Desde el Parador

Las cosas van tomando ese inveterado aire de vacaciones que parece atrae a la ciudadanía, a un estado, por otra parte no solo muy merecido, sino necesario, que recubre todo de una pátina de intrascendencia muy útil, que solo falta que uno se vaya de vacaciones, aunque sea dentro de su casa, y el mundo decida no pararse y tenerte en un sin vivir, ¡que no hombre, que no!.
Y parece que en esas estamos, ya hemos tenido todas las que queríamos, a tiros en Alemania, a machetazos en Japón, a tiros en el Imperio, sin ir más lejos.
Y todo parece llevarnos a lo mismo, que como leía hoy a un articulista del Confidencial, lo fácil es buscar soluciones sencillas a problemas complejos, y lo del terrorismo que hemos dado en llamar islámico, cargándole todos los muertos es una de ellas.
El articulista reclama conocer bien el mundo islámico, a través de su residencia dilatada en un país de esa tradición, y el que se le cargue el muerto a los que profesan esa confesión le parece cuanto menos exagerado, y yo estoy con él.
Cierto que yo no he vivido largos períodos de tiempo en una de esas sociedades, pero si he viajado a través del Islam, casi como un Ali-Bey cualquiera, y algún desnucasapos me he encontrado, ¡cómo no!, pero como excepción, no como norma.
He atravesado Turquía, muy aconfesionales ellos, como estado, claro, que luego van a sus mezquitas, y siguen más o menos las leyes coránicas, como nosotros las nuestras. Y ves a los derviches guardar el respeto a su fundador, llegas al Kurdistán y la cosa sigue más o menos igual.
Me invitan a su casa en Kasghar los días del final del Ramadán, y me hacen sentir como uno más de la familia, o me rodean en Isphahan, un grupo de muchachas estudiantes, a preguntarme cosas sobre mi tierra, y sobre mi cultura.
Me paseo por las tierras tunecinas y la gente vive como yo las había visto vivir hace cuarenta años en mi Barcelona, a pasear por su Rambla, a ir a sus mercados, y a entrar en el zoco de la Medina, como entraba yo en los Encantes de la Plaza de las Glorias.
Me han contado historias en la Plaza de Marrakech, y me han intentado vender desde un tití a una cobra real desvenenada, y he cruzado el Atlas con ellos, dormido en sus jaimas cuando ha tocado, y comido alcuzcuz con carne de cordero, pasándolo con té verde, las veces que ha hecho falta….
He entrado en los territorios del Estado Palestino, donde andan muy cabreados, y con razón, he paseado por las calles de Ammán o de Damasco, Aleppo, Homs o Saniurfa al otro lado, y todo lo que he visto, ha sido gente normal viviendo su vida con el interés puesto en el desarrollo de su familia, de que la gente siga entrando en su barbería, o le pidan carreras para su taxi. Que llegue la hora de comer y haya algo decente en la mesa.
En Doha es lo mismo, pero con más lujo, como en Brunei, o esos países a los que les ha tocado esa lotería del petróleo, que en cualquier momento se les va a hacer puntillas bordadas para bocamangas de togas para abogados. Aquí la diferencia es que van más limpitos, y se bajan de Ferraris en vez de bajarse de bicicletas comunitarias, pero al final de la jornada, no dejan de ser más que personas con las mismas ganas que muchos de nosotros de sacar adelante su vida y la de los suyos, como el tangerino, o como el indonesio.
Es cierto que estamos en guerra, lo he dicho desde estas páginas, y lo proclamo tantas veces como se me pregunte, y esa guerra, que como todas favorece descaradamente a los señores de la guerra, necesita un enemigo definido para poder contar con los adeptos necesarios que desarrollen el día a día más molesto, y que llena las manos de sangre no teórica, física y bien física.
Así que, de un lado gritan que hay un Satán redivivo en el yanquie, y la fathva hay que cumplirla hasta la muerte…..de otros, claro, que el que la proclama es un leader, y hay que preservarlo, y del otro lado pensamos que el enemigo, ahora que lo del comunismo y la confabulación judeo-masónica ya no vende, es ese islamismo radical, al que le hemos dado hasta nombre…Isis, o Daesh, (algo que aplastar) denominación que tanto les revienta a estas gentes.
Tengo que considerar que cuando entre seguidores del Profeta, me he sentido francamente mal, ha sido en sitios como los banlieu de Paris o de Marsella, o en Nou Barris junto a Barcelona, o en parte del Lavapiés madrileño. Allí he visto algo que nunca había visto en las tierras del Islam, fuera donde fuera, y lo que he visto es el sentimiento de haber cometido el error de la desubicación seguida de la frustración que da la pobreza comparativa con el resto de la sociedad occidental a la que no han querido, o no han podido adaptarse, incluso tras varias generaciones. Pero el sentimiento no era diferente de cuando paseaba por los sesenta por el Pozo del Tío Raimundo, o por Can Tunis, con la salvedad de que los que allí vivían eran desheredados, pero de nuestra misma cultura, y los suicidios eran diferentes, o con caballo o a tiros con la policía, o a lomos de una «loca»*, a ver quién corría más.
La mayoría de los atentados contra personas que han llenado de horror las páginas de los periódicos estos días, no han sido todas de islamistas, que ha habido un excombatiente americano de Afghanistán, un japonés que había perdido su trabajo en un centro de cuidado de personas con discapacidades, un alemán de origen afghano, que reivindicaba su “alemanidad”, un tunecino inadaptado, viviendo de trabajos precarios en una sociedad que no es la suya….
En alguno de estos casos, han sido “reclutados” por señores de la guerra, cierto, pero el denominador común es la pobreza, el rechazo, la inadaptación o la burla dentro de una sociedad opulenta, y ese es el enemigo a combatir, pero que al no ser reconocido como tal, simplemente no existe, y claro, no se combate.
Y cierto, es solo una faceta de este problema que el nuevo siglo nos tiene plantado encima de nuestras mesas a la hora de la sopa con telediario, y es imposible que desde el poder se reconozca ya que está causado por el poder mismo.
Porque baladronadas aparte, si el tal califato del Daesh no ha sido ya aplastado, es porque a los poderosos de este mundo les interesa que exista, de la misma forma que interesa que la guerra en Siria no decaiga. Las razones me las imagino, que realmente las desconozco, pero no creo andar demasiado descaminado.
Por otra parte, nuestros políticos, tan trabajadores ellos, no hacen más que perder el tiempo yendo de aquí para allá como pollos descabezados, que al parecer ni tienen la preparación necesaria para ejercer su oficio, que no es ni más ni menos que conseguir el bienestar de los ciudadanos, ni la voluntad de alcanzar algo que no sea intentar apuntalar sus egos, que empiezan a tomar tamaños argentinos.
Voy a pedirme un vermut con aceitunas, que es lo que cumple a estas horas y en estas fechas, y a seguir pensando que nos han creado una burbuja para que nos creamos que vivimos en la Arcadia feliz….y eso, ni en Zumárraga por mucho que insista el Lendakari.
Buenas noches, y buena suerte
* Loca, era como se llamaba al Seat 1430, y que corría como una loca….

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