“La fin del mundo”

Me han dicho que hoy si no toca “la fin del mundo”, le va a faltar poco. Parece que tenemos una cosa que se llama “luna de sangre”, y lo peor es que no es una, son cuatro en un año, y además coincidiendo con unas fiestas judías de lo más importantes, amén de las elecciones catalanas, claro.
Así que se acaba el mundo, o van a pasar cosas muy malas en los próximos días o meses. ¿quién sabe?. Como si no estuvieran pasando cosas tremendas en este mundo traidor como para ponerle la guinda de las lunas de sangre.
Por lo visto el fenómeno de la luna de sangre, tiene que ver con cosas como las ondas hertzianas de los espacios encontraos, y parece que los argentinos la van a ver super, vitte, super.
Bromas aparte, parece que el fenómeno está relacionado con un eclipse, con los rayos del sol rozando la tierra, incidiendo sobre la luna, y otras cosas de la astronomía que están disponibles en San Google bendito. Efecto parecido al de las nubes rojas de los atardeceres, así que nada esotérico.
He leído por ahí, a partir de unas de esas cosas que te entran por el caralibro, que hay gente de esa que se sabe la Biblia de memoria, afirmando que pasajes del Antiguo Testamento anuncian tribulaciones sin fin, y hasta en el Apocalipsis se hace mención a lo fatal que es eso de la tétrada. Apechusca, a poco creyente que seas.
Yo voy a mirar en los comentarios del Beato de Liébana al Apocalipsis, a ver como se interpretaba la cosa mientras se inventaba el cocido montañés, aunque no creo que le viniera mucho al pollo lebaniego esto de las lunas de sangre, ¿qué le vamos a hacer?.
A estas cosas del fin del mundo, la verdad es que no les he hecho mucho caso, y hasta ahora con motivo, aunque la reflexión ha sido siempre intentar entender qué es lo que entendemos por el tal evento.
El primer “fin del mundo”, es individual, claro, te desencarnas, como dicen los iniciados, y adiós mundo cruel, este cueeeenntooo se acabóooo. Este interesa poco, excepto a nivel individual, que, claro, tiene su aquel.
Creciendo en el número de afectados, siempre me han llamado la atención, por su sordidez, los de las sectas destructivas, esas que por seguir a un iluminado, acaban en un rancho del Medio Oeste americano, rodeados por los agentes del FBI, y todos para el otro barrio. Las ha habido realmente terroríficas, como seguro que en la mente tenemos todos algún ejemplo. Es un maldito fin del mundo, en el que gente, normalmente sencilla, y por sentir que el leader era quien les iba a llevar a la vida eterna de la felicidad, pues eso, desencarnan a lo bestia. Es tremendo.
Me encantan los milenaristas, que en general son menos destructivos que el caso anterior, y he tenido la ocasión de vivir uno, bueno, dos, el del paso del 1999 al 2000, y uuuupppsss, que es el año que viene, del 2000 al 2001. Pelín ilusos y mal informados, que la cosa no vale, que los chinos cuentan de otra manera, y en el Islam, y los israelitas….vamos, que los finales del mundo iban a pillar a más de media Humanidad en fuera de juego. No valen, hasta ahora, estas historias milenaristas, y el próximo milenio ya verán, que no pienso quedarme para comprobarlo, es muy pesado, y seguro que aún están en Cataluña piando por la independencia a medias.
La lata que dieron con lo del fin de año maya allá por diciembre del 2012, el día doce decían, más o menos, que a pesar de la precisión matemática de aquellos pollos, parece que había que ajustar algo, vamos que el caso es que no pasó nada….¿no pasó?.
Creo, sin embargo que ha habido algunos eventos, no lo suficientemente apocalípticos como para mandar a cardar cebollinos al Planeta, pero que de poco le ha ido. Dicen los científicos, que por lo menos ha habido cinco grandes extinciones en la Tierra, es evidente que no fueron al cien por cien, pero creo que supusieron una especie de borrón y cuenta nueva. Por ejemplo, la extinción de los dinosaurios hace alrededor de sesenta millones de años, supuso el triunfo de los mamíferos, y nuestra presencia en la Tierra.
