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la fin del mundo o el apocalipsis ecologista

Venía hoy, o quizás ayer, un artículo en La Vanguardia, con ciertos aires apocalípticos, como ya es costumbre en estos temas, hablando de la sobre-explotación a la que estamos sometiendo a la Tierra, y el trabajo recoge los famosos porcentajes de que estamos consumiendo el 75% más de lo que se regenera….bla, bla, bla.

Es como un mantra, un puñetero mantra que nos empeñamos en lanzar una y otra vez a las entendederas de la gente que abrazan las causas “ecologistas”, y a los que no las abrazamos por la carga que llevan de fanatismo en el sufijo “istas”, por ver si, camino de Damasco, nos caemos del caballo.

Estoy seguro de que el tema ya lo he tratado alguna que otra vez, pero la repetición de una idea hasta que cuaje, es un buen sistema como decía aquel Goebbels, de infausta memoria.

Así que voy a ello:

Quizás los que se reconocen como ecologistas deberían leer un poco al Profesor Margaleff, por poner delante de sus narices, a un ecólogo de primer orden, y que publicaba en castellano, y empezar a entender qué diablos es eso de un ecosistema.

El primer concepto que desearía aclarar, es que todas estas proclamas apocalípticas de los llamados ecologistas, en el sentido de que nos estamos cargando la Tierra, son más falsas que un duro sevillano, que el ser humano, no tiene absolutamente ninguna posibilidad de cargarse, ni la tierra ni la vida.

Lo que sí quizás nos podamos cargar, es a unas cuantas especies, miles, quizás millones, bueno tampoco, que si variamos las condiciones físico químicas de un ecosistema, desaparecerán unas especies pero aparecerán otras.

El juego del DNA, seguirá imperturbable, sin duda. La actuación del ser humano sobre la tierra, ciertamente está afectando al ecosistema en el que se desarrolla nuestra vida, la del ser humano, de eso hay pocas dudas, pero realmente a la Tierra le importa muy poco.

Que si sube la concentración de CO2, posiblemente desaparecerán las especies que no puedan soportar esas concentraciones, pero el hueco se llenará inmediatamente de organismos capneicos, y de las especies que desarrollen sistemas orgánicos adaptados a las nuevas concentraciones.

Si la temperatura sube, los organismos termófilos serán felices, y ciertamente los mares se llevarán la casita de la playa de Torrevieja, pero ese es el ecosistema de Doña Eduvigis.

Si desaparece el oxígeno, vivirán como reyes los anaerobios, y los que no sepan qué hacer con esa nueva composición del aire, pues desaparecerán.

Es decir, que a la Tierra todos esos cambios le importan muy poco, y a la vida menos, desde luego. Que prácticamente sea cual sea la composición de un ecosistema, habrá una cadena de DNA moviendo el rabo.

Conseguir la esterilidad no es cosa fácil, hay técnicas, desde luego, como la esterilización clásica en autoclave, o por bombardeo de rayos gamma, pero hasta donde sabemos es así para el entorno en el que se está desarrollando la vida hoy, y por poco tiempo, que mantener un ambiente estéril es muy difícil.

Y seguro que vendrá el “ista” de turno a decirme que mire a la Luna, o a Marte, que no hay vida allí. Quizás lleve razón, pero una cosa es que no la hayamos detectado y otra muy diferente que no la haya.

No hay peor cosa para un microbiólogo buscando algo, ver que en la placa de Petri, o en el tubo de ensayo no le ha crecido nada. Lo primero que hace es desconfiar de su protocolo.

Quizás sí, es más, seguro que sí, que si seguimos por este camino, las condiciones de vida en la Tierra van a cambiar, y mucho, y en nuestra visión antropocéntrica, avisamos de que es la Tierra y la vida en ella la que va a desaparecer. ¡No me mareen, por favor!.

Como mucho van a alterarse seriamente los ecosistemas en los que el H. sapiens sapiens (del Hemisferio Norte más Australia, New Zealand, y como mucho Chile, Argentina, Uruguay, algo de Brasil, Cape Town y Durban) desarrolla su vida, y tampoco creo que demasiado.

Ya que agua hay tanta, tanta que al planeta deberíamos llamarlo Agua, no Tierra, y es solo cuestión de dinero usarla para lo que nos dé la gana, (siempre que seamos del grupo mencionado anteriormente).

Que desaparecen los peces, habrá medusas. Ya sé que es un perjuicio para Doña Eduvigis, que no podrá bañarse en la playita de Torrevieja, pero nada más que para los que son como ella.

Es posible que desaparezcan elefantes, buena parte de la humanidad, los leones, algunas aves, y los cientos de especies que cada día desaparecen y son substituidas por otras.

Pero la vida ahí sigue, otra vida, otras especies, pero sigue, y la Tierra tan pichi en su elíptica. Así que no me mareen con el chantaje de que nos estamos cargando el Planeta. Está fuera de nuestro alcance, pero el mantra vende.

No hablaría así´, si de lo que me hablasen fuera del final de nuestra civilización, y hablo de la del Norte más excepciones, que aunque lo veo difícil, es posible.

Se irán reduciendo los porcentajes de humanos que puedan pagar los acondicionamientos de sus entornos, cambiarán el ocio, cambiarán posiblemente las fronteras y las superficies de los países. Nada nuevo.

Y de con los otros mundos, el tercero, y el cuarto, ya veremos lo que pasa, pero lo que intuyo es que se reproducirán más deprisa, y vivirán menos tiempo, posiblemente en peores condiciones, pero sobrevivirán.

Acortar el tiempo de generación que nadie olvide es una forma de acelerar las mutaciones necesarias para adaptarse al cambio del ecosistema, y si no que se lo pregunten a los microorganismos multiresistentes a los antibióticos.

De hecho, solo hay que mirar a esa parte del mundo para constatar que los índices de natalidad se van adaptando a las necesidades de repoblación de la especie. Así, que siento decir que los mensajes de catástrofe global de desaparición de la vida, y de destrucción de la Tierra, no son más que reflejos del interés económico de pequeños grupos que desean manipular a la Humanidad en su favor como siempre.

Solo deberían hablar de cómo va a afectar esta evolución del ecosistema a la parte de la humanidad concernida, porque de hecho es lo que están haciendo. Es economía pura.

En lo demás, la ecología nos recuerda que el ser humano, como cualquier otra especie es absolutamente prescindible, y que cuando una especie desaparece, el hueco en el ecosistema será inmediatamente, en términos cósmicos, ocupado por otra forma de vida.

