Inmigrantes, refugiados, expatriados

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Son tres aspectos del mismo deseo, el deseo de mejorar tu actual forma de vida, dejando atrás tu país.

Es más creo que es lo más positivo que el ser humano ha desarrollado a través de su historia. Buscar mejores ecosistemas para desarrollar su vida, ha sido una clave para el desarrollo de la especie.

Estos movimientos, con dos excepciones, han sido siempre voluntarios, en el sentido de que independientemente de lo dura que haya sido la causa, la decisión ha sido tomada por el individuo, o por el grupo.

Las excepciones obviamente son las deportaciones, y el tráfico de esclavos en cualquiera de sus formas.

Vamos a estas últimas, Según Hugh Thomas en su «Trata de esclavos», afirma que entre 1510 y 1870, 10 millones de negros fueron transportados desde África a las plantaciones de América. Es una barbaridad, pero haciendo cuentas, salen unos 28.000 esclavos al año, veintiocho mil dramas cada año, que si lo comparamos con las deportaciones de que los alemanes llevaron a cabo durante los años del régimen nazi, un millón al año, aproximadamente la hacen ridícula.

Creo haber dicho en algunas ocasiones, que al esclavo, al fin y al cabo, y obviando todas las consideraciones morales, se le trataba como un activo financiero, y como tal estaba sujeto a los principios contables de depreciación, amortización, beneficio por productividad.

Así que había que alimentarlo, dejarle dormir lo justo, tenerlo lo más limpio posible, (solo para evitar infecciones), en fin digamos que tenía que estar dentro de un protocolo de mantenimiento, como cualquier arte de la plantación, mina , o explotación del tipo que fuese.

Además, la reposición, podía hacerse de dos formas por parte de los amos. Bien acercarse al mercado de esclavos, o promover la reproducción dentro de su estructura productiva.

Seguro que se tomaban las decisiones económicas adecuadas para tratar el tema, ya que la supervivencia de la empresa dependía de ello.

La vejez podía ser muy dura, pero, tampoco llegaban a muy viejos. El problema era la falta de libertad, y el trato, que no era el que se le debe al ser humano. Las formas de esclavitud modernas, son infinitamente más crueles, y los esclavos de los siglo XX, y XXI, que muchos son aparentemente hombres libres, están expuestos a perder el trabajo, a pasar hambre, a no tener techo, o a recibir por su trabajo una cantidad que no les permite comer, dormir bajo techado, y vestir con dignidad.

No digo que haya que volver a la caza de hombres, pero el precio por el que ahora se alquila a un hombre (antes se compraba), puede llevarle a una situación peor que el esclavismo.

Quiero aquí recordar a los “esclavos” nepalíes en Qatar construyendo estadios de fútbol. ¡Por favor que a nadie se le olvide esto cuando empiece ese campeonato, y que se quede con la cara de los jugadores que han ido e irán a acabar como expatriados de lujo sus carreras deportivas a esa tierra! Ganan dinero de sangre.

Las deportaciones nazis, tenían otro cariz, ya que al no existir un mercado organizado de trata de judíos, no eran un activo, y además la reposición no era un problema, llegaban más de los que se necesitaban. Así se añadió al esclavismo clásico, el hambre, el asesinato, la inmundicia, y las enfermedades.

Otras deportaciones, negadas vergonzosamente en la actualidad, pueden ser las del pueblo armenio, palestino, kurdo, camboyano, tibetano…pongan ustedes o quiten los que quieran. El mensaje está dado.

Suficiente.

Vayamos ahora al inmigrante, ese ser humano, que cambia de país para encontrar una forma de vida mejor de la que puede encontrar en su tierra de origen. La exquisita Europa ha llenado continentes con sus emigrantes. De todas las naciones, del Imperio Británico, que llenaron Australia, Nueva Zelanda, Massachusets, medio Canadá. Paises bajos, que acabaron en Sudáfrica, italianos que fueron algo importante en USA, llevando su forma de vida, Irlandeses sin los que no habría policía en New York, alemanes, polacos, armenios, españoles en todo el subcontinente, gallegos, asturianos, catalanes, canarios….de todas partes, sin excepción.

