Los refugiados

No quiero seguir la manipulación que se derivará de la conferencia para los refugiados que se está celebrando en New York en estas fechas, pero me va a quedar poca cancha para evitarlo.
Parece que los líderes mundiales se han acercado a la Isla de Manhattan, bien provistos de espetones de sardinas, dispuestos a acercarlas al ascua de la indiferencia mundial, o de los intereses particulares de los partidos que actualmente dominan los resortes de los países que como receptores se sienten concernidos.
La memoria es muy flaca, y parece que hoy el hecho de que las poblaciones se desplacen en corrientes migratorias es una novedad. Una novedad que hábilmente salpicada de caras de dramas personales a la hora del Telediario o de “News at nine”, provoca efectos propagandísticos que pueden alterar en un sentido o en otro los equilibrios de poder domésticos. Así, la terrible imagen del niño ahogado en la playa, o la de la familia arrastrando un carro de míseras pertenencias mientras se acerca a vallas de espinos custodiadas por soldados/gorila, armados hasta los dientes, hace que desde el calor del salón y la sopa humeante, alguien diga, y lo que es peor, lo ponga en sus redes sociales, que hay que hacer algo. Y ciertamente llevan razón. El problema viene cuando se trata de definir el detalle de lo que hay que hacer.
Siempre podría empezar por el mensaje cristiano, de “vende todo lo que tienes, repártelo entre ellos que son los más desfavorecidos”. Es una opción que si las cifras de católicos y cristianos son ciertas, nos movemos en casi dos mil millones de seres humanos que podrían seguir esa recomendación, pero es muy difícil, lo sabemos perfectamente, que a lo mejor unos pocos miles de esos cristianos, católicos o no, lo hacen, pero con eso no llega.
Los budistas no están para muchos trotes, que con esas cosas de que han seguido a su maestro Siddharta que abandonó su puesto de príncipe, de cuartos andan justos.
El Islam parece que se ha tomado las cosas más en serio, que en esta última riada, y me ciño a la provocada por la guerra siria, los datos son que se han provocado casi once millones y medio de refugiados, de los cuales, alrededor de cinco han abandonado el país y han ido a parar a países limítrofes en un 95%, y me refiero a Líbano, Jordania, Turquía, Irak.
Los países receptores de esta corriente, que no es migratoria en primera aproximación, ya que supuestamente son potencialmente refugiados de guerra, no tienen ningún tipo de infraestructura para absorber esos movimientos con las garantías necesarias para crear asentamientos dignos, donde además puedan garantizar higiene, alimentación, sanidad, educación…y la sensación es de que los campos de refugiados de hoy pueden ser las ciudades del mañana. Ejemplos tenemos en cualquier cinturón rojo de cualquier ciudad europea.
Esto unido a las seculares divergencias entre las diferentes corrientes del Islam que se entremezclan en este movimiento, no hace más que complicar las cosas. Alauíes de Bachar el Asad, (rama peculiar del chiísmo), chiítas como los de Hezbolá en el Líbano, el gobierno de Irak, cristianos drusos, kurdos con una buena mezcla de sunnés y chiíes, los sunníes del estado islámico….
Todos son enemigos de todos, y además los dos grandes estados de la región Irán y Arabia Saudí, son irreconciliables chiíes y sunníes, con lo que la sopa está servida, y llega la historia hasta Yemen, en donde se están enfrentando ahora en una inútil (como todas) guerra de supremacía religiosa, a la que se une la llegada de refugiados del sur, desde las guerras en Sudán y Eritrea.
He contado en un cuadro suministrado por The Washington Post, alrededor de dieciséis grupos étnicos en la zona, como Judíos, Cristianos, Kurdos, Imamíes, Turcomanos, Ismaelíes, Nusairis, Drusos, Circasianos, Armenios, Coptos, Asirios, Turcos, Arameos, amén de los ya mencionados. Y entre ellos, lo mejor que puede pasar es que se ignoren, y normalmente no es el caso, ya que se perciben enemigos unos de otros.
Los desplazamientos masivos de población durante los últimos cuarenta años arrojan cifras espeluznantes, quizás haya más de veinte millones de desplazados en la zona, con casos espectaculares como los del Líbano con cinco millones de habitantes y uno y medio de refugiados, que le llegan desde el norte, desde el este y desde el estado palestino al sur, o como en Jordania que tiene siete millones de habitantes, y ha recibido a más de tres millones de refugiados.
Y hablamos de países sin recursos económicos, sin materias primas, y con escasez hasta de agua, lo que crea guetos de pobreza, de resentimiento, y de potenciales reacciones violentas tras lustros de un terrible sentimiento de marginación sin solución.
La presencia Israelí ha provocado más de cinco millones y medio de refugiados, repartidos en la zona, y creando fuertes rechazos en países como Líbano, que han visto como se ha usado su territorio para atacar a Israel desde su país por parte de organizaciones como Hezbolá.
Los refugiados provocados por el desmantelamiento de la frágil Libia de Gadafi que provocó desplazamientos internos por más de medio millón de personas…y así ad nauseam.
El mundo post colonial que quiso desde los salones europeos que el mundo fuera como a las potencias coloniales les convenía, y no como era en realidad, creó esos estados artificiales con mapas de servilleta del Crillon, donde los territorios los ocupaban grupos étnicos donde se superponían gobiernos con líderes religiosos, y donde la variedad de etnias, sectas, religiones y creencias, unido a tradiciones forjadas durante siglos, garantizaban la inmiscibilidad y la pertenencia a una misma bandera. Añadir a la lista de antesEtnias/creencias como zoroastrianos, mandeos, zayidis, baluchis, kharijites, coptos, bereberes, azerbayanos….