Y ustedes que lo vean

Caniculares globales

Hace calor en esta España, hace mucho calor, como siempre por estas fechas en las que nos vamos acercando a ese diez de agosto en el que creo se celebra el día de San Lorenzo, el que acabó asado en una parrilla dice, no sé si la leyenda o la historia.
Y sí, aquí el calor tiene sus especializaciones, que si te pilla la calima en Canarias, esa que lleva toda la arena del desierto, y se une a la dulce humedad del océano, tu final puede dejar al del tal Lorenzo en una broma.
Claro que si te pilla un día tonto en Córdoba, no te lo cuento, o unos buenos cuarenta en Alcudia, o…
Y como decía el otro día un podcast de Santiago Camacho, con el que me despepitaba, hace tres años tuvimos un año record de calor, hace dos, otro, y este, seguramente, lo será también.
Nos pasará, decía, como a la rana que murió hervida porque el agua en la que nadaba iba subiendo de forma muy lenta su temperatura, y el animal iba adaptándose poco a poco…hasta que se le desnaturalizaron las proteínas, cosas del calor.
Y apuntaba el bueno de Don Santiago, que a lo mejor a nosotros nos acababa pasando lo mismo, que se nos está calentando el agua de la piscina y no nos estamos dando cuenta, y cuando queramos hacer algo, resulta que tendremos los huevos pasados por agua.
Y a lo mejor la cosa está relacionada con la precisión de los sistemas de medida, que en estas cosas y en otras muchas a veces soy como Doña Euduvigis, o como Don Agapito, que no les hago mucho caso, que no me doy cuenta, que lo que me pasa es que leyendo a Delibes y viendo lo que me dice del campesino castellano que vive de su secano, cuando mira su luminoso y azul cielo que solo le trae moscas y sequedad a su grano, es cuando lo entiendo todo.
Que la Naturaleza es muy suya, y le importa un pimiento que se nos seque el trigo, o que la especie humana siga o no siga, que siempre quedará ADN en bacterias extremófilas, y poquito a poco, evolucionando ya veremos hasta donde vuelve a llegar la cosa.
Parece que sí, que nosotros los humanos, (a partir de ahora “la peña”), algo le estamos haciendo al planeta, mejor dicho, al ecosistema que nos sustenta, que el planeta sigue siendo redondo, da sus vueltecitas alrededor del sol, y sigue en su sitio, que para algo se colocó ahí, o lo colocaron, que ¡vaya usted a saber!.
Cuando me pongo en plan de que otra extinción me importa un carajo, no me aguanto ni yo mismo, pero es cierto, que al parecer no echamos de menos a los grandes dinosaurios esos que dicen andaban por aquí hace sesenta millones de años, y a nosotros, los Ciborg que se alimenten de polvo marciano, y transmitan el ADN envuelto en algoritmos interpretables al órgano, tampoco nos echarán de menos.
Y como buen epicúreo que me siento, diré aquello de que lo que me apetece es pasar el calor lo mejor posible, si en zonas fresquitas…sea, que debajo del aire acondicionado…sea, que conectado al barril de Mahou en vena, pues sea también, que no vamos a ponernos histéricos por unos grados de más, y si reventamos, que al menos sea con una sonrisa.
Porque si la cosa sigue así, reventamos, como la rana a la que le va subiendo paulatinamente la temperatura del agua de la charca, pero la cosa tiene también sus ventajas, que si yo reviento por eso de calentamiento global, delante o detrás vienen todos los que me llevan dando la lata con sus monsergas, sus manías, sus sígueme, sus ¡me gusta!.
Que nos vamos todos al carajo, pues muy bien, que espero no encontrarme en el lado etéreo donde solo viven los espíritus, al Tito Trump, al indepe de turno, al Marianico robapobres, y a todos y cada uno de esos tocapelotas con los que, a la que nos descuidamos, nos amargan los huevos fritos del desayuno, esos que ya no te dan en ningún sitio con puntillita, ni con su gotita de aceto balsámico, como recomendaban los gourmands de los setenta del pasado siglo.
Y si nosotros los humanos tenemos la culpa de esto, ¿qué le vamos a hacer?, en el pecado llevaremos la penitencia, y si no, si es cosa del planeta, que le ha dado un pronto, pues pagaremos los platos rotos, pero por lo menos dejaremos de ver las fotos de la osa blanca con sus oseznos haciendo equilibrios en un trocito pequeño de hielo ártico.
Que los que nos vamos seremos nosotros, sea, pero al parecer, desde que hace más calor de ese, global, por las porquerías que echan los chinos y los yanquies a la atmósfera, la población de osos polares no deja de crecer, y la seres humanos también. Será que el calorcito nos viene bien.
Me dicen aquellos que tienen un concepto antropocentrista de la Naturaleza, que a los calvinistas que comen mantequilla por las latitudes aún fresquitas del Norte, se les va a venir la hembra del Anopheles a picarle en el culo, como si fueran un niño del ecuador terráqueo, y eso es terrible….para ellos que el Anopheles y el parásito asociado, amplían mercado.
De mal aria han muerto emperadores romanos mientras paseaban por el Foro, y todos tan guapos, y ahora el Bacillus cereus, de una variedad puñetera anda limpiando la selva centroafricana de chimpancés. Ya lo siento por ellos, pero es el juego de la vida, que el chimpancé es muy majo, pero el Bacillus cereus hace unas colonias preciosas si lo hacemos crecer en un medio de cultivo específico, de esos que se venden en la compañía en la que anduve unas décadas.
Y si alguien me dice que hay formas de vida mejores que otras, acabaré cerrando el pico, pero lo que mi estupidez ve, es que por aquí de lo único que se trata es de mantener cadenas de ácido desoxirribonucleico en funcionamiento, y si las secuencias no dan un humanita, no importa, dará otra forma de mantener ese secreto que es la vida, y lo que menos debe importar es la forma en que se manifieste.
Así que si la cosa sigue calentándose, haya yo cerveza fría, o buen champagne frío también hasta que se me coagulen los entresijos, que daré un abrazo de bienvenida a los termófilos, y a los extremófilos, que ¡coño!, también tienen derecho a transmitir su ADN.
Con su pan se lo coman

Creacionistas o evolucionistas.

