedicásemos a cosas más relacionadas con la ética y el humanismo, en vez de plantearnos que si el señor Correa está enfadado con su sucesor, que por el momento es su presidente, por cierto, o que el señor Maduro haga lo que le dé la gana, que por cierto no es ayudar a sus conciudadanos.
Pero señores, ¡es que no hablan de nosotros cuando dicen hablar en nuestro nombre!, y ese es un hecho que conocemos todos, con mayor o menor fuerza, que ni siquiera somos los clientes, que somos simplemente los pagafantas. Que no se nos olvide.
Así, que no sé yo si ser tan cabrón como mi envidiado amigo, que ya lo tiene claro, y que me recomienda que vaya a votar, que él, ni de coña, y empezar a decir lo mismo, como en las cadenas esas de los internetes, a ver si cuela.
Pero no, no es suficiente, que es que no hay que ver los telediarios, ni las entrevistas a los políticos, y mucho menos las tertulias esas tan monas que acaban en cinco de un partido contra uno de otro diferente, y me lo pelan, y es que así, con bajos porcentajes de audiencia, a lo mejor llegaban a no sacar pasta ni para chicles de gasolineras, y se dedicaban los muchachos a otra cosa diferente a su actual cometido de meter las manos en nuestros bolsillos, y en el intermedio a tocarnos las pelotas.
Ya veremos dentro de nada a la maquinaria de propaganda, con eso de las elecciones en mi pueblo, haciendo de las suyas, eso sí, que a mí no me esperen, que no mamo de esa teta, y desgraciadamente la teta la van a llenar los que jamás beberán de ella, que al final es lo que tienen las religiones, que a cambio de la salvación eterna, llevan, como el flautista de Hamelín, a todas las ratas a morir al mismo río.
A mi amigo no, claro, que él se sienta a ver el espectáculo de quién la tiene más gorda, o más larga, que todo puede valer, lo que al final resulta que es la opción del inteligente, porque a la que se descuide le van a sacudir igual, y por lo menos se ha ahorrado el esfuerzo de seguir al santón, (leader le llaman ahora), el esfuerzo de poner a su servicio la fe ciega, y desde luego el de disculpar la cagada de tu admirado.
Pero algo habrá que hacer, y quizás por eso a mi amigo le da por la ética humanista, incluso por la pro-ética, (que sí, que también estoy a favor de eso), y lleva razón, aunque tendrá que explicar qué es para él eso de la ética, que habría a lo mejor que preguntarle a Nicómaco, o a López Aranguren, que estas cosas también van por barrios, y es que a lo mejor Aristóteles no se lo explicó bien al muchacho.
Pero es que al final, y ahí le alabo la posición a mi amigo, de lo que debería tratarse es de la felicidad del ser humano, y nada más lejos de tal fin esa cosa de la que se han adueñado los políticos.
Yo me hago cruces, porque como a mí eso de la economía me entretiene, resulta que mi amiga la presidente de la reserva federal americana, va y suelta hoy, o ayer, o hace unas semanas, que para el caso es lo mismo, la preocupación que le recorta el sueño, una vez que ha conseguido que los índices bursátiles americanos estén en máximos históricos, que los beneficios de las compañías americanas anden en cotas de cortar la respiración, y además con la inflación controlada.
Y es que a doña Yellen le viene el aquel de que los salarios del yanquie no se hayan revalorizado como todo lo demás, y que, para más I.N.R.I., los trabajos a tiempo parcial se hayan disparado, que la gente que quiere currar, no puede, y que los que quieren currar a tiempo completo, tampoco. Eso sí, dice lo que hay, y a continuación sigue proponiendo subidas de los tipos de interés, que acabará de hundir a los curritos que llenan la teta de la que ella mama.
Es decir, otra vez, como en la crisis de los noventa, ese sistema creado por la política y la economía, lo primero que hace es sacrificar al ser humano.
Lejos pues de los principios éticos, pro-éticos y humanistas de mi amigo, acratón él, pero con esa clarividencia que da el haber corrido delante de los grises por Moncloa, o saltando las vallas del Real Club de Polo de la Diagonal en mi pueblo.
Así, pues, queridos conciudadanos, vayan sus gracias a votar en buena hora, que yo abriré una botellita de un viejo Clos du Mesnil, si me la cambian por seis docenas de ostras de Arcade.
Y que Dios reparta suerte

El plan de pensiones

Los jubilatas tenemos algunos inconvenientes, por ejemplo que con esas cosas de la edad dormimos poco, ¡qué le vamos a hacer!, pero como contrapartida, ya se sabe ying-yang, nos podemos bajar de la cama cuando nos de la gana o cuando la mucama nos ponga la mopa en los hocicos, que de todo hay en la viña del señor.
Así, que esta mañana, como siempre, me he despertado prontito, pero con eso de que no me ponen la mopa en los hocicos, he decidido poner una de esas emisoras que no hablan del ¿problema? catalán, y mire usted, que me sale un pollo de esos que hablan de dineros, de banqueros, de inversiones, de fondos de pensiones, y todas esas cosas, soltando, sin inmutarse que:
-Pues sí, el puerto está lleno con los yates de los gestores, pero no hay ninguno de los clientes.
Y me da en la nariz que el muchacho ha puesto el dedo en la llaga, y es que como estamos en una de las campañas más pútridas y falaces de las que nos atacan en fin de año, se trata de acercar el ascua a la sardina de cada cuyo.
Y en esta ocasión, parece que nos enfrentamos a una acción coordinada entre el Ministerio de Hacienda, y sus aliados, que moran en instituciones bancarias, en compañías de seguros, y en definitiva en poseedores de yates.
Nos están, año tras año, proponiéndonos el siguiente negocio:
-Premisa uno, el miedo a tener una vejez sin recursos económicos.¡Uuuuhhhh!.
-Premisa dos, ¡Ahorre usted que es cosa cojonuda!
