Panafricanismo

Estuve el otro día en una conferencia sobre el Panafricanismo, y debo reconocer que aprendí muchas cosas, pocas sobre el Panafricanismo, cierto, que las ideas que ya se habían instalado en mi cerebro se confirmaron, no sin cierto dolor en mi corazón.

Para quienes no tengan ganas de acercarse por las enciclopedias digitales, les diré que se trata de un “movimiento político, filosófico, cultural y social, que promueve el hermanamiento africano, la defensa de los derechos de las personas africanas y la unidad de África bajo un único Estado soberano, para todos los africanos, tanto de África como de las diásporas africanas”.

Hasta ahí, bien, nada nuevo, que el proyecto tiene varios comienzos, y si nos ponemos finos, podríamos hablar de un movimiento que arranca hacia la segunda década del siglo XIX, pero que es a mediados del siglo XX en Estados Unidos donde toma una cierta fuerza.

Podemos decir que este movimiento ha tenido cierto impacto en el proceso descolonizador africano, aunque sus objetivos más importantes distan aún mucho de haberse conseguido.

A mí, esté tipo de movimientos, debo reconocer que me gustan, que me gustan mucho, en lo que en principio tienen de intentar que la vida de la gente sea mejor, que a partir de una unidad de valores se pueda acceder a niveles de poder que permitan una defensa de intereses comunes más eficaz. Me gustan, como ya he dicho.

Sin embargo, cuando uno racionaliza e intenta poner negro sobre blanco las experiencias que sobre el continente africano he ido desarrollando, me doy cuenta que estamos hablando de unos mil doscientos millones de seres humanos, que viven en cincuenta y cuatro países, integrados en la Unión Africana alguno de ellos que pueden considerarse Estados fallidos, otros como La República Árabe Saharauí Democrática, y Somalilandia no está reconocidos.

Se hablan cerca de dos mil lenguas en el Continente de las que mil setecientas pueden considerarse autóctonas, aunque las haya que apenas las hablen cien personas.

Con estos mimbres, la idea de crear un único espacio político es desde luego ambiciosa, pero no demasiado realista desde mi punto de vista, hecho que además produce la sensación de una pérdida de eficacia tremenda, sobre todo si se trata de incluir la diáspora en el movimiento.

Pero me centraré en la actitud de las personas que dirigieron en el Ateneo la conferencia/charla del domingo pasado, y que de alguna manera explica la situación africana (me veo obligado a expresarme en general, cuando estos temas siempre prefiero analizarlos de forma individualizada, es decir tratarlos o por países, o mejor aún por regiones.

Me llamó la atención la falta de preparación y la pobreza intelectual con la que se trataron los temas, y como se intentó comunicar la idea del panafricanismo, sin tratar de explicar antes los problemas básicos de África.

El potencial africano es extraordinario, desde cualquier punto de vista sea humano o de recursos naturales, pero la explotación de los mismos, desde mi punto de vista, es inadecuado, y los africanos presentes en la reunión se empeñaban en culpar a las potencias colonialistas de la mala utilización de esos recursos.

Y quizás lleven parcialmente la razón, no se la quito, pero hay mucho que arreglar en casa antes de quejarse o culpar a maldito blanco colonialista, de absolutamente todo, argumentando indefensión frente al expolio al que ciertamente han sido sometidos.

Si leemos la historia de la esclavitud de Hugh Thomas, veremos que ciertamente los blancos, (portugueses, holandeses, ingleses, mayoritariamente), comerciaban con vidas humanas, pero quienes suministraban a los seres humanos eran miembros de tribus rivales, que se lucraban con el comercio de la esclavitud de su rival, lo eliminaban y a la vez ingresaban dinero. Una justificación de guerras tribales perfecta.

Pero de ese hecho no se quiere hablar demasiado, dada su incomodidad, que si se hubiese puesto resistencia “panafricana” la caza de humanos para su venta por europeos, posiblemente no se hubiera llevado a cabo, simplemente por el coste económico. Quien lo hizo casi gratuito fueron las guerras tribales.

El mantener el victimismo, creo que es un enorme lastre para el movimiento panafricanista, ya que una vez identificado al “malo”, y constatado que sin un esfuerzo muy alto es difícil tomar las riendas, lo más fácil es echarse a llorar en un rincón y esperar que llegue algo gratis desde el cielo.

Se intenta hablar de la importancia que la mujer africana debe tener en el desarrollo no ya del panafricanismo, sino de las sociedades que conforman el continente, y es estupendo, pero nadie identifica las inversiones necesarias para formar adecuadamente a la población, y no hablo de enseñar cuatro letras y a manejar una Singer vieja, sino de acceder a estudios universitarios de calidad de forma local.

Y es que entre esos 1200 millones de personas, no ha salido una iniciativa que permita cambiar materias primas por educación, (prefieren cambiarlo por Ferraris), ya que en el ranking de las mejores universidades del mundo, no figuran las africanas. Y hablamos de un tercio de las materias primas del planeta.

Y como consecuencia funesta, los problemas no se solucionan por la inacción local sumada desde luego al poder del neocolonialismo de la sociedad capitalista.

En un entorno como el que nos ofrece el panafricanismo, cabe de todo, pero en ningún momento de habla de la necesidad de la educación de calidad, que no se trata de que vayan cuatro misioneros, con todos mis respetos, a enseñar las letras para que se pueda rezar luego, el compromiso debe ser de la sociedad africana, y ese me parece que no existe.

Porque en el momento en que se analiza el panorama de los regímenes que rigen los diferentes países, nos encontramos siempre con títulos que llevan la palabra democracia por todas partes, pero que en la realidad son satrapías muchas de ellas hereditarias que en el momento en el que se enfrentan a unas elecciones, la cosa acaba a tiros como hemos visto en Kenia, en Benin, en Gabón….

Los índices de percepción de la corrupción de los sectores público en África son decepcionantes, y sin corregir educación, corrupción, organización política más allá de las preponderancias tribales, que desde luego intentan adaptarse a unas fronteras impuestas por las potencias coloniales, es imposible acceder a la mejora de las condiciones de vida de la población en los aspectos que más les puedan interesar, como son la sanidad y el aumento de la calidad y la esperanza de vida, la capacidad real para gestionar los recursos locales, la creación de las comunicaciones que garanticen una movilidad acorde a las necesidades del desarrollo, el establecimiento de vías para que los proyectos de inversión locales vayan más allá de un taller de costura monjil, o un puesto de bananas en el mercado local.

Se necesita formación para desarrollar los países, en definitiva para lograr la libertad que tanto necesita el continente africano, y hablo de formación no para unas élites, sino para el conjunto de los ciudadanos.

Claro que eso pone en peligro demasiadas satrapías, demasiados intereses económicos extranjeros, y requiere una voluntad que no existe ni en África, ni en Occidente, ni en China, que en vez de pagar con carreteras que duran dos años debieran pagar en educación de calidad para los africanos.

Pero eso hace que los negocios sean mucho más difíciles de hacer.

Seguiré hablando de esto, si G.A.D.U. lo permite.

Con su pan se lo coman