La verdad es que siempre he mantenido que cuando una teoría, una persona, o un grupo se define como algo que acaba en “ista”, es que ha perdido foco, que de alguna forma ha entrado en una posición extrema, con una cierta carga de mesianismo, que desgraciadamente para él, o ellos, produce una limitación en su visión que acaba haciéndole ineficaz. Me parece un acercamiento a la irracionalidad, y al fanatismo, por muy suave que parezca.
Pero eso no es más que la pobre visión de este “Fool on the Hill”, y seguro que hay muchas opiniones, doctas incluso, que me pondrían a hacer flexiones por decir estas barbaridades. Pero las flexiones ayudan a adelgazar y mantienen el cuerpo tonificado.
La discusión entre creacionistas y evolucionistas, me suena a las que en el XIX andaban poniendo españoles a la greña que si unos francófilos, que si otros germanófilos, es decir, a discusiones de casino provinciano después de la siesta.
Porque yo a la hora de ponerme a creer, soy muy malo, es decir me cuesta un montón creer en las cosas. Tengo que pensar en ellas con detenimiento, y buscarles una lógica que me convenza, y normalmente esa lógica no proviene en su estadío básico de la opinión de una sola de las partes, ni muchísimo menos.
Claro que cuando el enunciado de la discusión es tan ramplón como el enfrentamiento entre el creacionismo y el evolucionismo, con su carga de moral cristiana, monoteísta y machacona, se hace difícil desligar todo ese entramado del antropocentrismo que es posiblemente el más cutre de los “ismos”. Es como si aún se mantuviera que la Tierra es el centro del universo. Y de ahí a excomulgar a Galileo, a quemar a Giordano Bruno, o a Servet, un paso.
La lectura literal de los textos simbólicos, (el Génesis es uno de ellos) con total ausencia de interpretación, nos conducen a situaciones de oscuridad difíciles de superar, ya que conducen a la creación de dogmas, y esos no están sometidos a razón. Que lo primero que te piden es que creas con los ojos cerrados (fe), que los moralistas monoteístas son poco dados a las interpretaciones, a buscar los significados de los signos y de las palabras, que es mucho más fácil conseguir que alguien sin formación o en período formativo, simplemente crea. El que entienda ya es más complejo, que puestos a ponernos brutos, exige del maestro una calidad que en demasiadas ocasiones le es ajena.
El literalismo, que a veces es incluso ficticio, es el gran enemigo de la razón, de la sabiduría, y cómo no de la libertad.
Así, que si me dices que en seis días se apaña el asunto, pues seis días. Que el domingo descansó, fenomenal….quizás hubiese ahora que revisitar esto, que con la semana de cuatro días y medio, de los cuales son cuatro con corbata y el quinto de “Smart casual”, y dos y medio para ir al super, llevar a los enanos a las actividades extraescolares, y la visita a la suegra, que luego no se te queda con la prole en las vacaciones escolares, esto empieza a no cuadrar.
Lo del trozo de barro, el soplo de vida, la costilla subsidiaria, tuvo a buen seguro que hacerse deprisa y corriendo, vamos como los coches que salen de la cadena de montaje los viernes por la tarde, que luego fallan como escopetas de feria. Como los humanos, vaya, que no damos una a derechas, ni queriendo.
Lo del mono que se va haciendo listo poco a poco, a base de putadas de su ecosistema, tiene también su gracia, ¿para qué negarlo?, que “El origen de las especies”, por lo menos basaba sus conclusiones en la observación de un naturalista, y eso tiene su aquel. Pero, claro, una cosa es como se le va poniendo el pico a un pinzón, por vivir en el Ecuador, o por vivir en otra parte del planeta, sujeto a diferentes interacciones con su entorno, y otra muy diferente, considerar que para llegar a ser un británico de Tadley, por ejemplo, hay que ser primero un oriundo de Monrovia, por poner un aquel, y que con trastopecientas generaciones, por fin alcanza los seis pies y medio de altura, los ojos azules, el pelo entre rubio y rojizo, acento del Hampshire, voto tory, bebedor de ales, y supporter del Arsenal.
No creo que las cosas sean así, que lo de soplar el barro, tiene detrás mucha enjundia, que a saber a lo que llaman días estos pollos bíblicos, o qué tradujeron los que pretendieron que esos textos llegaran hasta nosotros. Incluso, qué beneficio pensaban obtener cambiando aquí o allá el mensaje….que últimamente el cepillo viene muy vacío.
Así que, cuando ves que aún estamos en esas, por mucho que vayamos desbocados a lomos del tremendo caballo de fuego que se ha colocado en nuestras piernas en este puñetero siglo XXI, no puedo por menos que empezar a pensar no ya en el evolucionismo, sino en el involucionismo de una parte no desdeñable de la humanidad, que pretende volver a siglos inquisitoriales, ignorando todo lo que la ciencia ha aportado al ser humano.
A los creacionistas les preguntaré siempre su adscripción religiosa, y su nivel de compromiso con la moral que emanando de esa adscripción, tiende a dirigir sus pasos en la vida. Es la forma de valorar si su creencia es suya, o simplemente la defiende por una cuestión de fe, que no es lo mismo.
El evolucionista, al fin y al cabo, obtiene su creencia de la ciencia, o al menos de un método de ver las cosas que permite la elaboración de las conclusiones de una hipótesis, siempre sujetas a la posibilidad de poder repetir el fenómeno del que se trate, y a las observaciones y críticas de quien quiera hacerlo. No es perfecto, cierto, pero la fe no juega en ese partido.
Y lo más bonito, es que el creacionismo no puede ser revisado, es un dogma, vamos que vas a la hoguera, y el evolucionismo darwiniano, ya no existe más que como un precios, y útil en su momento, paso hacia el conocimiento del origen de las especies.
Porque la verdad, la pura verdad, es que seguimos en plena vorágine especulativa en cuanto a nuestro origen, tanto que estoy dispuesto a considerar seriamente, la posibilidad de que seamos cosas tan interesantes como el producto del fornicio entre formas femeninas simiescas y ángeles llegados de las estrellas.
Estoy dispuesto a creer que no somos más que puñeteros ciborgs, creados por vaya usted a saber quién, para que explotemos nuestras minas de sal para ellos.
Estoy dispuesto a creer que somos fruto de manipulaciones genéticas, realizadas en las especies de forma puntual por entes superiores.
Estoy dispuesto a interpretar el mito de Prometeo como ustedes quieran.
Estoy dispuesto a creer cualquier teoría cosmogónica que se me proponga, como, por ejemplo que somos los restos de los Gigantes que perdieron sus guerras con los dioses, hasta que vinimos desde San No Sé Dónde, a bordo de dimanas tiradas por carros de fuego, por dragones, por serpientes aladas, que no sé si son las mismas que andaba matando aquel San Jorge piojoso, tan adorado en nuestro Mare Nostrum.
Eso sí, tienen antes que haberme invitado a comer, (el vino lo escojo yo), tenemos que estar sentados en los chester de cualquier cómodo salón, el café bien hecho, fuego en la chimenea y el necesario Hine Antique servido en copa “Hennessy”, para apreciar bien los matices.
A partir de ahí, en el círculo mercantil, en el casino de la provincia, o en un saloncito apartado del Ritz, soy capaz hasta de dejarme adoctrinar, claro, sin garantizar que alguien lo consiga.
Buenas noches, y buena suerte

Transhumanismo y ecología

Parece que emulando a Margalef, al bueno de Ortega, (antes Lista), no se le ocurrió nada más que soltar aquello de que el Hombre es él y su circunstancia.
No está nada mal, y no sé lo que pensaría el bueno de Ortega (antes Lista), cuando soltó la frase, pero un zote como yo, y en mi página, deduzco lo que me da la gana, que para lo que cobro, no tengo el coño para farolillos.
Y lo que deduzco, es que lo más probable, en el caso de que sufriésemos un trasplante a una época que no fuese la nuestra, tanto si vamos hacia adelante como si vamos hacia atrás en el tiempo, nos encontraríamos en una circunstancia o si quieren ustedes, en un ecosistema que no nos correspondería, y al que no estaríamos adaptados.
Lo más probable es que nos fuéramos al otro barrio, si no dispusiéramos de billete de regreso inmediato. Y la razón es obvia, estaríamos fuera de nuestra circunstancia, con lo que habríamos perdido parte esencial de nuestra esencia humana. ¡Mal negocio entreveo!.
Estoy con mis amigos, los que se han ilusionado con el proyecto de la criopreservación, que el avance científico, en caso de que se consiga con un cierto nivel de garantías de éxito, no puede ser más excitante.
Como tal, pues no podemos más que continuar en el empeño tecnológico de criopreservar la vida. Hasta ahí bien, pero la circunstancia, ¿quién me la preserva?.
De la misma forma, mi ignorancia hace que me sea difícil concebir la extensión de la vida hasta límites hoy desconocidos, y que ello procure la felicidad del ser humano.
Nuestra puñetera sociedad, nos demuestra que deshecha a la mayoría de las personas que al cumplir los cincuenta, no han tenido el buen gusto de morirse. Hay maravillosas excepciones en las elites, excepciones que crean seres especiales a los que conceder un Premio Nobel, o un Princesa de Asturias, pero lo normal es que acabes como en los folletines de Pérez y Pérez, de cesante de correos condenado a una extensión miserable de tu vida biológica.
Porque el Inserso no lo es todo, no señor, aunque sea la meta de tantos y tantos deshechos sociales que han sido expulsados del sistema en la última prejubilación de La Caixa.
No todo el mundo es Dylan, ni tiene el morro del presidente colombiano, ni siquiera es Mike Jagger que se dedica a preñar mozas casaderas, como un Sánchez Dragó cualquiera, y no sé si mis amigos transhumanistas están más cerca de Dylan, o de Don José y Doña Paca subiendo al Air Europa, camino de Magalluf.
Ya lo sé, la penicilina no llegó a la plebe hasta que no consiguió quitarle la infección neumónica a Doña Crucifixión de las altas Torres, ya lo sé.Y hoy ya llega a Paquita, (que es como me la conocen en su escalera), y además se la receta el médico de la mutua, que siempre ha tenido para mí la cara de Alberto Sordi.
¿Seremos capaces de transportar nuestra circunstancia, cuando seamos unos cyborgs, con o sin memoria del humano que fuimos?. No lo sé, de verdad que no lo sé, y me preocupa, porque si ya andan rampando con las perras de los jubilatas, que ahora les viven treinta añazos por encima del sueño del actuario, no sé lo que va a ser del que sobreviva tres o cuatrocientos años yendo un año a Magalluf, y otro a Benidorm.
Porque lo que veo con más frecuencia, es a personas que están en ese período llamémosle post actuarial, y que han dejado su circunstancia anclada en el nivel que tenían a los treinta años. Y eso me preocupa.
Que el diálogo de un “millenial” con un setentón se torna cada vez más difícil, ya que ni el millenial sabe para que servían las cabinas telefónicas, y el setentón se atasca en una hoja de Word.
Los nuevos “eternos”, que estoy seguro andarán entre nosotros en cualquier momento, deberán hacer ese tremendo esfuerzo del reciclaje, y ese reciclaje, si va a depender de los presupuestos estatales, lo van a tener crudo.
Pero los primeros serán esa elite que deberá preparar el camino para el resto de la humanidad, si realmente vamos a ir por ese camino, y deberán tener muy en cuenta que los seres humanos somos el fruto de nuestra adaptación al ecosistema en el que se desarrolla nuestra existencia, y la adaptación es cuestión de generaciones, ya que hasta ahora el sistema utilizado es el de pasar el testigo, como en una carrera de relevos.
Yo espero que lo consigan, porque en caso contrario aunque podamos despertar dentro de trastopecientos años, nuestra carga intelectual y nuestra estructura adaptativa, lo más probable es que sea inútil en el nuevo ecosistema en el que nos despertemos.
Lo mismo pienso de la extensión de la vida en plan cyborg, ya que la adaptación artificial a la que se irá sometiendo mi cuerpo para ser más alto, más inteligente, con más información, con más capacidades, con todas las ventajas tecnológicas que puedan ir adaptándose a mi nueva estructura física, no sé yo si podrá adaptarse a la circunstancia, o al ecosistema, que esa técnica adaptativa, se impregnó en mi cerebro en los primeros años de mi vida, para tener un nivel de control sobre mi ecosistema, sobre cualquiera de las circunstancias que el devenir de la vida pueda ir poniendo en mi particular tablero de la oca.
La gran suerte que tenemos con los grupos que están dando lo mejor de sí para estos proyectos, es que son personas que tienen la fuerza, la ilusión, y la honestidad suficiente para no hacer un arma de toda esta tecnología, y que además están dispuestos a considerar los aspectos éticos de esos avances.
Pero no deben olvidar, que somos nosotros y nuestra circunstancia, lo que nos define, y cualquier alteración artificial, puede conducir a que dejemos de ser quienes somos en aras de la inmortalidad, y es más que en algún momento podamos diseñar con el software adecuado la circunstancia que más nos convenga… y conste que no estoy citando a Groucho Marx.
No lo sé amigos, pero me temo que el pensamiento de Ortega (antes Lista) deberá revisitarse, y de la misma forma al avance tecnológico, maravilloso, que tenemos delante, deberemos procurar arroparle con un edredón de la misma calidad y tecnología ética del que estamos dotando al avance científico.
Y que nadie dude ni por un segundo, que nuestras posibilidades de sobrevivir en una época que no sea la nuestra, sea del pasado o del futuro, es prácticamente nula porque no llevamos la carga evolutiva adecuada que nos permita adaptarnos al nuevo entorno.
Con su pan se lo coman

