El camino

Los dibujos sobre los caballeros templarios, nos muestran siempre a dos de ellos montados en un solo caballo.

Por supuesto con su armadura y sus armas al completo, lo que siempre me llevaba a ciertas reflexiones.

La primera lo mal que debía pasarlo el caballo, al trote o como decidiese quien empuñase las riendas, con cerca de doscientos kilos de carne templaria en el lomo, en medio de una batalla. Una pasta en caballos debía costarle a la Orden.

 

“Sigilum militus Xisti reza el lema (Sello de los soldados de Cristo)

 

Luego pensé que siendo tan pocos y tan ricos los tales componentes de la orden del Temple, (caballeros eran unos pocos, sirvientes y soldadesca a su disposición ya era harina de otro costal), debían ser híbridos de escoceses y catalanes de tierra adentro, hábiles en el arte de mantener la bolsa cerrada.

También es obvio, que la tal disposición, en la batalla, no parece que fuese demasiado eficaz, sino todo lo contrario, ya que entre el cansancio del caballo, la falta de maniobrabilidad, y la dificultad de movimientos de los jinetes, los partidos los perdían por cuatro a cero. Y es que para hacerlo medianamente razonable deberían montar un zurdo junto a un diestro por lo menos….en fin.

Pero parece que no es así, que como en tantas cosas de la vida, lo que tenemos delante no es más que un símbolo reflejando la estrecha unión entre los caballeros, que iban en parejas a la batalla, dependiendo el uno del otro, y con la máxima de no rendirse nunca. Victoria o muerte.

Parece ser que estos Caballeros, procedentes de las mejores familias de Europa, vivían en la más absoluta de las austeridades, cosa por otra parte muy útil, si quieres mantener un cuerpo y na mente en condiciones de cumplir la máxima de la orden que no era otra, (oficialmente) que proteger los Santos Lugares en Jerusalén.

Así que, honor, abnegación, austeridad, castidad, (dicen que no podían tocar a una mujer, ni siquiera a su madre o a su hermana), pero dinero, sobre todo dinero, que les llega de las comisiones que cobraban por sus servicios de banca para viajeros. No prestaban con intereses, que eso era pecado, aunque si lo hacían a la casa real francesa, y es lo que al final les acabó costando el pescuezo, que Felipe el Hermoso, era muy suyo.

En este símbolo de los dos soldados montados en el mismo caballo, creo que podemos leer la importancia del hecho de que dos personas, de forma voluntaria sigan el mismo camino, sin importar quién lleve las riendas, que no hay distinciones entre los dos caballeros, no hay jefe, no hay subordinado, hay únicamente un elemento, el caballo, que les permite seguir el camino.

Desde luego no se me está ocurriendo pergeñar un ensayo sobre el Temple, la literatura y los estudios sobre la orden son innumerables, y muchos de ellos incluso de altísima calidad, lo que pretendo únicamente es a la escasa luz de mis conocimientos, reflexionar un poco sobre alguna de las enseñanzas que el Temple, y organizaciones similares hayan podido dejar en nuestras vidas.

Y eso asumiendo que nada ni nadie es perfecto, que estos templarios eran muy brutos que diría Juan Eslava Galán, pero ya fueran ellos, o su fama, descubrimos que fueron grandes arquitectos, con los mensajes simbólicos escondidos entre sus piedras, tanto en las grandes construcciones como Montalbán, Ponferrada, Jerez de los Caballeros, o las más modestas como la Vera Cruz en el camino de Zamarramala o Santa María de Eunate.

También financieros, y cómo no, ligados al gran negocio de la Historia que no es otro que la guerra, llegaron a tener un poder inmenso como organización, tanto desde el punto de vista económico como cultural, eso sí manteniendo la pobreza en todos y cada uno de los miembros de la orden.

Y es que al final es tremendamente importante para las organizaciones humanas el mantener objetivos, disciplina, austeridad, y discreción a toda costa, que con esas claves el poder llega siempre, junto con las envidias, y las consecuentes traiciones.

Nunca he entendido como una organización tan poderosa fue eliminada en na sola noche, de forma coordinada en toda Europa, sin que nadie diese la voz de alarma, o se organizasen defensas a no ser que todo fuese una farsa acordada, se limpiase la orden de elementos no deseados (lucha interna por el poder), y que posteriormente con otros nombres (Calatrava o la Orden de Cristo) hayan sobrevivido los objetivos templarios de forma aún más discreta hasta nuestros días.

Y es que ese caballo que transporta dos jinetes quizás sea uno de los elementos esenciales para realizar ese camino de perfeccionamiento personal, de búsqueda de ese Grial íntimo, con el compañero que estará siempre a tu lado esperando tu ayuda cuando flaquee, y ofreciéndotela cuando seas tú quien la necesita, la verdad es que no lo sé, pero esta Orden de los Pobres Compañeros de Cristo Caballeros del Templo de Salomón, parte de nueve nobles franceses liderados por Hugo de Payns, que poseía estrechas relaciones con Balduino I, con el Patriarca de Jerusalén, con Bernard de Claraval, toma como objetivo proteger el camino que lleva a Jerusalén, y obtiene todas las facilidades para llevar a cabo su tarea de salvaguarda.

El hecho de su discreción, su relación con la construcción de templos, el uso de sistemas de comunicación no descifrables para los mensajes internos, el hecho de la necesidad de una ceremonia de iniciación de los nuevos miembros, el hecho de dejar marcas de cantero en sus construcciones, ha producido, sin duda, que su leyenda y su poder hayan permanecido vivos hasta nuestros días. Aún más el manejo de dinero en un contexto de estar el préstamo con intereses mal visto por la autoridad religiosa, quizás llevo a la Orden a una demolición controlada manteniendo su legado entre otras órdenes religiosas, o en asociaciones civiles que tienen como objetivo los lemas de igualdad, fraternidad, libertad, junto al desarrollo de un camino de perfección personal y una importante carga de filantropía en sus objetivos.

Hay muchos Templos que construir, muchos templos que proteger, muchos caminos que transitar al abrigo de la seguridad económica, física y espiritual, con lo que la antorcha que enciende (o recoge) Hugo de Payns sigue a buen seguro viva, pero de forma discreta.

Y esa discreción junto al poder adquirido, consiguió que el Temple, y muy posiblemente aquellos herederos de sus ideales y sus procedimientos se conformaran como un estado dentro de los estados, una Iglesia dentro de la Iglesia, y sobre todo un faro ideológico con repercusiones decisivas en la historia de la Humanidad.

He dicho