La madre del cordero

La madre del cordero, que todo el mundo se niega a reconocer, es la que de verdad mueve los hilos. Puñetera obviedad, pero a veces de lo más obvio se destila la esencia de las cosas.
Y vamos allá, que todo esto viene a cuento de la visión que los paniaguados comentaristas de las emisoras de radio, a través de sus becarios sesentones de este veranillo te sueltan de cualquiera de los conflictos que están apareciendo por el solar patrio estos días.
No pienso ni mencionar nombres de ilustres habladores, ni de las organizaciones que los sustentan, que los que aguantamos somos los ciudadanos, y encima van y se te ofenden, que de pieles finas está el territorio lleno.
En la frontera del Tarajal, a la carrera se cuelan tropecientas personas que están dispuestas a darlo todo para ser encarcelados en Europa. Al parecer, hay cuatro o cinco policías de fronteras, de esos que están especializados en sellar pasaportes que de pronto deben hacer frente a la avalancha.
Sin formación específica, y muy a la española, intentan pararlos casi a empujones, y viene la organización supuestamente humanitaria y los tilda poco menos que de asesinos brutales, que usan técnicas dignas de las satrapías de las que los “invasores” andan huyendo.
Dejando a un lado las alegaciones de los sindicatos policiales, a esos pobres guardias se les va a caer muy posiblemente el pelo, que al Señor Ministro de la cosa Interior, no le revienta las vacaciones ni el Obispo de la Diócesis.
¿Y dónde está la madre del cordero?, aquí hay varias madres, a saber:
Una frontera con Marruecos con un paso de cerca de cuarenta mil personas diarias cruzándolo, simplemente para hacer contrabando, modesto, que lo necesitan los más para la humilde subsistencia que llevan en sus pueblos de origen en los alrededores de Ceuta, requiere algo más que cuatro o cinco guardias a turnos que a saber cómo son y con salarios que no creo que lleguen a los mil euros, trabajando en unas instalaciones casi tercermundistas.
Así que esta madre del cordero, que la alimente quien corresponda.
Que la siguiente se refiere a que el tal paso fronterizo es a la vez la frontera sur de Europa, y algo tendrían que hacer los socios para evitar que esta situación se diese año tras año, pero no es así, y a uno que después de mucho tiempo en este mundo, cuando le hablan de Blancanieves, siempre cree que le hablan de unos polvos para lavar la ropa. Una solución sería, quizás, enviar a todos los que nos llegan con un billete de avión a Bruselas, a Copenhagen, a Estocolmo, a Köln, a Normandie, y listo, que por esos pagos sí que atan los perros con longanizas.
Pero hay más madres del cordero, y es que al parecer al reino alauita, le soltamos una pasta gansa para que estas cosas no sucedan, pero también les deben soltar a una minoría de funcionarios corruptos los transportadores de migrantes.
A saber quién paga más, que el caso es que esa pobre gente, que se ve impelida a viajar por tener en sus lugares de origen vidas que ninguno de nosotros aguantaría más de diez minutos, son los que menos culpa tienen del tinglado siniestro alrededor de todo este asqueroso tráfico.
Y luego están las organizaciones que se dedican a “facilitar” esos tránsitos, y no hay más que ver los precios que se dicen requieren a los que posteriormente serán esclavizados, violados, asesinados, siempre según las informaciones que nos llegan, y a las que nadie al parecer pone coto, que es más fácil dejarles abrir cuentas en Gibraltar, Jersey, Ginebra, o donde sea, que utilizar recursos de occidente para perseguirlos de forma eficaz, que por cierto, se puede, seguro que en esta época de tecnología desbordada, se puede.
Pero sigue habiendo madres del cordero por ahí ocultas, algunas con siglos de existencia, que se remontan a cuando los europeos decidimos repartirnos África, esto pa ti, esto pa mí.
Y cuando la cosa de la soberanía en forma de provincia, de territoire d’outre mer, o cualquier fórmula de mierda que justificase el expolio, nos pareció poco vendible, pues se retira uno del poder ejecutivo, para transformarse en el poder fáctico.
Que a ver si los gabachos van a renunciar a las condiciones comerciales de expolio que mantienen con su Afrique francophone, o los belgas, o los alemanes, o hasta nosotros los iberos, sea en versión española o portuguesa.
Y me dicen las organizaciones humanitarias, que los cinco aduaneros españoles son poco menos que la policía de Idi Amin, que actúan con una ilimitada e inusitada violencia contra los doscientos que se les vienen encima.
Y me pregunto yo, por qué los comentaristas no claman una a una y por su orden con todas las madres del cordero, incluídas las organizaciones humanitarias esas, que sin el tráfico humano del que se quejan no sobrevivirían, que nadie les haría donaciones, ni en las colectas callejeras, ni los países que quieren lavar su cara, ni los bancos que más aún, ni siquiera las grandes compañías, multinacionales que prefieren se hable de lo brutos que son los guardias españoles, y no de los muertos del día de la explotación de Koltán, o del dinero que lavan gracias al comercio de lo que quieran, oro, diamantes, petróleo, Ferraris.
Así que no me mareen unos y otros con estas campañas hueras, que no son más que cortinas de humo para tapar los más innobles comercios que este fenómeno da en el mundo africano.
Así, que propongo, en primer lugar educar a la gente en origen, organizar de forma adecuada el reparto de la riqueza en origen, de nuevo, recordar a los países que toda esta gente atraviesa que está en sus manos evitar que esto ocurra, y si no lo hacen, es por razones económicas, ninguna otra. Ni religiosas, ni políticas, solo económicas para enriquecimiento de unos pocos que además, en demasiados casos, actúan de representantes o delegados de intereses occidentales.
Propongo también las inversiones necesarias para evitar que esto ocurra, pero no hablo de instalaciones aduaneras más sofisticadas o desplazar a la Legión al Tarajal, si no, de nuevo en origen, que no conozco a nadie que de alguna forma haya venido de esas tierras, y que no esté soñando en volver a su amado país de origen, claro que en condiciones dignas.
Así, que por favor, dejen ya de joder con la pelota, manden a esta gente en bussines a Estocolmo, y que les den allí lo necesario para llevar una vida digna, o en Marbella, que aquí también se está bien, aunque ese año muchos de los que están metidos en el negocio, no puedan cambiar el Ferrari.
¡A tomar por culo!