La maldición de los dioses

 

 

Una persona que conocí hace ya mucho tiempo, me dijo una vez.

-Luis Mi, el segundo día más feliz de mi vida, fue cuando me compré el barco.

Miré al muchacho, y a su santa esposa, que estaba sentada entre los dos, y dándole la oportunidad de quedar bien con ella, inocente de mí, le pregunté:

-¿Y el más feliz?

-El día que lo vendí.

Ella ignoró toda la conversación y yo, viendo el cariz que podrían tomar las cosas, decidí que lo mejor era comentarle que ese año, el Compos, subiría a segunda B seguro seguro.

Recordé esa sentencia que tantas veces me he hecho, de que cuando los dioses quieren castigar a los humanos, les conceden sus deseos.

Yo no sé si esto es una cosa mía, y a lo mejor de unos pocos. Que cada uno se tiente el ombligo, y se conteste a la hora de afeitarse, o cuando se esté dando rímel mirándose en el espejo del retrovisor, si ha tenido deseos de esos ¡Lo quiero, lo quiero, lo quiero!, y cuando has empezado a navegar, como mi amigo, solo piensas en quitarte el barco de encima.¡porca miseria!.

Yo después de haber sufrido el castigo de los dioses, en la ración que correspondía, empecé a plantearme que la cosa debería tener alguna solución, y creo que la he encontrado.

No desear nada, seguir la ruta del santo Job, que no es la de la paciencia, por mucho que el Padre Pío se empeñara en mostrarlo como un ejemplo de humildad, de sometimiento al Señor, y no sé cuántas zarandajas más. No desear nada.

Hiciste polvo a los dioses, les dejaste sin el “Pedid que se os dará”….Serán…y sin las peticiones de los oyentes, cae la publicidad en radio Madrid, vamos que se quedan sin exvotos, sin las gracias a San Antonio que hizo que aquel chico tan mono se fijara en mí. Me llevó al altar, y claro a las dos semanas ya le estaba poniendo una denuncia por malos tratos.

Los dioses, parecen que están para eso, para concederte todas las estupideces, que la falta de información, el exceso de hormonas, la ambición y todas cuantas razones para desear se os ocurran

. Podrían actuar como consultores, ¡leche!. No hija, ese chico no te conviene, eres aún joven y bonita, seguro que no te faltarán mejores oportunidades, o mira que el amarre vale una pasta, que gasta más gasolina que el Queen Mary, y que los amiguetes se creen que eres rico, y te lo llenan esperando que el Möet lo pongas tú.

Claro, que te veías como el Capitán Tan, cruzando los mares con tu tez bruñida, tus brazos musculosos, tu mar, tu libertad, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a mi frente Estambul. ¡Y un cuerno!

Job y yo, hemos decidido tirar por la calle del deicidio, ¿Qué llueve?, se saca uno el paraguas, o se moja que tampoco está mal, o te quedas como un bobo mirando la fachada del Obradoiro, que en otros sitios, ya sabemos que no llueve.

En estas cosas de las filosofías orientales, no estoy muy puesto. A veces no sé si el Fengsui, es un corte de atún crudo con una bolita de arroz, Confucio un cocinero de esos tres estrellas Michelin, o Lao Tsé el Gran guía de la Larga Marcha….lo que me quedó un día, fue que alguien dijo algo parecido a esto, “Cuando llega la riada, arranca al roble de raíz, porque se empeña en mantenerse enhiesto, pero el bambú se comba, y vuelve a estar erguido cuando el agua vuelve a su cauce”.

Claro que no dice que luego viene el osito panda y se lo merienda, pero eso ya sería meterse en camisa de once varas.

El caso es que si te empeñas en la rutina de pedir, me conceden, no era eso, ¡leche!, no era eso, pues lo otro, vaaaaleee. Hombre dioses, de esa manera tampoco.

Claro, los dioses rotos de risa, y nosotros como siempre, jorobados hasta decir basta.

Así que Job y yo hemos decidido no pedir nada. A él le salió caro, porque, claro, le llevó siglos volver a los brazos del padre…pero yo creo que funcionó, y además supuso una seria advertencia a los dioses que entendieron rápidamente. Como estos dejen de pedir cosas, y nosotros a torearlos, primero se nos acaba la diversión, y luego desaparecemos, que dioses sin culto no tienen razón de ser.

Como ecologista, no tengo precio, no hay nada que me repatee más las tripas que lo de estos pollos llorones que se creen el ombligo del planeta, pero si hay que quererlos, se les quiere, y punto. Ahora, como fui a clase de ecología con mi admirado Margalef, aprendí que el éxito de cualquier ser vivo es adaptarse a su entorno, a su ecosistema. Que cambia…vale, yo me adapto, que yo cambio, me busco un nicho ecológico en el que mi opción pueda tener éxito, que a este mundo se tiene que venir “llorao”, y no pasar la vida pidiendo bobadas. Que no hay forma de adaptarte, desapareces, que tampoco está tan mal, mira los dinosaurios, hasta Hollywood les ha hecho una saga, y todos tan contentos. 

Y eso los dioses, porque cuando viene el Señor de las Tinieblas, con el rollo del alma, y todas esas cosas, al imbécil de Fausto, solo se le ocurre pedir el amor de Margarita, siendo un reputado sabio. ¡Un imbécil diría yo!. No nos cuenta Göethe, lo que tardó la tal Margarita en guiñarle el ojo al cochero, o lo que es peor, subirle el colesterol al doctor a base de dulcecitos hechos con todo su amor, pero con esa mantequilla germánica, que tantos by-pass aórticos ha hecho instalar, y a tantos ha llevado a la tumba. Y encima el tal Fausto, a pagar con el alma.