-Premisa tres, los intereses en depósitos bancarios son negativos….¡Porco Banco central europeo!
-Premisa cuatro, hay que tomar riesgos, (usted, señor cliente, ¡claro!) si quiere que sus perras no se las coma la subida del precio del petróleo o la factura de la luz.
Así, que una de las soluciones es ¡Tachíiiinnn!, lo de siempre, ¡deme usted su dinero, y lo ponemos en un fondo de pensiones!.
El Ministerio de Hacienda, dice que este año te ahorras una pequeña parte de tus impuestos, si das tu dinerito a una de esas instituciones, que si mal no recuerdo, consiste en una deducción de la base imponible del IRPF de un máximo de 8.000 eurillos, que a los tipos medios supone, más o menos un aplazamiento fiscal de cien eurillos al mes.
Por supuesto si eres capaz de quitar todos los meses de tu magro salario quinientos chufos, que se dice pronto, sobre todo si ganas entre seiscientos y mil quinientos, que es lo que un cristiano ingresa de media en este país.
Hablaba de aplazamiento fiscal, que en el momento del rescate todo tu ahorro en ese instrumento financiero, pagará los tipos marginales del impuesto, y eso puede ser más del treinta por ciento, sin correr mucho.
Eso sí, el Ministerio sale diciendo que hay que bajar las comisiones de gestión de esos fondos, y deja los tipos máximos en algo más del doble de lo que se paga por esa gestión en los países europeos. Bueeenoooo, y además te deja que te pulas lo ahorrado, (pasando por caja, desde luego) si necesitas esas perrillas un poco antes por cualquier “mire usted” que le aparezca.
Ya sabemos quién tiene pues lo suyo asegurado, su amarre en Puerto Banús, y es Hacienda, que cobrará más cuando recojas tu dinerito, y el banco que te soplará su 1,5% sobre todo el capital que vayas acumulando en tu plan.
¿Y tú?, no, mira, tú eres el imbécil que paga el yate de otros, porque si miras un poco como va la cosa de esos planazos en términos de rentabilidad para ti, verás que son negativos, que no se puede pedir todo, ¡hombre!. Pocos muy pocos de esos planes han dado rentabilidades brutas positivas acumuladas los diez últimos años, y seguro que ninguno si deflactamos el valor de los activos.
Una vez se me ocurrió decir a un gestor de estos que ya casi tenían el treinta metros (de eslora) en Puerto Portals, que yo estaba dispuesto a pagar el triple de comisión sobre los rendimientos netos una vez descontada la inflación y no me puso la Smith and Wesson en los huevos de puro milagro, o porque no tenía una a mano.
Y es que la cosa va como va, que nadie es experto, o nadie trabaja por la rentabilidad de los fondos esos que se pierden, que se muere el pollo, que cuando vayan a ver qué hay será dentro de treinta años, y todos calvos, y que al final es dinero de los esclavos, y no está bien que manejen demasiado.
Así, que escucharán ustedes estos días los cantos de sirenas del asalto a mano armada que planean contra sus bolsillos toda esta panda de cuatreros legales, y ya sabe, si usted no paga el 1,5%, y no difiere impuestos, por mucho que detraiga de su salario miserable el tropecientos por cien está usted en un error.
Pero sigamos, imagine usted que ha podido durante treinta años poner esos 8000 eurillos, que se habrán convertido en doscientos cuarenta mil. No está mal.
Tiene usted sesenta y siete años, es usted un privilegiado, y cree que puede tirar de esa pastizara, que ya le han advertido que su pensión es una porquería y que apenas cubrirá el sesenta por ciento de sus ingresos en el momento de la jubilación. Espere pues una pensión máxima estatal de mil seiscientos euros….vale.
Y del plan, ¿qué le van a dejar a usted?. Si lo retira de golpe, quite más del cuarenta por ciento, así que de esos doscientos cuarenta mil le quedan unos ciento cincuenta mil, ya pagados los impuestos, es decir ochocientos chufitos al mes si tiene usted la elegancia de morirse como dicen las estadísticas, a los quince años del momento de la jubilación.
Si lo retira poco a poco, podrá usted aguantar cuatro o cinco años más, pero, seguirá pagando comisiones al gestor que no gestiona, y correrá el riesgo de perder por la ineficacia de ese personaje, otra pastita indeterminada.
Usted sabrá, que además no puede usted de ninguna manera controlar donde se invierte su dinero, que va a fondos opacos, y si usted no entiende de estos, va a pozos muy oscuros.
Por supuesto, ni se le ocurra mover a otros activos ese ahorro, que entre Hacienda y esa industria financiera le estrujan a usted las criadillas, y además ponen su cabeza en una pica, para que sirva de ejemplo.
Que si hay beneficios no tenga muy por seguro que se anoten en su cuenta, que lo suyo es a largo plazo, y lo del yate en Montecarlo es a corto plazo.
Así que mírenlo sus gracias con tiento, que mientras con más énfasis les alaben el burro, más mataduras tiene. Usted mire bien debajo de la manta, y no olvide ni los incisivos, ni los molares, asegúrese que ve bien y oye mejor, y cuando lo haya hecho, corra, corra usted con todas sus fuerza, que esto es un atraco.
¡Ah, y el Estado no le garantiza una vejez con un salario digno!, ¡Invierta en un Plan de Pensiones, antes de fin de año!
Con su pan se lo coman

La pasta que viene

Yo de esas cosas de las monedas, aparte de la que uso para mover el carro de la compra entiendo poco, pero parece que en este mundo hay mucha gente que sí le dan importancia, y es que las decisiones que se toman con respecto a ellas acaban afectando a la economía mundial.
Pero resulta que nadie, por mucho que pregunte sabe dónde está el quid de la cuestión, y es que para aceptar que una moneda tiene algún valor hay que creerse un montón de cosas, y uno empieza a estar muy mayor para ciertos juegos.