Entre el siglo XVIII y mitad del XX, Europa envió sus excedentes poblacionales a buscar oportunidades lejos, muy lejos, y muchos lo consiguieron, otros no, y el quedarse quizás hubiera sido menos malo, a pesar de las hambrunas, de la falta de motivaciones económicas para desarrollar la vida. Nadie lo sabe.

La segunda mitad del siglo XX trajo corrientes de inmigrantes hacia el centro de Europa, procedentes de las colonias de la Commonwealth, tiñendo de aceituna Chelsea y Paddington. Más morenos los que desde Argelia llegaron a Francia confundidos con las miñonas españolas, o con los vendimiadores. Alemania se llenó de turcos, y los conserjes españoles eran muy apreciados en Suiza.

A Estados Unidos, les llegaron desde el sur y desde Asia. Todos buscando lo mismo, buscando trabajo, y vivir ya que en su país de origen las perspectivas eran más que dudosas.

El tema de los refugiados es diferente. A los inmigrantes les lleva a moverse, la falta de oportunidades, para ellos y para las generaciones futuras. A los refugiados, lo mismo, con el añadido de que pueden además perder la vida, ya que están escapando de conflictos armados.

En España, quien más quien menos, ha tenido o a un familiar, o a un amigo cercano a esa tesitura. La guerra civil fue muy cruel, y lo que siguió, también.

Pero dentro de Europa, y muy recientemente, hemos tenido refugiados procedentes de la antigua Yugoslavia, por ejemplo, y no quiero pensar, lo que esté pasando en Ukrania o en Crimea.

Hasta en Alemania hubo refugiados escapando de la Alemania Democrática de infausta memoria, o los húngaros escapando de los tanques rusos en el 56. Hasta aquí nos llegaron Kubala, Puskas, Czibor, Koczis.

Los nazis que no pudieron ser encausados, también fueron refugiados, pero esa es otra historia.

Hoy con el mundo convulso, nos están llegando a nuestra cómoda Europa refugiados, procedentes de la guerra en Siria, en Libia, en Eritrea, o emigrantes procedentes del Magreb, o del África subsahariana.

Nuestra reacción está siendo miserable, como lo está siendo la reacción de los americanos con los inmigrantes que llegan del sur, sin darse cuenta que los más son refugiados, huyendo de la violencia en Honduras, Nicaragua, y México.

Como excepción quisiera comentar la generosidad española con la inmigración procedente este siglo de los países sudamericanos, estoy convencido que a la larga siempre será beneficioso para todos

Los únicos que en todo esto son los que van en dirección contraria, es decir, los que cambian de país dejando el suyo, para mejorar su vida, ganar más dinero y poder garantizar a su descendencia una vida mejor.

Y por dirección contraria me refiero a los que viven en el Norte, y sus gobiernos, sus empresas, los expatrían para hacerse cargo de sus intereses económicos en países en desarrollo, en el sur, claro. Salarios de ensueño, ayudas, exenciones fiscales, garantías de carreras fulgurantes, el emigrante rico.

Por lo demás, nada nuevo bajo el sol, las corrientes migratorias, es una de las características de nuestra especie, ya que si no hubiera sido así, nos llamaríamos Lucy, y viviríamos en el valle del Rift.

Buenas noches, y buena suerte

Un comentario sobre “Inmigrantes, refugiados, expatriados”

  1. Lo de los expatriados de lujo cada vez es menos frecuente. Siempre que se habla de esto me acuerdo de un ex jefe (español) que consiguió desde UK un puesto con condiciones de EXPATRIADO ¡para venirse a currar a Mallorca! ¡Un genio!

    Con los que se mueven porque no pueden vivir en sus países, creo que deberíamos ser más generosos. Mucho más generosos.

    Bss

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