El único deseo que se debería pedir es de la omnipotencia, pero eso ya te avisan, ¡no vale!¡blasfemia!, ¡quieres ser como dios!, e inmediatamente te sacan la foto de Adán , y lo entiendo, les hace polvo el negocio a los dioses. Que no chicos, que no. Vosotros a lo vuestro, a pedir, nosotros a conceder, y vosotros tenéis la culpa de las consecuencias.

Yo seguiré con mi carpe diem, si llueve me mojo o no, si hace sol lo tomo o no, si Chuchita me guiña un ojo, miro hacia atrás que seguro es a su novio. Si no hay nadie echo mano a la cartera y a las claves del banco, que nunca se sabe.

Que hay pasta, Champancito, Borgoñitas, viajes de los de una vez en la vida….que no la hay, pues pan con tomate y butifarra. Pero nada de pedir a los dioses, que o te arruinan o te suben el colesterol.

A ver si cunde el ejemplo, dejamos de pedir tanta tontería, y desaparecen todos los dioses, empezamos a ser seres humanos libres, alejados de los miedos, y disfrutando de lo que nos rodea, que no es poco.

Buenas noches y buena suerte

 

Inmigrantes, refugiados, expatriados

.

Son tres aspectos del mismo deseo, el deseo de mejorar tu actual forma de vida, dejando atrás tu país.

Es más creo que es lo más positivo que el ser humano ha desarrollado a través de su historia. Buscar mejores ecosistemas para desarrollar su vida, ha sido una clave para el desarrollo de la especie.

Estos movimientos, con dos excepciones, han sido siempre voluntarios, en el sentido de que independientemente de lo dura que haya sido la causa, la decisión ha sido tomada por el individuo, o por el grupo.

Las excepciones obviamente son las deportaciones, y el tráfico de esclavos en cualquiera de sus formas.

Vamos a estas últimas, Según Hugh Thomas en su «Trata de esclavos», afirma que entre 1510 y 1870, 10 millones de negros fueron transportados desde África a las plantaciones de América. Es una barbaridad, pero haciendo cuentas, salen unos 28.000 esclavos al año, veintiocho mil dramas cada año, que si lo comparamos con las deportaciones de que los alemanes llevaron a cabo durante los años del régimen nazi, un millón al año, aproximadamente la hacen ridícula.

Creo haber dicho en algunas ocasiones, que al esclavo, al fin y al cabo, y obviando todas las consideraciones morales, se le trataba como un activo financiero, y como tal estaba sujeto a los principios contables de depreciación, amortización, beneficio por productividad.

Así que había que alimentarlo, dejarle dormir lo justo, tenerlo lo más limpio posible, (solo para evitar infecciones), en fin digamos que tenía que estar dentro de un protocolo de mantenimiento, como cualquier arte de la plantación, mina , o explotación del tipo que fuese.

Además, la reposición, podía hacerse de dos formas por parte de los amos. Bien acercarse al mercado de esclavos, o promover la reproducción dentro de su estructura productiva.

Seguro que se tomaban las decisiones económicas adecuadas para tratar el tema, ya que la supervivencia de la empresa dependía de ello.

La vejez podía ser muy dura, pero, tampoco llegaban a muy viejos. El problema era la falta de libertad, y el trato, que no era el que se le debe al ser humano. Las formas de esclavitud modernas, son infinitamente más crueles, y los esclavos de los siglo XX, y XXI, que muchos son aparentemente hombres libres, están expuestos a perder el trabajo, a pasar hambre, a no tener techo, o a recibir por su trabajo una cantidad que no les permite comer, dormir bajo techado, y vestir con dignidad.

No digo que haya que volver a la caza de hombres, pero el precio por el que ahora se alquila a un hombre (antes se compraba), puede llevarle a una situación peor que el esclavismo.

Quiero aquí recordar a los “esclavos” nepalíes en Qatar construyendo estadios de fútbol. ¡Por favor que a nadie se le olvide esto cuando empiece ese campeonato, y que se quede con la cara de los jugadores que han ido e irán a acabar como expatriados de lujo sus carreras deportivas a esa tierra! Ganan dinero de sangre.

Las deportaciones nazis, tenían otro cariz, ya que al no existir un mercado organizado de trata de judíos, no eran un activo, y además la reposición no era un problema, llegaban más de los que se necesitaban. Así se añadió al esclavismo clásico, el hambre, el asesinato, la inmundicia, y las enfermedades.

Otras deportaciones, negadas vergonzosamente en la actualidad, pueden ser las del pueblo armenio, palestino, kurdo, camboyano, tibetano…pongan ustedes o quiten los que quieran. El mensaje está dado.

Suficiente.

Vayamos ahora al inmigrante, ese ser humano, que cambia de país para encontrar una forma de vida mejor de la que puede encontrar en su tierra de origen. La exquisita Europa ha llenado continentes con sus emigrantes. De todas las naciones, del Imperio Británico, que llenaron Australia, Nueva Zelanda, Massachusets, medio Canadá. Paises bajos, que acabaron en Sudáfrica, italianos que fueron algo importante en USA, llevando su forma de vida, Irlandeses sin los que no habría policía en New York, alemanes, polacos, armenios, españoles en todo el subcontinente, gallegos, asturianos, catalanes, canarios….de todas partes, sin excepción.

Entre el siglo XVIII y mitad del XX, Europa envió sus excedentes poblacionales a buscar oportunidades lejos, muy lejos, y muchos lo consiguieron, otros no, y el quedarse quizás hubiera sido menos malo, a pesar de las hambrunas, de la falta de motivaciones económicas para desarrollar la vida. Nadie lo sabe.

La segunda mitad del siglo XX trajo corrientes de inmigrantes hacia el centro de Europa, procedentes de las colonias de la Commonwealth, tiñendo de aceituna Chelsea y Paddington. Más morenos los que desde Argelia llegaron a Francia confundidos con las miñonas españolas, o con los vendimiadores. Alemania se llenó de turcos, y los conserjes españoles eran muy apreciados en Suiza.

A Estados Unidos, les llegaron desde el sur y desde Asia. Todos buscando lo mismo, buscando trabajo, y vivir ya que en su país de origen las perspectivas eran más que dudosas.

El tema de los refugiados es diferente. A los inmigrantes les lleva a moverse, la falta de oportunidades, para ellos y para las generaciones futuras. A los refugiados, lo mismo, con el añadido de que pueden además perder la vida, ya que están escapando de conflictos armados.

En España, quien más quien menos, ha tenido o a un familiar, o a un amigo cercano a esa tesitura. La guerra civil fue muy cruel, y lo que siguió, también.

Pero dentro de Europa, y muy recientemente, hemos tenido refugiados procedentes de la antigua Yugoslavia, por ejemplo, y no quiero pensar, lo que esté pasando en Ukrania o en Crimea.

Hasta en Alemania hubo refugiados escapando de la Alemania Democrática de infausta memoria, o los húngaros escapando de los tanques rusos en el 56. Hasta aquí nos llegaron Kubala, Puskas, Czibor, Koczis.

Los nazis que no pudieron ser encausados, también fueron refugiados, pero esa es otra historia.

Hoy con el mundo convulso, nos están llegando a nuestra cómoda Europa refugiados, procedentes de la guerra en Siria, en Libia, en Eritrea, o emigrantes procedentes del Magreb, o del África subsahariana.

Nuestra reacción está siendo miserable, como lo está siendo la reacción de los americanos con los inmigrantes que llegan del sur, sin darse cuenta que los más son refugiados, huyendo de la violencia en Honduras, Nicaragua, y México.

Como excepción quisiera comentar la generosidad española con la inmigración procedente este siglo de los países sudamericanos, estoy convencido que a la larga siempre será beneficioso para todos

Los únicos que en todo esto son los que van en dirección contraria, es decir, los que cambian de país dejando el suyo, para mejorar su vida, ganar más dinero y poder garantizar a su descendencia una vida mejor.

Y por dirección contraria me refiero a los que viven en el Norte, y sus gobiernos, sus empresas, los expatrían para hacerse cargo de sus intereses económicos en países en desarrollo, en el sur, claro. Salarios de ensueño, ayudas, exenciones fiscales, garantías de carreras fulgurantes, el emigrante rico.