Los ciudadanos de a pié andamos con las cosas medio claras, ya que eso de almacenar monedas no nos está permitido en demasía, que con que el tendero que nos facilita ropa y comida, el que nos alquila el bajo techo para lo del frío, y el que nos calienta y nos refrigera según necesidad se crea que ese papelito que le damos es suficiente para que no nos muramos de inanición o de frío la cosa está resuelta, más o menos.
Así que uno cuando empieza a escuchar esas cosas de que el papelito vale menos energía equivalente cada día, o menos trozo de pan, empieza a preocuparse, ya que en realidad no tiene ni pajolera idea de lo que está pasando.
Y viene uno que te dice cosas tan ininteligibles como que el papelito tuvo en su momento una equivalencia con el oro, se te hacen los ojos chiribitas, que el oro no se come, y si, con él se puede hacer un cobijo para lo del frío, pero no parece que la cosa vaya por ahí, que en general, para hacer casas con madera o con buena piedra es suficiente.
Y te hablan de que la moneda se referencia, a veces con el precio de la energía, ¡vale!, pero la energía esa petrolera no se come, pero calienta….no sé.
Lo peor es que esas referencias que reconocemos como patrón oro, o petrodólar, andan de capa caída, que se han dado cuenta, los que se dan cuenta de estas cosas, que al final las monedas lo que buscan es un sustrato de confianza en algo, y ¡coño!, piensan los que pueden, ¡que confíen en mi!
Y es que el que consigue, mediante el mecanismo que tú quieras, que con el papelito con la cara de Benjamin Franklin, o las estrellitas europeas, te van a dar el “pane nostrum cotidianum”, pues intentas tener alguno de esos en el bolsillo antes de salir de casa a comprar tu baguette, que el periódico lo agencias de otra manera.
Y hoy nos creemos que algunos de esos papelitos funcionan, y otros no, e intentamos almacenar de los buenos aunque el panadero diga que te acepta bolívares, pesos argentinos o francos de esos de colonias africanas, aunque nos despertemos hoy sabiendo que el papelito vale casi un dos por ciento menos que el año pasado en términos de baguette equivalente.
Y pienso que estamos aceptando que aquello que nos decían “el banco de España pagará al portador en oro la cantidad de….” Y en los sótanos de la Cibeles estaba nuestra oncita esperando que llevásemos a ventanilla nuestro papelito, pero ya no nos vale, o han hecho que no nos valga….cosas.
Que me andan diciendo los que saben de estas cosas, que esto se acaba, que la amenaza es múltiple, que estamos solos. Y la cosa empieza con esa gente pulcra del norte de Europa, que quieren quitarnos el burruñito de billetes, ese que era tan útil cuando ibas a la feria de ganado y te enamorabas de las tetas de aquella vaca tan maja, o cuando querías sobornar a un político, que le pasabas un sobrecito abultado, y aquí paz y después gloria, que dice el castizo.
Pero ese es solo un primer paso, que al final la cosa queda en Santa Visa bendita todo registradito, y lo del político se arregla con unas cuantas sociedades interpuestas, un par de testaferros y un mensaje cifrado a un buen banco de Bermuda, y todo arreglado, o casi, y tú pillado, que todo Internet se entera en qué te gastas los duros, ¡malandrín!.
Pero en ese mensaje se hace referencia lejana a un euro, a un dólar, a un yen….y a poco más, y detrás de ello, te estás creyendo los que te dicen unos señores muy serios que se llaman banqueros centrales, y que determinan cuántas baguettes te pueden dar por unidad de moneda. Bueeenooo.
Al final todo viene del real de a ocho, que también tenía su truco, y más o menos sin que sepamos muy bien como va la cosa, mientras nos den la baguette, la cosa más o menos anda.
Pero ahora nos viene la siguiente fase de esta historia, que se ha venido en llamar criptomoneda, (será por el éxito de las series de vampiros, digo yo), y empieza por esa cosa del bitcoin, que le he preguntado al de la farmacia, que es el más ilustrado del barrio, y me ha dicho que el paracetamol en euros, y que me deje de tonterías.
Así que lo que pasa con la criptomoneda, es que nos estamos creyendo cualquier barbaridad, que cada día te dan más yates por bitcoin, pero no lo acepta el panadero, será porque no tiene cambio.
Cosas de la globalidad, de la tecnología, y de mis amigos transhumanistas, seguro, que siempre andan detrás de estas cosas, y es que me veo cobrando la pensión estatal en criptomoneda vampírica, y uno no sabe como manejar la cosa, porque puestos a meterse en ese fangal, uno tiene que decidir si anda con el tal bitcoin, con el Ethereum, con el Ripple, con el Litecoin, con el Monero, con el NEO….
Estoy tentado de pillar mi calcetín, ese que guardo debajo del colchón a la derecha, que tiene nos cuantos duros de plata y lanzarme a esa globalidad postmoderna y transhumanista que me está llamando, y transformar su contenido de forma ponderada en ese futuro que se anuncia y está aquí, y que me permitirá gastarlo en Alí Babá, en Amazón y hasta poner un anuncio en caralibro para poder influir en el tal mercado, que por cierto empieza como la escena de Toni Leblanc y Manolo Gómez Bur en “Los Tramposos”,:
– Deme sus dineritos, señor, esos que no sabe usted lo que valen que se está creyendo lo que le dice Tito Trump, y mi amigo le da este paquetito lleno de criptomonedas.
-Pues verá usted, quizás me lo piense, o no, que al final me van a dar por todas partes aunque no me descuide.
Con su pan se lo coman

Esto va bien….Señor conde

Hoy leía algo sobre las nuevas elites laborales y escuchaba un par de barbaridades en boca de uno de esos economistas que aún se creen a Keynes, y me salta a la cara la miseria de este país.
Aún le estoy dando vueltas al maremágnum de mantras que como un milagro se abren paso en el inicio de este segundo trimestre de un año que alguien nos quiere vender como maravilloso.
