Priscilla reina del desierto

Escuchando la grabación del último programa de “La escóbula de la brújula”, eché unas risas cuando uno de los contertulios comentaba lo que le evocaba la escena de tres personajes, uno con barba blanca, otro rubio que parece un Sigfrido, y un negro zaíno montados en camellos, con capas de seda, colores vivos, enjoyados, con oros y aromas en ricos cofres, de viaje a occidente…¿los reyes magos? Noooo. ¡Priscilla reina del desierto!. El primer desfile de Drag Queens de la historia, el orgullo gay en todo su esplendor.
En el mismo programa y tocando el aspecto científico parece que alguien se ha puesto a analizar al pobre Papá Noël, y le sacude por dos lados.
El primero, es que los renos macho, en esta época del año, no tienen cuernos….a no ser que sean “castrati”, o féminas. Cuestión, al parecer de la testosterona, y claro falta el reconocimiento al oscuro trabajo de las señoras “renas”. Así que doña Carmena con eso del sexo y la cabalgata de Reyes había oído campanas sin saber dónde, se hizo bola, y mire usted, que tuvo que poner a la concejala de San Blas a dar explicaciones canónicas.
La segunda, es que un grupo de científicos un poco “fumaos”, hizo un cálculo de la velocidad que Papa Noël debería desarrollar para servir, a los niños que creen en él, los juguetes en las veinticuatro horas que tiene viajando de este a oeste. (Lo de los husos horarios ayuda un montón).
Parece que tendría que moverse a unas tres mil veces la velocidad del sonido. Hasta ahí, bien, salvo que la onda sónica que crearía sería de tal magnitud, que destruiría, su carro, sus juguetes a las renas…y hasta él mismo saldría seriamente perjudicado.
Claro que como se cumplen estos días los cien años de la publicación de la teoría de la relatividad, si va muy muy deprisa, el tiempo no pasa para él, así que nosotros capturados en el segundo mágico, y él repartiendo juguetes, subiendo y bajando por las chimeneas, comiendo los turrones, y bebiendo el vinito que hayan dejado los devotos e interesados niños. Incluso, podría usar agujeros de gusano, pero eso es ya otra historia.
Realmente la simbología que arrastran estas fechas es inabarcable, aunque en todas las tradiciones del hemisferio norte, lo más importante es el culto al sol naciente, la época en que empieza la vida de nuevo, en contraposición con el otro solsticio que conlleva la necesidad de deshacerse de lo caduco.
Los últimos acontecimientos acaecidos en nuestro país parece que dan la razón a las tradiciones solsticiales, solo viendo la cara de los dos políticos que se encontraron ayer en la carretera de La Coruña. ¡A mí tampoco me tocó la lotería, y tenía otra cara!.
Estos dos se saben muertos desde el solsticio de verano, como poco, y si siguen donde siguen, no es porque no estén ya desechados por la ciudadanía, sino porque nuestra Carmena, nos está fallando con la recogida de basuras y no le caben en los camiones de Fomento de Construcciones y Contratas esa cantidad de porquería, que ellos son solo la cara de las organizaciones clientelares corruptas que lideran.
Las semillas que están ahora brotando en esta tierra contaminada, no son más que despistados bebés políticos intentando enterarse de qué diantres va la fiesta, y sondeando la posibilidad de encontrar un hueco entre el marasmo de árboles que conforman este bosque caduco. Pero el sol está con nosotros unos segundos más al día, y acabará calentando.
Si fuese un antropólogo de pro, y no un Mr. Chance de segunda, desarrollaría ahora los cultos de Isis, sus similitudes con las tradiciones cristianas pariendo dioses en estas fechas, hablaría de los abetos (perennifolios, by the way), o del muérdago, o incluso del Tió Nadalenc de mi terruño, la Toza aragonesa, la Tronca del Pallars, el Tizón gallego, y hasta el Yule Log británico como parte de las tradiciones solsticiales, que hemos heredado, posiblemente, de los antiguos druidas de los bosques ancestrales.
Tampoco, aunque me haya metido con ellos al principio, ignoraré lo que significa la aparición en estos días, y en cada tradición con su nombre y su matiz, de Magos que venían de oriente, de brujas como la Befana (palabra derivada de Epifanía), o el gnomo del Norte que reconocemos como Santa Claus.
Todas estas tradiciones, parece que tienen tres cuerpos para aquellos que somos cristianos viejos, y huimos de calvinismos, que son, a saber, el Nacimiento, el paso del año, y la Epifanía (revelación).
Al fin y al cabo, la tradición cristiana que lo ha sincretizado todo, como no podía ser de otra manera, no ha hecho más que intentar dar una explicación a la misma tradición que no es otra que la celebración del renacimiento de la esperanza del nuevo ciclo solar, que conducirá a nuevas explosiones de vida y renovación en los próximos meses.
El carajal que supuso el cambio al calendario gregoriano, dejó a la iglesia oriental (los que no saben persignarse) celebrando el nacimiento el seis de enero, así que aunque los pastores ya sabían que la Esperanza estaba entre nosotros desde Navidad, se confirma la Revelación, dos semanas más tarde.
Lo que nunca le cuadró a la iglesia es que se le quedara descolgado el cambio de año, por un quítame allá el calendario, la fiesta intermedia que dieron en cedérsela San Silvestre, e intentaron cargársela de forma infructuosa, que con las tradiciones milenarias, no puede ni la tele. Así que el 31, a misa de Gallo, y a otra cosa.
Relacionado con todas estas tradiciones, hay otros personajes, que como “el caganer” catalán, no hacen más que abonar la tierra, o el Angulero asturiano que reparte regalos como el Esteru y su burru, el Olentzero vasco-navarro, o el Apalpador gallego. Todo personajes relacionados con la Naturaleza, y por tanto muy comprensibles para el pueblo que vivía del campo, de los bosques y da la pesca.
Me encanta por otra parte, saber que a los daneses les visita San Nicolás, que, claro, viene de España, el mundo es así.
No olvidamos a nuestras brujas buenas como las Anjanas cántabras que te protegen de los ojáncanos, y también llevan juguetes y regalos nuevos.
Y ahí otra de las tradiciones es el regalo de algo nuevo, que la tierra se renueva, y todo debe renovarse para el próximo ciclo, de la misma forma que para San Juan, quemábamos lo viejo.
Acabaré este capítulo solsticial, pidiendo perdón en primer lugar a Rodolfo, el buen reno de Papa Noël, que no me lleve a tribunales por meterme con su sexualidad y sus cuernos….(no haber sido tan bruto en la época de celo, que estas cosas se pagan). También a los Reyes Magos, que me lo han puesto a huevo, pero a los que les escribo mi carta anual, y nunca me dejan en la estacada, y a todos los que hayáis llegado hasta aquí, si no he cumplido con vuestras expectativas.
Por lo demás deseo a todo el mundo un feliz tránsito hacia los meses de la esperanza, que con la tierra bien abonada y los regalos nuevos si se han pedido con tiento y con tino, las expectativas se cumplirán.
Buenas noches, y buena suerte

4 comentarios sobre “Priscilla reina del desierto”

  1. Precios e interesante… la verdad es que yo en el cole me hacía bola… babbo natale, los reyes, la befana…. un estressss!!!!

  2. Y los italianos, bueno los napoletanos tiran los muebles viejos en fin de año ¡qué lío!

    Lo de los cuernos de los renos que te lo cuente tu nieta, que le preguntó a un pastor lapón.

    Muy entretenidas estas tradiciones y como las narras.
    Bss

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