Por lo demás, nada nuevo bajo el sol, las corrientes migratorias, es una de las características de nuestra especie, ya que si no hubiera sido así, nos llamaríamos Lucy, y viviríamos en el valle del Rift.

Buenas noches, y buena suerte

La población crece constantemente. La inteligencia permanece constante*.

Estos días hemos tenido una demostración de esta tremenda situación, que como siga en esos términos la ecuación, este mundo va a ser para muchos, un sitio insoportable para vivir.

Quiero referirme, entre otras cosas, al caso del niño al que sus papás decidieron no vacunarle. Por cierto, están desolados, pero el niño, a punto de morir, cosa que de corazón deseo que no ocurra.

Hoy me entero, que se han analizado a otros niños del colegio, y resulta, que ocho de ellos eran portadores del C. diphtheriae, pero eran asintomáticos, porque estaban vacunados. Padres al parecer sensatos según mi criterio, y a saber, según aquellos que consideran no sé cuántas conspiraciones detrás del hecho de la vacunación, y cuántas farmacéuticas se lucran desmedidamente con la universalización de las vacunas.

Seguro que estas asociaciones, que son muy libres de pensar lo que quieran, creen además que dentro de la vacuna se añade un ajonjolí, secreto, claro, que no solo te hace pro-yanquie, o pro-suizo, sino que modifica tu ADN para que seas votante eterno del PP.

Por supuesto, que si no se consigue en el cien por cien de los casos, para eso están los chem-trails, los Anunakis, o el brazo incorrupto de Santa Teresa, que lo mismo da.

La siguiente cosa que han tenido que hacer las autoridades sanitarias de Olot, ha sido, a estos niños portadores, tratarles con antibióticos para eliminar un C. diphtheriae que llevaban encima….para que no se contagiasen los hijos de las familias que no habían vacunado a sus hijos, y les daban vinorro con miel cuando se resfriaban.

En fin, a los niños de padres que saben que las vacunas protegen de la muerte a sus hijos, les tendrán que poner un antibiótico específico para anaerobios, que tiene su toxicidad, claro, para no contagiar al 3% restante.

Además, no creo que haya sido muy fácil, aislar el microorganismo a estos niños, ya que encontrar hoy en día el medio de Loeffler, o el Difteria selective médium no es fácil ni barato, y si se han utilizado técnicas moleculares, la cosa para un despistaje sale por un pico, y sé de qué hablo, lo juro.

No he podido saber a cuantos niños han tenido que examinar, y cuál ha sido la factura, ni cómo ni a dónde se han llevado las muestras, pero se ha interferido seguro, en la rutina de algún laboratorio de microbiología clínica que debe atender a pacientes infecciosos, no fruto del capricho, o de la creencia de que las vacunas son perjudiciales para la salud.

Además, los niños portadores, han tenido que ser aislados en sus casas, ya que son un peligro potencial para el 3% no vacunado.

Estos habrán ido al cole solos, digo yo, y claro sacarán mejores notas a fin de curso. Admiro la clarividencia de esos padres que han conseguido una ventaja competitiva importante para sus hijos, consiguiendo además que llenaran a los vacunados por alienación de antibióticos.

Yo no califico a las personas, y a este grupo de gente mucho menos, que como diría mi amigo el microbiólogo gallego, amiguiños somos….y la vaquiña por lo que vale. Y a eso voy, se ha utilizado mi dinero, aparte de lo mencionado anteriormente, para solucionar este pifostio, así que me encantaría saber, qué factura se les va a enviar a las familias de ese 3%, que creen en Gaya, en la transmutación de las almas, y en la imposición de manos para la cura de cosas tan vulgares como las que una vacuna capitalista previene, o a los papás desolados.

Siempre he pensado, que la libertad es lo mejor a lo que puede aspirar el ser humano, y que no hay nada mejor que decidir lo que es bueno, según tu criterio, para el desarrollo de tu vida.

Claro que la perfección en cuanto a la vida en libertad, conlleva algunos pequeños sacrificios que hay que estar dispuestos a asumir, que no hay cenas gratis, “my friend”.

Así que la libertad absoluta, la de hago lo que quiero, cuando quiero, como quiero, en primera instancia, acarrea o la soledad, o un pistolón para que los de tu alrededor, acepten tus paridas, o lo que es lo mismo, que sacrifiquen su libertad.

Es así, que ruego encarecidamente a aquellas personas que de corazón crean que las vacunas son perjudiciales, y que van contra sus creencias, que no interfieran, en la libertad de la mayoría (97%), y no mezclen sus retoños indefensos desde el punto de vista inmunológico, con aquellos que prefieren correr el riesgo de vacunarse, para evitar morir de niños.

Propongo la creación de cúpulas como esa de Stephen King, para que en ellas vivan felices, a salvo de vacunas, antibióticos, transfusiones de sangre, quimioterapias, chem-trails, y no sé cuántas cosas más.

Serían muy felices, seguro, sin respirar el humo de los coches, y podrían dar comienzo a un Homo sapiens “Mark II”, con sus gurús, sus chamanes, y sus túnicas blancas, y sobre todo sin mezclarse con el resto de los humanos y sus malditas conspiraciones.

Crear la cúpula al revés no parece razonable por razones prácticas, quedaría poco espacio libre para ellos, y además contaminado. (97% contra 3%).

La siguiente, opción es que por favor pasen por caja, pregunten el famoso, ¿por cuánto sale esta broma?, apoquinen, y tomen nota para la siguiente que se les ocurra, que no está la sanidad para estos gastos, que yo, humildemente considero caprichosos, ya que el problema se había resuelto varias décadas atrás.

En el mientrastanto, por favor, piensen en el atentado que su actitud ha significado contra la libertad del 97% de los niños restantes, por no hablar ya de los portadores sanos a los que literalmente han condenado a un indeseado arresto domiciliario.

Por último, siento que “la canallesca”, les haya negado la libertad de expresión que ustedes merecen, para apoyar con argumentos sus posiciones, que no hayan aparecido, ni en el cara libro ese, ni en el silbadito….a lo mejor esta noche el Buruaga les da cancha, me muero por oír sus argumentos.

Buenas noches y buena suerte

*Frase escuchada a D. Carlos Canales en su espacio radiofónico La escóbula de la Brújula

Las Bacterias asesinas

 

El otro día en la 2, la de los documentales, la que se usa para la siesta, pusieron un documental de esos de ciencia, que aparentemente era continuación de otro similar, que se había emitido unos días antes, al parecer.

Por orden cronológico, el primero nos presentaba la visión de los incidentes con virus que hemos sufrido en los últimos años.

Así, que se habló del HIV, del SARS, del Ébola, quizás de algún otro, no lo recuerdo con precisión, y la verdad es que no importa para lo que quiero decir.

Del HIV, el menos contagioso de todos han muerto alrededor de 25 millones de personas durante los últimos 30 años (claro, que casi 20 en el África subsahariana).

Del SARS fallecieron 765 personas, del H5N1, 377 y del Ébola, alrededor de 25.000 personas, claro que prácticamente todas en África.

Pero, qué miedo nos metieron con todos estos virus asesinos, que si encefalitis, que si hemorragias, que el sarcoma de Kaposi.

Plaga bíblica, primero contra los del nefando pecado, luego con los/las de cama fácil, alegre diría yo.

No era el nefando, pero aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid….más de uno a casa a las diez. No está mal, claro que se les escapó alguna transfusión que otra, que los diagnósticos eran aún cosa complicada.

El resultado, fantástico. Los mosenes con algunos bajos más bajo control. La ciudadanía muerta de miedo, añorando la honesta blenorragia de burdel barato, la industria de las camisinhas por las nubes, las farmacéuticas, entre vacunas e interferones…una pasta. Los Estados montando unidades de infecciosas especializadas en un solo virus, congresos superinternacionales, en fin, una industria, que se mantiene….y todo por una cifra de muertos en el caso del HIV, infinitamente inferior, a las muertes en el mismo período en guerras, hambrunas, o simplemente malaria.