Y quizás lo sea, pero no está claro para quién, e iré más o menos, paso a paso a caballo de mi cabreo. Veamos:
¡Tachíiinnn!. Se han vendido un 7% más de coches que el primer semestre del año pasado…¡guau!, el número parece la leche, pero resulta que quienes han subido las compras, han sido las empresas que los usan para ciertos trabajadores un 10%, o así, las empresas de alquiler algo parecido, pero el ciudadano de a pié, ese está casi plano…menos de un 2%, y seguimos en un país con un parque móvil viejo, o muy viejo.
Pero es que las elites laborales hoy andan ganando menos de 1000 euros al mes, que los que lo superan son los reyes, y con eso todo el mundo sabe que no se vive, digan lo que digan los voceros que se nos asoman a los medios de comunicación que se las meriendan todas, a cambio de prebendas, supongo, que por estos pagos, el más imbécil hace relojes.
Y es que al principio de esa mal llamada crisis, que no ha sido más que un proyecto exitoso de esquilmar a las clases medias, el mileurista de 2007, era contemplado con pena, que además el tal pollo hablaba idiomas, tenía su licenciatura, su master, su camisita y su canesú, ¡ah!, y pagaba menos impuestos, y ya, puestos a esquilmar, la administración del Estado se nos apuntó al bombardeo. Miserable, entre mucho e inaceptable.
Y el pollo ultraliberal keynesiano, se me descuelga hoy con que le parece injusto e inasumible por el Estado que los nuevos pensionistas anden recibiendo unos mil cien euros de media como pensión de jubilación, cuando los sueldos andan hacia los ochocientos. Bien mi querido keynesiano, posiblemente con dinero de familia y salario de cuatro dígitos, permítame que le recuerde varias cosas:
Posiblemente esté usted pagando menos impuestos de los que pagaría en Francia, sin ir más lejos, así que con ese “ajuste”, a sus ingresos y a otros parecidos la cosa se empezaría a equilibrarse´
Seguramente los treinta o cuarenta mil millones de euros que nos cuesta aún la corrupción que afecta a los contratos públicos, ayudaran a restablecer cierto equilibrio, especialmente si usted y otros como usted cargasen las tintas en eso en vez de insistir en lo altas que son las pensiones.
Porque no es eso, que la grasa que le sobra a nuestra administración pública, y que sirve para pagar prebendas y favores de los corruptos que usted ignora, teniendo como tiene a su disposición una tribuna de alta difusión, arreglarían en buena parte ese problema que usted apunta, y que por cierto no hemos causado los ciudadanos.
Y por último en cuanto a sus comentarios mezquinos, le recordaré que el problema está en los salarios que la reforma laboral ha permitido que se paguen en España, y que en nuestro entorno, más competitivo, por cierto, como Francia, Alemania, o el Benelux, se considerarían de miseria, ¡ah!, y no me venga con milongas con la cantinela del paro, que con salarios medios entre dos y tres veces las nuestras el nivel del paro es menos de la mitad.
A lo mejor cuando hablamos de las generaciones mejor preparadas de la historia de España, nos estamos equivocando, y no es así, que la sensación que tengo es que tienen más títulos que nunca, cierto, pero la formación me da que es pobre, muy pobre, con la excepción de las elites de siempre que han alcanzado la formación de los “high flyers”.
Y es que a lo mejor nos están preparando como ya he dicho otras veces, para ser los camareros de Europa, y en ello estamos, con unos sindicatos que deberán posiblemente tomar nota de los acontecimientos que se preparan en Francia cuando el Señor Macron, a ver si son capaces de hacer ese “master” en defensa de los ciudadanos de este país.
Y por cierto, quiero recordarle a usted y a la ministra Bañez, que deben avergonzarse de que en este país tengamos el 18% de la población en paro, cuando en Alemania, Reino Unido, o USA, andan por el 4%, y pagando a 15 dólares la hora, viene a dar 27000 dólares al año de salario mínimo.
Deduzco por tanto que a lo mejor el problema está en otro sitio, como por ejemplo la educación que han recibido las últimas generaciones, que ha servido a esas gentes como adoctrinamiento ideológico, y poco más. O quizás esté en los ejecutivos cutres y ramplones de los que este país se nutre, amiguetes de los amiguetes, y negocietes entre ellos.
Que no pasa nada, si quiebra el banco, pues tan pichis, que me cargo Abengoa, pues ¡ea! A bailar una sevillanas a la caseta de la feria.
Y luego la clase política ramplona y mal formada, cutre, inútil y sembrada de pícaros y ladronzuelos, que no llegan a Duque de Lerma, ni tienen la gracia de Lázaro de Tormes.
A La porquería en que hemos transformado este nuestro país, a costa de un desplazamiento brutal de rentas hacia las áreas más favorecidas es inaudita, y la reacción de la ciudadanía que se lo ha merendado con patatas, sin buscar soluciones de las que realmente pueden mover las cosas me hace pensar que a lo mejor es que nos gusta.
Los que ahora están preparando la campaña de rebajas, no las tienen todas consigo, en cuanto a lo que va a dar de sí el consumo interno, que parece que hablan temblando de que si el dos, o algo parecido, y es que parece que no se den cuenta, o si se la dan, cantan el mantra que le dictan, porque cayendo los salarios a límites casi búlgaros de dónde coño esperan que la gente saque el dinero para comprar la baratijas de las rebajas.
Así, que me encantaría que alguien empezase a llamar las cosas por su nombre, desde nuestro Marianico hasta el de la coleta o el flequillos de Girona. Nadie, ninguno de estos, ni siquiera los de los sindicatos, ni la prensa, nadie son capaces de tomar las riendas por los más desfavorecidos, esos a los que les van a ahorrar siete euros al mes por la rebaja de impuestos.
Miserables.

