Una respuesta

    L“ ¿Crees, de verdad, que en el mundo actual merece la pena ser buena persona y buscar conocimiento?.

    Estamos rodeados de basura y vagos”

    Tras un amable comentario sobre una publicación que dediqué a mi nieto, recibo a continuación este texto, que encabeza el artículo, y al que me he comprometido contestar.
    El texto procede de una persona a la que conozco desde hace muchos años y a la que he prometido respuesta por esta vía.
    Lo fácil sería decir ¡Síiiiiii!, y sanseacabó, pero eso esta persona no me lo perdonaría, así que voy a decirle por qué mi si es tan rotundo, aunque, claro, es solo mi punto de vista, y como siempre sin ánimo alguno de intentar convencer a nadie, que estoy muy mayor para esas cosas, vamos ¡que soy un vago!, y empezando por el final, lo último que se me ocurriría es tirar piedras a mi tejado, aunque como es bien notorio, no poseo tejados, ni se me espera por esa zona del mundo.
    Claro, que el ser vago, me beneficia o perjudica solo a mí, de la misma forma que el ser diligente tendría un efecto similar, pero solo en mí, que a nadie pido que me siga en nada, al menos en esta temporada, y la próxima ya veremos, ¡no me hagan sus gracias pensar, que me canso!.
    Entre los vagos más famosos de la historia, hay gente a la que no me importaría parecerme, que eso de ser un Diogenes me encantaría, claro que con alguna comodidad más, no demasiadas, cierto, para poder decirle a Alejandro no solo que me quitaba el sol, sino que con tanta cháchara, se me iba a calentar mi Dry Martini de las 12.45 P.M., y si no desengraso bien a la hora del aperitivo luego se me avinagra el borgoña y no es plan.
    Claro, que ya me he preocupado a la hora de mis vagancias, asegurarme que me las puedo permitir, que cuando no era así no me perdía un “Nessun dorma” a las siete de la mañana ni harto de vino, siendo tal actitud necesaria, no vocacional, ¡que diablos!.
    En cuanto a lo de la basura, ¡qué razón llevas!, pero ya se lo he dicho a mi Carmena, y no hay forma, tanto es así que en uno de esos mitines cuando dejó de abrazarla un efebo chuecano multicolor él, me dijo en un aparte:
    -Mira hijo, es que los miembros y las miembras de mi consistorio, me han dicho que como les barra la ciudad y eche lejía a los carabancheles, les va a parecer que la ciudad no huele a corrala okupa, se me van a deprimir, y no van a votarme ni la operación Chamartín, ni lo del chino. ¡Un sin vivir!. Así que lo de la basura lo dejaré así, que lo demás son opciones.
    Lo de ser buena persona, no sé muy bien lo qué es, ya que nunca he conocido a nadie que no se autocalifique de esa forma, aunque sus hechos nos puedan parecer, como diría un auditor, no adecuados. Todo el mundo que he conocido cree que tiene muy fundadas y nobles razones para actuar de la forma que lo haga.
    Cierto que a mí puede parecerme la cosa horrenda, deleznable, tremenda, no ajustada a derecho, antinatural…..en fin todas esas cosas, pero el tal cristiano si les das el espacio necesario para explicarlo andará cerca de la beatificación, que si los malotes se reconocieran a ellos mismos a la primera, nos cargábamos a la abogacía y la judicatura de un plumazo… y tampoco es eso.
    Hay algunos, que sí, que reconocen que son malotes, pero acaban en el frenopático de la esquina, que eso de las psicopatías son cosas muy malas y de muy mala cura, de forma que ser buena persona es fácil, basta ser como uno es, y si los demás te llaman perro judío, y te echan de la manada, pues a caminar en solitario o cambiar de manada. Que el bien y el mal en principio son pasajeros, y los humanos podemos ser a la vez las dos cosas, o una temporada una y la siguiente otra, que el carácter de alguien con quien te cruzas, siempre temporalmente, lo mismo depende de su hormona de lunes, del palacio o la chabola en qué nació y de tantas cosas, que prefiero pensar en que todos los seres humanos tenemos nuestra rectitud aunque sea demasiadas veces incomprensible, y yo no soy quien para decir de nadie que es buena o mala persona, y si el comportamiento de alguien no se adecúa a mis expectativas procuro antes de decidir que es buena o mala, poner tierra de por medio, que el que pierde un gran hombre o una gran mujer, no sabe lo que gana.
    Y queda la última, la del conocimiento, ¡ay! el conocimiento.
    En la vida, cualquier bien que alcances, es temporal y finito. Empezaré el listado por lo fácil, por los bienes materiales, que en general, siempre en general hoy están contigo, mañana no, pasado ya veremos.
    Las personas a las que la hormona loca te acerque, les ocurrirá lo mismo, hoy estarán, mañana ya veremos, hoy son maravillosas y mañana…mañana.
    Sin embargo, el conocimiento estará siempre contigo, podrás hacerlo crecer tanto como quieras, no hay límite externo, el límite es interior en función directa del esfuerzo y el empeño que pongas en la consecución.
    No te abandonará nunca, solo si pierdes tu cabeza por una de esas malditas enfermedades, pero entonces ya no eres tú, eres otra cosa.
    El conocimiento, entendido como el bagaje que hace que tiendas a la sabiduría te permitirá conocer tu entorno, que al final es donde tu vida se ha de realizar, te permitirá ver las cosas con muchos más ojos, y te darás cuenta lo necesaria que es la basura si quieres disfrutar de la limpieza, que necesarias son las tinieblas si quieres ver la luz, que necesario es saber que el camino que tienes delante de ti está lleno de retos a los que hay que hacer frente en cada momento, y solo el conocimiento, el bagaje que acarreas para tu camino es el que te permitirá disfrutar cada segundo de tu vida.
    Es fácil decir que el conocimiento puede llevarte a la desesperación ya que te abre los ojos a todo aquello que puede parecerte execrable siempre desde la relatividad de tu punto de vista, pero si miras bien, si miras con los ojos de la sabiduría, verás que junto a lo que te parece execrable, hay algo divino que compensa la supuesta maldad, ¡ya lo sé!, queda muy Zen, pero he hecho ese esfuerzo, y no sabes bien las alegrías que me he llevado.
    Así, que al final pienso que no existe el mal, que es la parte que en un momento determinado ataca nuestra zona de confort, y nuestra vaguería piensa que es mejor lloriquear que buscar lo positivo del acontecimiento.
    Eso lo aprendí de Tagore, siendo un adolescente, “Si de noche lloras porque no ves el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
    Así que aconsejaré a quien me lo pregunte, que no deje de ampliar sus conocimientos en ningún momento de su vida, que si encuentra un buen maestro que le indique como alcanzarlo, que siga su consejo, y que como digo nada más empezar este cuaderno de bitácora, “Sapientia sola liberta est”. Y yo quiero llegar a ser, aunque sea el último segundo de mi vida un hombre libre.
    Buenas noches y buena suerte

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