Los otros tres sustos, creo simplemente que han servido de excusa para asustar a la población. La frase “no conocemos el remedio” nos acojonó a todos.

Aún recuerdo llegar a aeropuertos con alfombrillas irrigadas para que los pasajeros se descontaminasen….o se dieran cuenta del riesgo que corrían volando a este o aquel país. Y a seguir vendiendo, asustando, y creando estructuras a nuestra costa.

Por cierto, las estadísticas de HIV hace mucho tiempo que no se publican para el gran público. ¿Ya no es necesario?, porque infectados nuevos siguen apareciendo, claro que en países de tercera división, que no ven la CNN, ni la BBC.

Vamos a la segunda parte, “Los superbugs”, “Las bacterias asesinas,” bueno, los microorganismos multirresistentes.

En el documental explicaban muy bien, por cierto, el proceso por el que una bacteria conseguía en un entorno adecuado, crear resistencias contra los antimicrobianos.

Evidentemente, la exposición a concentraciones no letales para el 100% de una población bacteriana, consigue que aquellos individuos que sobreviven sean capaces, no solo de hacerse resistentes, sino de transmitir ese gen a las nuevas generaciones….y ya está liada.

Nos hablan de la mala utilización de estos fármacos, ya sea por automedicación, por interrupción de tratamientos, por prescripción empírica, sin constatar con un antibiograma el antibiótico correcto, y su dosificación, o por ingesta no deseada.

Trece millones de toneladas de antibióticos, se añaden en USA a los piensos de los animales estabulados para consumo humano…..

Quiero hacer aquí un comentario sobre el tratado de libre comercio USA/EU, en donde aceptaríamos esa práctica de nuevo en Europa, donde actualmente está prohibido.

S.aureus Methicilin resistente, Pseudomonas, Mycobacterium…representan un problema contra el que se está trabajando en muchos centros de investigación del mundo, tanto de la industria, como de universidades o centros dependientes de estados.

Hay trabajos fantásticos, en los que se crean nuevas moléculas, que ayudan a eliminar las nuevas cepas mutadas, aunque siempre queda la sensación de que corren más que nosotros.

De nuevo hemos creado una industria que desde luego consigue, al menos a los ciudadanos del primer mundo, no caer delante de uno de estos agentes patógenos. Bien está, pero de nuevo, hay que considerar que es para una minoría, y que el primer mundo, de alguna forma ha levantado muros, para que una de estas bacterias, si llega, no nos afecte.

Dos comentarios antes de cerrar este capítulo. El primero una investigación de una profesora americana, que parece ha conseguido demostrar la capacidad que tienen las bacterias de comunicarse químicamente entre ellas de forma que sincronizan sus ataques cuando tienen o bien masa crítica, o detectan que el organismo a colonizar está debilitado. Ella ha conseguido una molécula trampa que inhibe esos sensores de comunicación, con lo que se bloquea el ataque. Una nueva estrategia contra las resistencias a los antimicrobianos.

Esto me hizo pensar, que siendo, como somos, los organismos superiores, literalmente un saco de bacterias, ¿hasta donde nuestra individualidad está regida por la acción de los microorganismos específicos de cada uno de nosotros?

Quiero finalmente, acabar diciendo que siendo importantes y potencialmente peligrosos todos estos virus “estrella”, y todas estas “superbacterias”, lo que nos llega a los ciudadanos, es que debemos tener miedo a que nos toque, y consecuentemente debemos permitir que se empleen todos los recursos posibles para desterrarlos de nuestro ecosistema, aunque en principio afecten a pocos individuos en función del total de seres humanos que andamos por aquí.

Buenas noches y buena suerte

El Antropoceno, y el miedo ecologista

El Antropoceno, es un término creado en el año 2000 por dos científicos, Paul Crutzen y Eugene Stoermer, en un trabajo conjunto sobre los gases de efecto invernadero. De hecho es una nueva edad geológica que se está desarrollando con extraordinaria rapidez, como efecto de la actividad humana, y que muy posiblemente sea oficialmente reconocida como tal por la comunidad científica en fechas próximas .

Los datos que se recogen en las mediciones publicadas sobre el estado del planeta, ciertamente muestran variaciones muy agudas en términos de lo que podríamos llamar alteraciones de nuestro ecosistema.

Subidas enormes de los gases derivados de la utilización de combustibles fósiles, creación de microclimas por el crecimiento no planificado de ciudades, modificación de cursos fluviales, acidificación de las aguas marinas, desaparición de masas boscosas. La lista es interminable y no solo no tiene visos de cambiar esta tendencia, sino que lo más probable es que aún haya que ver nuevos máximos en todo este listado negativo.

La población humana hoy anda por los siete mil quinientos millones de habitantes, de los que una buena parte, posiblemente más de la mitad, no participan de los supuestos beneficios que para la especie humana representan esta utilización de recursos aparentemente no controlada.

Como consecuencia de todo esto, podemos decir, y se ha publicado, que dos quintas partes de los anfibios, una cuarta parte de los mamíferos, y una octava parte de las aves están amenazadas de extinción.

Hay dos formas de enfrentar esta situación en función de lo que se quiera conseguir.

Si lo que queremos es preservar la especie Homo sapiens, por el momento, vamos por el buen camino. Somos unos verdaderos depredadores de recursos, pero lo hacemos con eficacia, y consiguiendo un éxito como especie, cada día somos más.

Dado que por el momento no queremos desaparecer como especie (tenemos la posibilidad de hacerlo en cualquier momento en que alguien lo decida, ya que hemos desarrollado la tecnología que potencialmente lo permite), habrá que suponer que poco a poco, esa masa de llamémosles poco consumidores de recursos, se vayan uniendo al tren en cualquiera de sus paradas.

Nuestro ecosistema, por el momento es un sistema cerrado, le llamamos la Tierra, con recursos limitados, y casi conocidos por nosotros, los Homo sapiens.

La consecuencia del agotamiento de los recursos, como es bien conocido, concluye con la desaparición de las poblaciones y especies que dependan de los recursos agotados.

Si lo que queremos es simplemente tener unas mediciones de parámetros medioambientales que nos permitan seguir disfrutando del planeta azul, tal y como quedó tras la última glaciación, no lo tenemos fácil.

La segunda opción, que ya se mencionó en el pasado, es el control del número de individuos que puedan poblar el planeta, (maltusianismo a tope). Honradamente no creo que resuelva nada; algunas formas suaves, como las restricciones de natalidad en China, realmente no han funcionado. El empuje de la vida es muy fuerte para que podamos pararlo.

Las grandes epidemias, no ajustan ni el segundo decimal, y las guerras, por el momento, tampoco, incluso las más sangrientas pueden parar el empuje del crecimiento de los individuos de nuestra especie.

No olvidemos, que aún faltan por unirse a la fiesta del uso de recursos, más de la mitad actual de los individuos, más los que lleguen en las próximas generaciones.

Con esto quiero decir, que el ajuste del planeta, llegará tras el agotamiento de los recursos, y la desaparición consecuente de nuestra especie. Nuestros restos, plásticos, gases procedentes de la combustión de materiales fósiles en la atmósfera, mares ácidos, contaminación radioactiva, desaparecerán en plazos relativamente cortos en términos geológicos, así que el planeta, bien, gracias.

Cierto que nos llevaremos por delante un montón de especies animales y vegetales, pero eso realmente al ecosistema Tierra le importa poco, muy poco.

Una vez dicho esto, mi opinión, es que no deberían asustarnos con la interpretación de todos esos datos que reflejan el impacto de nuestra especie sobre el Planeta. Para mí, como poco, es una visión cortoplacista, y en el peor de los casos, una manipulación interesada, para que los individuos de nuestra especie nos comportemos de una u otra forma. ¡Como si eso, a escala planetaria fuera posible!.

Lo que si he deducido siempre de todos estos clamores ecologistas, es que, para empezar, es negocio para unos pocos. Los primeros, los partidos políticos que utilizan esa ideología, que empieza curiosamente cuando el comunismo había de alguna forma reconocido su fracaso, dejando un nicho en el mercado, que había que rellenar con planteamientos utópicos como poco, sino casi lerrouxistas.