Investments

Parece, que sin causa aparente los mercados financieros han dado un buen susto a la peña, que con esto del verano, la cosa toca, que hay que vender algún activo para pasar las vacaciones en la casa rural de turno, y uno tras otro la cosa suma, suma y ¡venga!, el IBEX para abajo.
Y a costa del asunto, mis amigos, que no son ni mucho menos unos atorrantes, se me han puesto a elucubrar a costa de la conveniencia de estar en los mercados financieros, de qué forma, a qué hora, y su significado, esotérico o no, de los movimientos oscilantes de las curvas de los analistas.
Y uno me sale con que confiaba en la renta fija, cosa que no está nada mal, por cierto, que como todo el mundo sabe, te da fijo unos sustos de muerte, y el hombre se ha llevado uno, del uno por ciento, un sin vivir.
Mi amigo, el profesional de la cosa financiera, ha intervenido, con criterio, con el consejo amable que te da quien dedica su esfuerzo a estas cosas, y como es un tío como Dios manda, le ha dado el mejor de los consejos, es decir, lo más seguro es que quién sabe.
Para saberlo, que diría Serrat, y claro ha entrado en la conversación, cuando la cosa ya se ponía en plan compro pisos, y compro oro, otro de mis amigos dispuesto a venderle los pisos que quisiera, y si hay que poner oro, pues para eso está la grifería, y además nos saltamos a Montoro, antes de que nos lo quiten de en medio, y no tengamos con quién pelearnos. ¡Como tiene que ser!.
La cosa, al del susto, no le satisfacía, pero el muy jodido se lo estaba pasando bien, que es lo que tienen estas cosas, que empiezas preguntando al profesional por el tema que te inquieta, se mete el primito de Badostain en la conversación, y te quedas con las pérdidas, pero aprendes del asunto del final de los Templarios lo que no está escrito. Todo muy propio.
Claro, yo hoy no he ido al despacho, lo que es una pena, que el día está precioso, me he puesto como siempre, a meter la zarpa donde no me llaman, y he soltado mi disertación sobre la importancia de escoger los activos financieros adecuados, que sobre todo sean de calidad, sobre la imposibilidad de poder hacer predicciones fiables sobre las actuaciones de los bancos centrales.
Me ha dado por comentar aquello de J.K. Galbraith de que “La única función de la predicción económica, es hacer que la astrología parezca respetable”, que nos dedicamos a la especulación en todos los ámbitos de nuestra vida de forma constante, que cualquier decisión que tomamos, está basada en unos conocimientos adquiridos, por lo general inexactos, siempre incompletos y sobre ellos decidimos comprar Matildes, vender Bayer, o lo que puede ser casi tan malo, le pedimos matrimonio a Chuchita, enviamos al enano al colegio laico o religioso, cambiamos de carril en atasco, o cogemos el paraguas al salir de casa, pero no el chaquetón de cuero.
En todos los casos, nuestra decisión acostumbra a estar basada en la valoración que hacemos sobre el conocimiento que tenemos del pasado, lo extrapolamos hacia el futuro inmediato, y confiamos en haber tomado una sabia decisión.
¡Como para no creer en el destino!, que ni siquiera partiendo de la base de que nuestro conocimiento del pasado referido al ámbito de la decisión que vamos a tomar sea exacto y exhaustivo, íbamos a estar acertados siempre a la hora de la acción.
Tremendo, desde luego tremendo, porque cuando la cosa ya parecía en nuestra conversación que no iba a tener solución, resulta que entra otro de mis amigos…( parió la abuela), y suelta lo de que encima va y actúa el pirata, el tiburón financiero, y no hay ya algoritmo que lo resista.
Pero lleva razón, que hasta la Psicohistoria de aquel sabio Sheldon de La Fundación de Asimov, modelo a escala planetaria del arte de la predicción se la revienta el Mulo, el puñetero mutante que no había sido considerado en los algoritmos de base del proyecto.
Y es lo que yo digo, que esto es estar montado sobre un caballo desbocado, y lo único que puedes esperar, (rezando mucho, claro) es que no se salga de la pradera, y cuando se canse de correr se tumbe amablemente en el verde húmedo. Y es que compras dinero, y lo que haces es fiarte del país X o del país Y, y las acciones de sus dirigentes, de esas acciones que están sobre todo tomadas con la base de información siempre incompleta, manipulada algunas veces, y poco útil.
Pero la decisión se toma, y las consecuencias, al final, no son más que nuevos elementos que se añaden al ecosistema en el que nos movemos, que no conocemos y que nos hace dar palos de ciego en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida.
Así, que no sé cuándo le podré decir a mi amigo que no se preocupe, que no va a ser el hombre feliz del cuento oriental, y que si llega a serlo, pues será feliz que tampoco pasa nada.
Y como él, que es muy leído, sabe perfectamente que el mejor sistema de ganar a esto es seguir el consejo del mono que tiraba dardos a la diana con los nombres de las blue chips bien pintaditas.
Así que no se preocupe, que lo mejor ahora que están baratitos es comprar dólares de esos “In Trump we trust”, que total si el hombre se lía en el twitter con más boutades, podremos pasar un fiinde en NYC, como en los viejos tiempos del give me two.
Así que ahora que llega el finde y los mercados europeos han cerrado hechos unos zorros, diré aquello del británico que le informaron de la quiebra de sus inversiones a las cinco y un minuto del viernes….¡Qué disgusto me voy a llevar el lunes!,¡Que tengan ustedes un buen fin de semana!
Y con su pan se lo coman

Nuevos horarios laborales

Trabajaremos cuatro horas al día, cuatro días a la semana, afirma la plataforma Ali Baba, en nombre de su CEO, o algo así.
Dicen que Keynes ya lo predijo en 1930, para dentro de un siglo, y yo me rompo los abdominales de la risa que me entra, pero antes muerto que contradecir a un chino de tal calibre al frente de la tal banda de Alí Babá.
