El Antropoceno, y el miedo ecologista

El Antropoceno, es un término creado en el año 2000 por dos científicos, Paul Crutzen y Eugene Stoermer, en un trabajo conjunto sobre los gases de efecto invernadero. De hecho es una nueva edad geológica que se está desarrollando con extraordinaria rapidez, como efecto de la actividad humana, y que muy posiblemente sea oficialmente reconocida como tal por la comunidad científica en fechas próximas .

Los datos que se recogen en las mediciones publicadas sobre el estado del planeta, ciertamente muestran variaciones muy agudas en términos de lo que podríamos llamar alteraciones de nuestro ecosistema.

Subidas enormes de los gases derivados de la utilización de combustibles fósiles, creación de microclimas por el crecimiento no planificado de ciudades, modificación de cursos fluviales, acidificación de las aguas marinas, desaparición de masas boscosas. La lista es interminable y no solo no tiene visos de cambiar esta tendencia, sino que lo más probable es que aún haya que ver nuevos máximos en todo este listado negativo.

La población humana hoy anda por los siete mil quinientos millones de habitantes, de los que una buena parte, posiblemente más de la mitad, no participan de los supuestos beneficios que para la especie humana representan esta utilización de recursos aparentemente no controlada.

Como consecuencia de todo esto, podemos decir, y se ha publicado, que dos quintas partes de los anfibios, una cuarta parte de los mamíferos, y una octava parte de las aves están amenazadas de extinción.

Hay dos formas de enfrentar esta situación en función de lo que se quiera conseguir.

Si lo que queremos es preservar la especie Homo sapiens, por el momento, vamos por el buen camino. Somos unos verdaderos depredadores de recursos, pero lo hacemos con eficacia, y consiguiendo un éxito como especie, cada día somos más.

Dado que por el momento no queremos desaparecer como especie (tenemos la posibilidad de hacerlo en cualquier momento en que alguien lo decida, ya que hemos desarrollado la tecnología que potencialmente lo permite), habrá que suponer que poco a poco, esa masa de llamémosles poco consumidores de recursos, se vayan uniendo al tren en cualquiera de sus paradas.

Nuestro ecosistema, por el momento es un sistema cerrado, le llamamos la Tierra, con recursos limitados, y casi conocidos por nosotros, los Homo sapiens.

La consecuencia del agotamiento de los recursos, como es bien conocido, concluye con la desaparición de las poblaciones y especies que dependan de los recursos agotados.

Si lo que queremos es simplemente tener unas mediciones de parámetros medioambientales que nos permitan seguir disfrutando del planeta azul, tal y como quedó tras la última glaciación, no lo tenemos fácil.

La segunda opción, que ya se mencionó en el pasado, es el control del número de individuos que puedan poblar el planeta, (maltusianismo a tope). Honradamente no creo que resuelva nada; algunas formas suaves, como las restricciones de natalidad en China, realmente no han funcionado. El empuje de la vida es muy fuerte para que podamos pararlo.

Las grandes epidemias, no ajustan ni el segundo decimal, y las guerras, por el momento, tampoco, incluso las más sangrientas pueden parar el empuje del crecimiento de los individuos de nuestra especie.

No olvidemos, que aún faltan por unirse a la fiesta del uso de recursos, más de la mitad actual de los individuos, más los que lleguen en las próximas generaciones.

Con esto quiero decir, que el ajuste del planeta, llegará tras el agotamiento de los recursos, y la desaparición consecuente de nuestra especie. Nuestros restos, plásticos, gases procedentes de la combustión de materiales fósiles en la atmósfera, mares ácidos, contaminación radioactiva, desaparecerán en plazos relativamente cortos en términos geológicos, así que el planeta, bien, gracias.

Cierto que nos llevaremos por delante un montón de especies animales y vegetales, pero eso realmente al ecosistema Tierra le importa poco, muy poco.

Una vez dicho esto, mi opinión, es que no deberían asustarnos con la interpretación de todos esos datos que reflejan el impacto de nuestra especie sobre el Planeta. Para mí, como poco, es una visión cortoplacista, y en el peor de los casos, una manipulación interesada, para que los individuos de nuestra especie nos comportemos de una u otra forma. ¡Como si eso, a escala planetaria fuera posible!.

Lo que si he deducido siempre de todos estos clamores ecologistas, es que, para empezar, es negocio para unos pocos. Los primeros, los partidos políticos que utilizan esa ideología, que empieza curiosamente cuando el comunismo había de alguna forma reconocido su fracaso, dejando un nicho en el mercado, que había que rellenar con planteamientos utópicos como poco, sino casi lerrouxistas.

La segunda parte, la del negocio, es cada vez más obvia. Todo debe ser ecológico, la comida, la basurita de casa, las complicaciones por los estudios ambientales que han de hacerse hasta para la más pequeña de las intervenciones humanas.

No digo que no deban controlarse obras públicas, vertidos, o la calidad de los alimentos. Lo que me cabrea es el apellido ecologista que se le pone a todo esto, y la coacción subliminal en forma de miedos sin base mínimamente científica, que impulsan a gobernantes y ciudadanos a tomar decisiones como si de un dogma religioso se tratase.

En definitiva, todo este movimiento, está dirigido a una parte solamente de los individuos Homo sapiens, los que tienen un cierto nivel de riqueza, que los tres mil y pico millones que no pueden gastar, no existen.

Sigo entonces con mi tesis, de que el ecologismo no está realmente preocupado por el Planeta, y por la vida en él, está preocupado por ganar dinero y poder (recuerdo el patético reportaje de Mr. Al Gore metiendo miedo con eso de que el mundo se acababa por el calentamiento global), también están preocupados por mantener el Planeta, como una foto fija a fecha de hace unos años, para que las mediciones medioambientales estuvieran en unos rangos considerados como idóneos.

Es como decir que el Planeta no debe evolucionar. Cambiarán las cosas, y hay leyes naturales bien conocidas que nos indican hacia dónde vamos, y posiblemente dentro de unos milenios, no estemos como especie, y las bacterias habrán inventado otras formas de dominar el mundo.

Buenas noches, y buena suerte

 

2 comentarios sobre “El Antropoceno, y el miedo ecologista”

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