La segunda parte, la del negocio, es cada vez más obvia. Todo debe ser ecológico, la comida, la basurita de casa, las complicaciones por los estudios ambientales que han de hacerse hasta para la más pequeña de las intervenciones humanas.

No digo que no deban controlarse obras públicas, vertidos, o la calidad de los alimentos. Lo que me cabrea es el apellido ecologista que se le pone a todo esto, y la coacción subliminal en forma de miedos sin base mínimamente científica, que impulsan a gobernantes y ciudadanos a tomar decisiones como si de un dogma religioso se tratase.

En definitiva, todo este movimiento, está dirigido a una parte solamente de los individuos Homo sapiens, los que tienen un cierto nivel de riqueza, que los tres mil y pico millones que no pueden gastar, no existen.

Sigo entonces con mi tesis, de que el ecologismo no está realmente preocupado por el Planeta, y por la vida en él, está preocupado por ganar dinero y poder (recuerdo el patético reportaje de Mr. Al Gore metiendo miedo con eso de que el mundo se acababa por el calentamiento global), también están preocupados por mantener el Planeta, como una foto fija a fecha de hace unos años, para que las mediciones medioambientales estuvieran en unos rangos considerados como idóneos.

Es como decir que el Planeta no debe evolucionar. Cambiarán las cosas, y hay leyes naturales bien conocidas que nos indican hacia dónde vamos, y posiblemente dentro de unos milenios, no estemos como especie, y las bacterias habrán inventado otras formas de dominar el mundo.

Buenas noches, y buena suerte

 

ECOLOGIA PARA NO ECOLOGISTAS

P1000965En tierras del Arca de Noé del siglo XX

A la que me descuido, leo, oigo, veo, no importa, pero constato que me llega el mensaje de lo malos que somos los humanos para la salud del planeta, de las especies vegetales, de la vida animal, del aire que nos rodea, y las aguas que nos bañan.

El mensaje me llega por todas partes, a todas horas, tanto, que he llegado a pensar que es publicidad, y que alguien está vendiendo algo, pero no, seguro que no es así, que es todo altruismo y filantropía, que son los recursos necesarios para que, yo, pobre ciego-sordo, me entere del mensaje, de la maldad de la Humanidad.

La publicidad de hoy, perdón, la noticia-mensaje, intercalado con la falacia de lo bien que va el empleo en España, me contaba, que no sé cuántas especies habían desaparecido, la semana pasada, o el último año, no importa, eran unos miles.

A continuación, el seamos buenos de turno, y si es en la tele unos cuantos cachorros de ojos redondos, para recordarnos que nos estamos cargando el Planeta.

Yo no sé cuántas especies hay en el planeta, si alguien tiene el dato, me muero por conocerlo. Ni siquiera la biomasa está medida, ni siquiera sabemos cuál es el límite en el que esa proteína es vida o es solo un agente químico, vaya que, sensu estricto, no sabemos ni siquiera qué es la vida.

El asunto, me pilló con la cruz de la declaración en la mano, recordé el anuncio, y pensé, falta una casilla, el 0,7%, para mí, y si hago una donación desgravo de mi base de cotización correspondiente, el porcentaje legislado. Pero no ese dinero ya no es mío, y alguien decidirá por mí a qué ONG va, a qué proyecto, o a pagar no sé qué salario. No importa nunca lo sabré, solo sabré que voló de mi bolsillo.

Volvamos a nuestra especie. Es solo una, de entre millones en todos los Reinos de la Naturaleza, hemos llegado casi los últimos a esta fiesta, y sentimos que somos los más importantes, los que molan, los chulitos del barrio. En fin, la repera limonera. Además consumimos recursos, nos reproducimos como locos, creemos que no tenemos depredadores que nos regulen como a los ciervos.

La ecología, aunque sea la de salón, nos enseña que un ecosistema se autoregula, vaya, que cuando se agotan los recursos que permiten la ocupación por las especies que lo habitan, una de dos o desaparece la tal especie, o se reduce su número. Puedes incluso establecer sistemas matemáticos que te ayuden en la a conocer la evolución del mismo.

Un ejemplo a lo bestia, podría ser el autoclavado de unas placas sembraditas de bacterias. Tras el tueste, o el baño turco no quedan ni los restos, pero si el nutriente que hay en la placa se expone de nuevo a un ambiente diferente habrá vida de nuevo. Seguro. (No la que había, claro, otra que se adapte a lo que hay).

Un ecosistema, puede ser desde una gota de agua, a una muela del juicio, y como no, el planeta entero, o el universo, si te me pones exquisito.

La comodidad de una especie como la nuestra, o como cualquier otra no tiene ninguna importancia para el, llamemos ecosistema global. Los huecos que deje una especie en un ecosistema, los rellenará otra, bien pronto, y si hablamos de casi-extinciones varias hemos tenido, y gracias a ellas, concretamente al casi fin de los dinosaurios, hoy los seres humanos jugamos con nuestros hijos, y con nuestros nietos. ¡Como echamos de menos a T-Rex!, snif.

Siete mil y pico millones de engreídos humanos que nos creemos el centro del universo. Hay millones de especies en nuestro planeta con infinitas veces más de individuos que la nuestra, y nosotros hemos inventado el negocio de ¡Salvar el Planeta!…¡uyyy! Perdón es que nosotros somos racionales, tenemos alma, y no sé cuántas cosas más.

Quiero recordar que si calentamos el planeta, habrá consecuencias para nuestra especie, puede que hasta desaparezca, con lo que a nivel del ecosistema planetario, literalmente no se habrá perdido nada. Nuestro hueco, lo llenará otra especie, y a otra cosa. Que nos cargamos el oxígeno, ¿y qué?, si es tóxico, buenas noticias para los anaerobios, y para los que evolucionen.

Que nos cargamos el agua potable, vale, buenas noticias para extremófilos. La vida, amigos míos, ni nos necesita ni nos deja de necesitar, mientras nos adaptemos a lo que haya en el ambiente, aquí estaremos, si no vendrá otro.

Nos andamos con remilgos, y uno de estos siglos, revienta un volcán, nos sacude un meteorito, y ya no sabremos donde poner la X en la declaración.

Creo que la Humanidad, con todo derecho, desde luego, lo que intenta es conservar un estilo de vida, las cosas como están, más o menos, los osos blancos en su Polo, los leones comiendo gacelas, y los pececitos de colores en los arrecifes, que dan muy bien en los documentales de la dos.

Pero el planeta, no nos necesita, ni a ellos, ni a nosotros, y si de lo que se trata es de que la vida no desaparezca, que nadie desespere, no nos la cargamos ni con bombas atómicas, y si se tuesta el planeta, ya se enfriará,  tarde o temprano, alguna molécula de esas que se autoreplican, vendrá por aquí, o no, y si el sistema es de carbono o de silicio, no importa.

Dicho esto, creo, que queda claro, que para mí el movimiento ecologista, no es más que un movimiento filosófico, conservador, que propugna el mantenimiento de las actuales condiciones del sistema ecológico terráqueo, para que la vida del ser humano, y especies afines se mantenga más o menos como hasta ahora.

La última reflexión que quiero hacer hoy en esta entrega, es mi punto de vista sobre ese concepto del márketing moderno: “Natural”.

A ver, honestamente creo que todo lo que hay en el Universo es natural, sea animal, vegetal, mineral, todo, absolutamente todo es natural. Y si un miembro de la naturaleza modifica algo, ya salga miel, o polipropileno, es natural. Ahora, si no nos gusta la estética del polipropileno, eso ya es otro cantar.

No va esto contra nadie, y mucho menos contra los movimientos ecologistas, solo he querido manifestar mi creencia, de que no defienden el ecosistema del Planeta Tierra, defienden una forma de vida muy concreta, y que puede gustar o no. Es un movimiento económico más, totalmente respetable, y que puede ser comprado por quien quiera. Lo único que quiero, es que no nos confundan las palabras.

 

Buenas noches y buena suerte