El mundo occidental, en buena parte responsable de esta situación, está evitando dar una respuesta para solucionar el problema, ya que los ciudadanos europeos que ven llegar estas columnas de refugiados, realmente se niegan a aceptar en sus comunidades la importación de esas culturas que les son tan ajenas, y que pueden alterar un sistema de derechos y protección social que ha costado demasiados siglos construir de forma consistente. Porque la aceptación de estas masas de desplazados, no se ciñe a la recepción de personas que están dispuestas a integrarse en las sociedades receptoras, sino que arrastran con ellos su cultura, su etnia, su tribalismo, y sus odios ancestrales hacia la etnia vecina, que por cierto viajaba en el mismo tren de la desesperación que acarrea la guerra.
Se está demostrando en Alemania la pérdida de poder que al SPD le va a suponer su política de aceptación de emigrantes, siendo el número muy pequeño frente a los casos comentados más arriba de países del Medio Oriente. Y es que los votantes, los ciudadanos occidentales están convencidos de que importan tensiones, y culturas belicosas que les son ajenas.
Por otra parte está el sentimiento de frustración del recién llegado, que se ve recluido, en el mejor de los casos en guetos, que en comparación con el septième de Paris, o el Charlottenburg berlinés les parece miserable, y tarde o temprano la violencia se desarrolla de una u otra manera, primero de forma interna, y luego contra el estado receptor.
Esa es la percepción del votante, y lo que acaban temiendo los estados, ya que además se importa una guerra de religión multifacética que nadie quiere en su barrio, y al reflejarse en las urnas directamente va contra la sardina que estos días se intentará asar en la Asamblea de la ONU.
No voy a hablar del patético letrero de Refugees Welcome que cuelga del consistorio madrileño de forma vergonzante, y descolorida, y que parece excesivo frente al número de personas recibidas, a parte del entrenador de futbol.
Mi posición es que este problema ha sido creado por el mundo occidental colonial europeo en su origen y agravado por Israel y por Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo pasado.
Una de las grandes emigraciones del siglo veinte, que nadie olvide que fue la de los judíos que dio lugar al estado de Israel, procedentes de Alemania y Rusia, huyendo de la guerra de exterminio que contra ellos libraban los regímenes en el poder. A su vez esto produjo en la zona otros desplazamientos poblacionales entre los palestinos, decisivos para entender lo que hoy está sucediendo.
La intervención americana y rusa en Afganistán y posteriormente en Irak por temas territoriales y económicos, ha sido la segunda pieza de este escenario que hoy contemplamos.
Las potencias actuantes han buscado estructuras sociales y administrativas para organizar estos territorios a su conveniencia, pensando que cosas como Estado, democracia, federalismo, ciudadanía, derechos personales, eran elementos que podían ser aceptados por las gentes de estos territorios que llevan mil quinientos años de islamismo mal asentado, y tres o cuatro mil años con otras organizaciones y creencias religiosas a las que la democracia y las fórmulas modernas de organización de los estados le son absolutamente extrañas.
Mi visión para el futuro es tremendamente pesimista. Se ha liberado un demonio que está justo ahora empezando a actuar y del que los estados occidentales no saben defenderse, ya que están preparados a luchar contra estados en guerras más o menos convencionales, pero no contra esta forma que ataca el corazón de las ciudades con impunidad casi total, los japoneses no pasaron de Pearl Harbor, y el islamismo radical ha provocado en occidente demasiadas muertes, y lo que es peor, inseguridad.
Así que el poder de los partidos puede verse atacado por estas situaciones que por el momento no pueden controlar, y están llevando a que los populismos radicales empiecen a campar por sus respetos. Esa será, me temo, la principal preocupación en la ONU estos días.
Y quiero dejar claro, que hoy me he referido únicamente a los refugiados por causa de guerra o de violencia, y así me queda para otro día la posibilidad de revisar los desplazamientos poblacionales por causas económicas.
Buenas noches, y buena suerte

6 comentarios sobre “Los refugiados”

  1. Quería añadir algún comentario al tema del que refexionas hoy.
    En Europa saben muy bien las consecuencias que acarreo el fin de la Segunda Guerra Mundial en infinidad de pueblos, sobre todo de etnia alemana, lo que se hizo en amplios territorios es simplemente trazar unas lineas en el mapa, sobre todo por parta de la extinta URRS, y desplazar, expropiar y obligar a olvidar idiomas propios a millones de personas a partir de esas fronteras obligatorias.
    Eso paso no muy lejos de aqui ni hace mucho tiempo(unos 70 años), para verguenza de las potencias aliadas. Se describe muy bien en un libro, que recomiendo leer, Continente Salvaje de Keith Lowe.

    1. Gracias Enrique, buscaré el libro a ver la posición de Lowe, aunque en algún paseo que me he dado por esas tierras aún se nota dolor en la gente. Un abrazo

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