¡Quiero que me devuelvan mi país!

I want my country back, grita Ms. Laurie Penny desde las páginas de una publicación (New Statment) que llegó a mi caralibro, gracias a mi amiga Pepa.
Los que me conocéis sabéis que mi relación con el Reino Unido ha sido muy extensa en el tiempo, unos treinta años de contactos profesionales diarios, y obviamente muchos personales también, entre los que se encontraban desde el más humilde de los obreros de una fábrica, al dueño de una de esas mansiones del siglo XVII, con sus campos sus perros de caza, y su historia familiar, pasando por muchas de las clases intermedias, desde pollos de la City, a trepas empresariales, emprendedores de todo tipo, profesores de las grandes universidades, lo que queráis, y así lo dicho, más de tres décadas, que se dice pronto.
En primer lugar, he querido buscar algo que me indique quién es Laurie Penny, y con alegría veo que es una mujer muy joven, y muy bien formada, posiblemente por dos razones fundamentales, la primera por su ascendencia judía (Wilkipedia), lo que en muchas ocasiones implica un desarrollo intelectual basado en el respeto al estudio, a la cultura, y sobre todo a la discusión para llegar a conclusiones que pueden ser hasta muy válidas, y la segunda por su paso por el Wadham College de la Oxford University, en donde obtiene un título de inglés, y lo refrenda con un curso de periodismo. Bien de nuevo, joven, y bien formada.
Por lo que he visto, y a su edad es lo que se espera, sus puntos de vista tienden hacia el marxismo, que han llegado a llamarla Penny la roja, y ha colaborado en multitud de medios de prestigio, ha escrito libros sobre el escenario político, y mantiene un blog al que intentaré acceder, porque son los puntos de vista de la gente joven los que me harán aprender del mundo en el que vivo, y evitarán que me acabe enrocando en una posición inmovilista que no deseo, y contra la que debo luchar.
Digamos que desde Gordon Brown, la situación del Labour party, no es la ideal, es como si la izquierda británica fuese incapaz de encontrar un leader que aglutinara las fuerzas de los desencantados británicos, que como en España, piensan que tanto nuestro José Luis Rodríguez, como su Gordon Brown, les dejaron en 2011 y 2010, a los pies de los caballos al no poder defender a la parte de la sociedad que teóricamente representan de la masacre económica que nos cayó encima.
Independientemente de los errores de unos o de otros, creo que poco hubieran podido hacer, ya que nos pongamos como nos pongamos, el poder no está en el pueblo, amigos, desde hace demasiado tiempo.
La Gran Bretaña que comenta Penny, como muy bien dice, es una utopía, es el estereotipo bonito, porque la verdad está también en los núcleos desindustrializados del norte y centro de Inglaterra, en las vidas subvencionadas de los escoceses y galeses, por no decir de los ciudadanos norirlandeses, que llevan décadas, como nuestras Andalucías o Extremaduras, sumidas en una situación de la que no saben salir, o no les dejan.
Pero claro, no podemos olvidarnos de los jóvenes bien formados, como ella, o las personas de media y avanzada edad también con formación que permite un cierto análisis de las situaciones, y consecuentemente una toma de decisiones más o menos adecuadas a la rala información de la que dispone el común de los mortales, que basan su futuro en su esfuerzo y en las expectativas que les ofrece la economía global en la que estamos inmersos.
Penny, y yo con ella, estamos de acuerdo en que no todo debería valer en política, pero evidentemente no es así, y eso lo sabemos muchas personas, independientemente de nuestro nivel de formación, y nuestra capacidad de análisis.
El grito, al final, no es si dejar o no la Comunidad Europea, si no a quién le doy el martillazo con el único instrumento que tengo a mi disposición….pues al poder, y el golpe a lomos de Mr. Roper (serie británica de los 70/80, sobre un parado británico), se lo han dado al Señor Cameron aquellos que eran Hooligans en esos años y andaban rompiendo trenes, o matando espectadores en el estadio de Heysel, y claro sus descendientes que tampoco tienen más horizonte vital que trabajos mal pagados, a los que ahora acceden posiblemente emigrantes, o la subvención estatal para tener cubiertas sus más básicas necesidades, que no ven en un gobierno como el del Señor Cameron ninguna posibilidad de que “lo suyo” se solucione,
Si Cameron hubiera hecho campaña por la salida de la Unión Europea, seguro que gana el “Bremain”.
Lo malo es que esa clase obrera sin posibilidades, no se han dado cuenta que su enemigo real no está en el gobierno, (cierto que este no ayuda), ni en la inmigración, que supone un porcentaje mínimo de la fuerza laboral, si no en la deslocalización de las industrias, o de áreas completas de las mismas, a países donde la mano de obra es más barata, y pienso en call centers en países de este, o IT en la India, que lo hacen muy bien, y por una fracción del coste laboral. Así que no, amigo trabajador europeo, (incluyo a los ingleses por el momento) tu “enemigo” no es el indio de la frutería o del taxi, sino el que desde Bombay consolida las cuentas de Mark and Spencer mientras en Europa se está durmiendo, por no hablar de la transferencia de fabricación a China.
Penny, como yo, como muchos de los jóvenes británicos que no son Mr. Roper, y que han salido de sus universidades más o menos elitistas, se han echado las manos a la cabeza, porque se dan cuenta que ha ganado el “Sun”, Telecinco, Murdoch o Berlusconi, y a ellos no les importa nada más que su negocio, aunque haya que pasar por encima de cualquier cosa que se mueva. Han llamado al voto de la víscera, de la falta de análisis porque sus medios no son The Guardian, o The Independent, ni siquiera el Financial Times, y lo que esperan es vender publicidad rápido, para ajustar las cuentas del próximo trimestre.
Ese hooliganismo (vandalismo), es quien ha llevado a la muerte a la Señora Cox, en la calle, por no ser del “equipo” de su asesino, como llevó en España a tantas personas por no ser del equipo del nacionalismo violento, pero eso no puede mover a la reflexión a quienes no han entrenado para reflexionar, y les han dado el martillo que representa un voto.
Como dice al final de su artículo, quiero que me devuelvan mi país, ese que nunca ha existido, ese en el que vive una clase alta que se pone sombreros para ir a Ascott, y que entre turistas toma el té en el Ritz, como no existe el país liberal con el que una persona formada sueña, donde las ideas y el respeto sean lo importante y las decisiones se tomen por una mayoría informada, con la cultura y los datos necesarios para poder hacerlo con el menor margen de error posible.
Ha votado, al final, una masa manipulada, como las que están surgiendo por Europa, y cuyos manipuladores ven a una importante parte de la sociedad con posibilidades de hacerles más ricos aún. (Nadie olvide que en Holanda, en Francia, en el Reino Unido, en Italia, en España, no han sido los trabajadores quienes han urdido las campañas, sino dueños muy ricos de medios de comunicación).
Mañana volverán al trabajo, como ella dice, aquellos que lo tengan, claro, se habrá elevado el nivel de incertidumbre y algo afectará al país, que seguirá flotando sobre el Mar del Norte, pero no dejarán los habitantes de zonas deprimidas de estarlo, ni los brokers de la City de ganar algo de dinero, ni de que tal o cual empresa acabe con la contabilidad en Polonia, la fábrica en China, y los sistemas informáticos en Mumbay, y la próxima vez que un Prime Minister se vea en peligro dentro de su propio partido, liará otra más parda, si cabe, que a él no le va ni le viene.
Buenas noches, y buena suerte

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