La cosa, como boutade dominguera, me parece hasta graciosa, y quizás pueda aplicarse a cosas muy concretas en ciertas cadenas de montaje, o en manufacturas de no sé qué, pero dejémonos de tontunas que el binomio a resolver, no es cuántas horas voy a trabajar al día, si no cuántas horas tengo que trabajar para vivir como quiero.
Y ahí es donde empieza la cosa a complicarse, de forma que sugiero meditar sobre esa coletilla de muchos contratos de medios y altos ejecutivos o managers, o jefecillos a los que se les recuerda que deben estar a disposición de la dirección siempre que se necesite de alguna forma sus servicios.
Me parece que las nuevas tecnologías, empezando por la Blackberry, de cuyo significado relacionado con el esclavismo ya escribí en estas páginas, no van a traer esa reducción keynesiana, que no conozco abogados, arquitectos, médicos, periodistas, ingenieros, vendedores, financieros, gentes de recursos humanos, camareros, autónomos, músicos, fotógrafos, corredores de bolsa, de seguros, en fin, y lo que quieran ustedes añadir, que se les caiga el boli cuando suene la sirena, si creen que van a ganar algo más de dinero, y alguien les ha dicho que les vendría muy bien para cambiar el chirimbolo de turno que más ruido mediático haya hecho, y ¡lo necesites, lo necesites!.
Y si lo que se pretende es dar a la manufactura no especializada una reducción de jornada, por cualquier razón, lo que ya no tengo tan claro es que la remuneración a recibir sea equivalente al salario de ocho horas, y desde luego no creo que las necesidades queden cubiertas con ese tipo de jornada.
La cosa de las famosas cuarenta, treinta y cinco o las que sean, horas semanales, a lo mejor se aplican a profesiones muy estructuradas, y no he encontrado estadísticas en donde se nos diga el porcentaje de población que realmente las realice, que me temo que ni siquiera la limpieza doméstica se sujeta a ese horario si hay algo más que ganar, y existe la necesidad.
Así que, señor de Alí Baba, dedíquese por favor a apacentar su tropa, que Keynes ya nos dijo algo de eso hace muchos años, y no dio en el clavo, que ni los taxistas de UBER quieren hacer hoy cuarenta horas, si hay un céntimo de euro más que ganar.
Esto es lo que los mensajes interesados acaban produciendo en todos nosotros, que se nos queda el titular en la cabeza, y todo lo que cuelga deja de tener importancia, vamos que no se nos ocurre ponernos a analizar siquiera un pelín lo que hay detrás del juicio que emite, o la profecía que emite el tal chino, o el tal hombre público, o quien sea. Que en la mayoría de los casos hay un elemento importante relacionado con el sistema de adoctrinamiento al que hemos sido sometidos desde pequeños, en otra no desdeñable mayoría, el interés directo de quien suelta la frasecita, el mensaje, el mantra, la letanía. Y en algunos casos simplemente es la opinión no meditada de un imbécil.
Pero ese es el entorno en el que nos movemos, y volviendo a lo de las cuatro horas, a lo mejor sale alguien blandiendo los horarios de los siervos de la gleba, que la cosa andaba de sol a sol, me han dicho, o la de las fábricas del textil de Manchester, i de las minas de carbón de Silesia.
Que les juro a todos ustedes, incluso por Arturo, que esos obreros de la primera revolución industrial, quizás hubiesen podido con un poco de cuidado a la hora de establecer los procedimientos de trabajo, trabajar menos horas, claro a costa de que hubiese una pequeña reducción en la remuneración al capital invertido, pero con el precio al que se habían puesto las cuotas de los clubs de Myfair, o las espuelas de plata cordobesas, lo mejor era mantener un sistema lo más cercano posible al esclavismo en términos de coste salarial que si no, el señorito no llegaba a fin de mes ni loco.
Y como hoy me apetece ponerme pelín populista, como un Lerroux cualquiera, le diré al chino ese de Ali Baba, (alguien le podía haber contado el cuentecito de marras), que la cosa no está en cuánto debe trabajar un cristiano, sino cuantas horas necesita para cubrir lo que desee tener, que eso es la sociedad de consumo de la que él y muchos de nosotros vivimos, y si estará dispuesto a mantener su plantilla cuando la tecnología le permita sacara adelante su negocio con menos mano de obra.
Lo más probable, es que tenga menos gente, trabajen más horas, no se pague más por hora, y los beneficios obtenidos por el incremento de producción, irán muy posiblemente a su bolsillo, o al de sus accionistas.
Por tanto, por favor, no me mareen que uno ya está muy mayor para estas cosas, y le cuesta creer en ese mundo utópico donde los perros se atan con longanizas, por muy transhumanista que se me ponga el pollo de turno, y por muchas milongas robóticas que me cuenten, que el que necesite cosas deberá trabajar como un enano, y cada vez más para obtenerlas.
Y si el patrón solo ofrece cuatro horas a seis euros la hora, estaremos delante de otro pobre estructural de esos que teniendo trabajo, no pueden pagar sus consumos básicos.
Para domingo, ya vale, que estas cosas le alteran a uno más de lo que quisiera, que parece que el futuro es de rosa con estrellitas verdes, y quizás así sea, pero en ese saco, no entramos todos. Es el nuevo ojo de la aguja.
Pero si de lo que se trata es de soñar, y estoy dispuesto, estoy además encantado de hacerlo, y soñaré con retranca, claro, en cualquiera de esos mundos maravillosos que este o aquel se empeñan en enseñarme, que también tienen sus cosas que vender, que el buen Borgoña está por las nubes, hasta en Lavinia.
Buenas noches, y buena suerte

A todos nos llega San Martín

Parece que la dulce Francia se despierta a esa cosa que estamos reconociendo como globalización, en la que los ciudadanos de a pie hemos dejado tiras de piel y regueros de sangre por todas partes, para mayor honra del capital, representado por sus compañías transnacionales.