Si pasamos a las épocas históricas, estoy convencido de que la desaparición de civilizaciones han sido fines del mundo, ya que la mayor parte de su historian de su cultura, de su tecnología, ha desaparecido, y con dificultades enormes podemos apenas rascar la superficie de lo que realmente fueron.
Hemos, ya ciñéndonos únicamente a la historia de la Humanidad, sufrido muchos fines del mundo, y ninguno ha sido de efectos inmediatos. Las extinciones de civilizaciones han sido objeto de múltiples especulaciones en cuanto a sus causas, y ciertamente no hay una razón única que pueda explicar lo que motivó las desapariciones, los fines del mundo limitados.
Quizás algunas de las profecías apocalípticas se estén cumpliendo de alguna forma desde el dramático final de la Segunda Guerra Mundial.
La civilización que, desde mi punto de vista está asistiendo a su final es la nuestra que está siendo reemplazada a pasos agigantados.
No solo hemos creado un arsenal armamentístico capaz de conducirnos a una extinción como la de los dinosaurios como poco, sino que estamos en una fase exponencial de utilización de los recursos del Planeta, que por cierto son limitados.
La cultura, la forma de vida de hace tres generaciones, sin ir más lejos, ha desaparecido prácticamente de nuestra sociedad occidental, llevándose la mayoría de los conceptos que soportaron nuestro mundo, por lo menos desde el descubrimiento de América hasta ese agosto de 1945, cuando tras una bomba atómica saltaron todos los conceptos de moral, honor, respeto. La convivencia en el mundo occidental empezó a cambiar desde ese momento, el miedo a un ataque inmediato de esas características, no ha dejado de sobrevolar nuestras cabezas desde entonces.
La evolución de la cultura occidental ha sido tan radical, que difícilmente la podríamos considerar heredera de aquella de la primera mitad del siglo XX. La estética, las artes, el pensamiento filosófico, la ética, son hoy totalmente diferentes a las que muchos de nosotros aún pudimos intuir en un momento de nuestras vidas en los que convivíamos con nuestros ancestros. No quiero decir quién es mejor o quién es peor, simplemente que el mundo que conocieron nuestros abuelos se extinguió, y de ellos nos quedan apenas trazas.
Este siglo XXI, ha roto con tanta fuerza con aquello que nos formó como personas, que podemos considerar que la extinción, que el fin del mundo ha sido un hecho, y estamos ahora levantando de nuevo la cabeza, estudiando como adaptarnos a este nuevo entorno que se ha creado, o que hemos creado.
Pero el siglo XXI, no es solo patrimonio de la civilización occidental, y creo que otras civilizaciones llevan otros ritmos produciéndose serios conflictos de encaje con el concepto de globalidad, de agnosticismo generalizado, de concepciones estéticas muchas veces inasumibles por grupos con distintos estadios de evolución. No es por tanto extraño para mí constatar las dificultades del Islam, por sobrevivir en un mundo global que en demasiados aspectos les es extraño, y lo que es peor, desde su óptica, inasumible. Su evolución es totalmente diferente.
Lo mismo pienso de la sociedad china, que con diferente reacción, está intentando navegar por este mundo global, que ha sustituido al viejo mundo del siglo XX. Su encaje en el nuevo materialismo, creo que no les está resultando nada fácil, no solo desde el punto de vista de los individuos, sino del país en si mismo.
Hay un comportamiento de nuevo rico, cuando el país es aun literalmente pobre, (85 del mundo en renta per capita), y con casi el ochenta por ciento del territorio con formas de vida medievales.
Veremos como continúa este fin del mundo antiguo de la cultura occidental, y qué es lo que el nuevo mundo ofrecerá a las generaciones venideras. De la extinción de los dinosaurios, salimos los humanos, semanas más tarde, ya sabes.
Quiero hacer una apostilla sobre el asunto Volkswagen, y es que posiblemente, a fuerza de relacionarse Alemania con China, han descubierto el poder de la trampa…¡quememos billetes falsos para nuestros muertos!.
Buenas noches, y buena suerte