El nuevo presidente, que ha hecho juegos malabares para conformar gobierno, está metiéndose en un buen lío del que veremos cómo sale, si sale, que estas cosas las carga el diablo.
Y es que decirle a nuestros amigos gabachos que hay que cambiar sus cómodas, (y justas diría yo) leyes laborales, esas que han hecho por tantos sitios, que no sirvan en nuestro siglo veintiuno, son ganas de jarana.
Y es que eso de tener un salario mínimo de casi mil quinientos euros, currar treinta y cinco horas a la semana, cuidadín que no te echen que le levantan las faldas al patrón, y a los sesenta libre para disfrutar de la jubilación, quizás no los haga muy competitivos, quizás, pero no hace la vida demasiado mala para los curritos gabachos.
Y por cierto, si se le había olvidado a alguien la cosa, por esas tierras de Dios, hay una cosa que se llaman sindicatos, que parece que funcionan.
El bueno de Macron, que ha crecido, bueno, quiero decir que está creciendo a los pechos de las multinacionales financieras, con su paso por el ministerio de economía, ha entendido el mensaje que ha recibido de sus jefes, y el mensaje es claro, los obreros franceses viven demasiado bien, cuestan un pico a las cuentas de resultados de las transnacionales, y además no hay huevos para trasladar compañías y producciones fuera de suelo galo. Y este pollo es lo que va a ejecutar.
Y es que las cosas son como son, que no me ha parecido casual que la primera visita, de las de deprisa y corriendo haya sido para rendir pleitesía a doña Merkel, y nos salga con que habría que marcar un salario mínimo europeo, unas leyes laborales comunes, una fiscalidad uniforme…en fin cosas de esas, aunque lo que no nos ha aclarado si la cosa irá hacia arriba o hacia abajo, que a mis amigos búlgaros o griegos, incluso rumanos, o españoles, o….no les importaría que sus condiciones fueran las francesas. Pero me temo que no, que no será esa la cosa, incluso si se llega a esa historia de la armonización fiscal.
Lo primero en que piensa don Macron, es en quitarle pasta a sus sindicatos y a sus asociaciones patronales, y le van a parar el país varias veces cada día, que a los sindicatos, gestionar los dineros de formación les viene muy bien, que hay que pagar las nóminas en la CGT y en la patronal.
Y ya se sabe, si se le da el dinerito a los currantes se lo gastan en la taberna, y no va a quedar ni una botella de buen Bordeaux que exportar a China.
Habrá que ver en que da todo esto, porque lo que ha dado lo que se ha hecho, en España, sin ir más lejos, ha sido llenar las calles de pobres, hacer que casi el treinta por ciento de la población esté en riesgo de exclusión, y por supuesto que las cuentas de las grandes compañías de gusto verlas.
También ha dado tímidos aires a movimientos políticos de esos que no tienen nada que hacer, que les llaman populistas, extremistas, y no sé cuántos istas más. Pero no tienen nada que hacer, que nada hay más patético que ver al primer ministro griego bajando sueldos a sus pensionistas, echando a la calle a sus funcionarios, y no llegando a fin de mes, con una huelga tras otra, pero manteniéndose en el poder.
Y que a nadie se le olvide la muerte europea de la socialdemocracia, que para mí no es una sorpresa, porque cualquier cosa que suene a protección del ciudadano es obsoleto, que no queremos que la sanidad sea la que se necesita, que no queremos educación, queremos adoctrinamiento, que hemos perdido, en buena medida, ese concepto de adolescentes soñadores que se llama libertad, y que posiblemente dio su última bocanada en aquel mayo francés, en mil novecientos sesenta y ocho.
Por cierto, me enteré el otro día que con el dinero que se ha gastado de los contribuyentes de occidente en salvar a los bancos, se podría haber solucionado el hambre en el mundo durante….250 años.
Alguna vez he comentado que nuestros hijos vivirán peor que nosotros, a no ser que seamos de unas élites inalcanzables para el común de los mortales, y también he comentado que posiblemente nuestra sociedad, con los supuestos valores que la sustentan dejen también de existir, quizás en un par de generaciones, no lo sé, pero estamos en el declive del imperio de occidente.
Eso sí, no pienso ponerme pesimista, si el mensaje lo parece, que tampoco le pasó nada al mundo cuando se fueron los dinosaurios, solo que algunos nichos ecológicos quedaron libres y se llenaron con el tiempo.
Pero vayamos haciéndonos a la idea de que aparecerán las píldoras de la longevidad que perpetuarán las élites económicas, que aparecerán los robots con inteligencia artificial superior a la nuestra, y que una nueva especie del género Homo surgirá, y acabaremos sin poder reproducirnos con ella. ¿Y qué?.
Solo espero que todos estos movimientos se vayan asentando, al menos para que no mareen demasiado, que los ciudadanos aún somos tan estúpidos que pensamos que tenemos mucho que perder, y mejor no meternos en revoluciones, no sea que no nos vuelvan a enviar un “me gusta” a mi cuenta de Caralibro, y eso sí que me hundiría en la desolación.
Le daré la razón a Bauman en cuanto que mi generación echa de menos los tiempos pasados, pero mi generación se va, el mundo ya no es nuestro, y los que empiezan ahora tendrán que arreglar su cueva de la forma que consideren más adecuada a los requerimientos del entorno.
Eso sí, lo harán sin demasiada cultura, sin una moral en la que apoyarse, casi sin religión, y con la ética del dinero, esa cosa que no es más que confianza en que por un trozo de papel te darán una patata. Así que con esos mimbres tendrán que hacer sus cestos.
Que con su pan se lo coman

Veinte céntimos por un ciudadano

Hoy me he enterado que los europeos le hemos largado una multa a Facebook, Caralibro a partir de ahora, porque engañó a la comisión, que por cierto le puso fácil el engaño.
Para mí, una pastita, que me necesito varias vidas para reunirla, siempre que las subprime no hagan de las suyas, claro, ciento diez millones de “chuflos”, que para estos pollos cuya valoración en bolsa a finales de abril era la no desdeñable cifra de trecientos treinta y dos mil millones, ha debido sonar a chufla y chirigota, como las de Cádiz, vamos.
Y todo porque prometió, cuando en 2014 pagó diecinueve mil millones de dólares por Whats app, que no mezclaría los perfiles de los clientes de una y otra “marca”.
Se tienen que estar descojonando a nuestra costa, y para mayor recochineo, seguro que ni se plantean impugnar la multa de marras, y lo que es peor, el mal que se quería evitar no se evitó, y no se evitará.
Que nadie olvide, que para una compañía de este calibre, y de cualquier otro, lo peor que puedes hacerle es revocarle la licencia, de forma temporal o definitiva, y si como al parecer ha engañado en esto a los europeos, mucha fe es creer que no lo hayan hecho en cualquier otro aspecto de su estructura empresarial, pero la multita cutre salchichera, solo sirve para que imbéciles como yo creamos que se ha hecho justicia.
Yo he sido cliente de Caralibro, hasta que por razones que no vienen al caso, un día borré todo, o creí hacerlo de la tal página, porque seguro que por perfiles ignotos, andan aún dando vueltas aquellos “me gusta” que pudiera enviar, o cualquier comentario a cualquier chorrada que se pusiera debajo de mis ojos, y que “pardalet” de mí comenté o publiqué.
Que pensándolo bien, a quién coño le importa si estoy feliz, si estoy triste, o si me he levantado a Chuchita por fin. Fui un verdadero imbécil que cayó en eso que se llama intentar ser la más popular del instituto, y es que los seres humanos somos así . Que si la tribu no nos alaba, se nos viene el mundo encima.
Los quinientos millones de europeos a los que de buena o mala fe, o por simple negligencia estos señores engañaron, tal y como ha indicado la comisión, hemos sido valorados a 0,2 euros por barba. “Porca Troya”.
Pero no podemos cabrearnos, o por lo menos no podemos cabrearnos más de lo que ya nos estamos cabreando, ya que hemos conseguido en esta Europa, a la que ya ni Zeus se plantea secuestrar, que quienes manden aquí sean las grandes compañías, incluso aquellas que nos usan como producto, que nos mienten, que no pagan los impuestos que si fueran el panadero de la Calle Mayor de cualquier pueblecito cerca de Breda, por decir un algo, pagarían.
Y luego, eso de los ciento diez millones, seguro que no se los dan a los griegos, que últimamente no me llegan a fin de mes, pero quizás sirvan para las dietas de los señores eurodiputados, o para la iluminación de cualquier edificio de carísimas oficinas que andan repartidas a nuestra costa por toda Europa.
Pues sí, me considero un perfecto imbécil por haber entrado en el juego de ese tal Zuckemberg, y mucho más me duele, que nadie en nuestro entorno político haya salido realmente en defensa de nosotros los ciudadanos.
Pero claro con multas de veinte céntimos de euro por barba engañada, la temporada de caza se da por abierta, y a mí se me abren las carnes, que quieren ustedes que les diga, que todos estos tienen las Holland-Holland 750 bien engrasadas.
Y es que nos gusta que nos envíen ese corazoncito de San Valentín, tan mono él, o que Don Pepito, como yo mismo he hecho, lance sus ocurrencias al éter y tengas el increíble pago de tres deditos levantados por tu maravillosa idea del día.
Claro, que entre col y col te llenan el cesto de lechugas, con esas que se llaman publicidad no deseada, o incluso maliciosa, que tú estás ahí para hacerte popular, para estar conectado, (falsamente), por gente que en la mayoría de los casos no conoces, o que quisieras que no estuvieran chafardeando tus cosas, y el premio es un dedito hacia arriba.
A la vista de todo esto, me están entrando ganas de volver a la epístola de dos cuartillas, sobre elegante, y sello de lo que corresponda, así si se la mando a la novia de mi amigo con intenciones aviesas, en caso de que la moza sepa leer, lo peor que me puede pasar es que me conteste encendida de amor, y lo mejor es que ese que creo que es mi amigo, se cabree como una mona y no me vuelva a dirigir la palabra, lo que también es las más de las veces un respiro.
Ahora, eso sí, tendré menos amigos, y tomaré más veces el té en la terraza del Ritz de Picadilly.
Así, que nadie se olvide, valemos veinte céntimos para nuestros políticos europeos, esos pollos de la comisión que ni sabemos quienes son, que han salido de contubernios, de acuerdos de los de tú me das, yo te doy, que a quien hay que defender es a esas maravillosas empresas tecnológicas increíbles que valen más que la mayoría de los estados.
Me pone de los nervios, así que intentaré ser lo más breve posible, y mi brevedad es seguir apoyando a todo aquel que desee recibir en su intimidad ataques contínuos de publicidad ni deseada ni útil, de los que quieran enseñar el color de su culo, a propios o extraños, pero el color de su culo pasado y presente, que las cosas son como son, y cierto, seguiré apoyando a todos aquellos que además intentan continuar en esa vía de niñato de instituto buscando ser el más popular de la clase, el más ocurrente, el más querido, el más admirado.Eso si, exigiendo que se revisen al alza las tarifas que veinte céntimos poco parece.
Y no soy un enemigo de las nuevas tecnologías, es más las apoyo y las utilizo, pero esta vaina que lo que hace es vender a veinte céntimos de euro cuentas de ciudadanos para que la publicidad de cualquier porquería les llegue a su cuenta por la mañana, la encuentro huera, y digna del corazón de un seguidor de seriales de amor.
Por cierto, que a ninguno de ustedes se le ocurra intentar engañar a la Comisión, que son capaces, si no es usted lo suficientemente grande, de volver a montar una buena guillotina en la Place de la Bastille, para escarmiento de atrevidos y disfrute de la plebe.
Con su pan se lo coman