¿Compran los robots teléfonos inteligentes?

El otro día preguntaba medio en broma, no sé a quién, no sé dónde, que si los robots serían capaces de comprar teléfonos inteligentes….o coches, o si necesitarían casas para vivir.
Parece que no, que para dormir no necesitan nada, que no descansan, que funcionan las veinticuatro horas de día, hasta que revientan por eso de la obsolescencia programada, y el mantenimiento se lo hacen ellos mismos, o un robot que fue producido por otro robot.
Repaso esta historieta a raíz de un artículo sobre la banca que abre hoy las páginas del Confidencial, donde nos recuerda que los empleados de ese sector, que no hacen más que reducir su número, están muy estresados, mucho.
Parece que ya no vamos a la sucursal para hacer una transferencia, ni para pagar una multa, que ese robot enano que vive en nuestro teléfono, ya sabe hacerlo, y lo hace muy bien.
Además los grandes ejecutivos de estas entidades, han diseñado productos estafa, que al final les resolvieron un trimestre, pero casi hunden las entidades. Claro, quien da la cara es el empleado de ventanilla, y ya se la han roto un par de veces.
No voy a meterme ahora con estas cosas, solamente quiero puntualizar que hay un número enorme de gente (90.000) en diez años que trabajaban en ese sector, solamente en España, y ahora ya no lo hacen.
Y eso son muchos Iphones que no se comprarán, por falta de machacantes en el bolsillo. Supongo que la cosa se compensará por otro lado, pero no lo tengo nada claro.
A lo mejor en Davos, estos días, donde tantas cosas deben estar discutiéndose, alguien sabe cómo cuadrar el círculo de no destruir la sociedad de consumo, que necesita crecer continuamente, con el hecho de que cada día los clientes potenciales son menos y tienen menos dinero.
La impresión que tengo, es que en occidente alguien ha pensado que ya somos suficientemente ricos, y que ahora toca que otros lo sean, pero con el pequeño detalle de que es en detrimento de esas clases medias de las democracias occidentales, que creyeron estupideces como “vivimos en democracia”, o “el poder está en el Pueblo”.
Cuando paseas por esas tierras de Dios y ves un montón de turistas quitándote el sitio en la cola de la Capilla Sixtina, por ejemplo, notas algo que ya veías en el Paseo de Gracia, y es que hay mayoría de orientales, chinos, coreanos….y eso es nuevo.
No sé cuánto va a durar esto, no lo sé, ni tampoco sé si la reacción defensiva que está empezando a florecer en Occidente llegará a buen término, no lo sé, pero hay cosas que realmente empiezan a preocuparme.
Es obvia la reacción primaria que ha aparecido de forma generalizada, y que tan parecida es a la que en los años treinta del pasado siglo surgió en el mundo como consecuencia del cierre en falso de la Gran Depresión.
Hoy la llamamos, de forma despectiva, reacción populista, y se extiende como aceite en agua por toda la geografía que recoge los restos del Imperio Romano. En todas partes nosotros, el populacho, parece que tenemos el sentimiento de que alguien nos roba, y quizás llevemos razón, que en Catalunya es Madrit quien nos roba, en Gran Bretaña es Europa quien roba, en los Estados Unidos se sienten robados por los mexicanos y por los chinos, la Europa del Norte piensa que le robamos los del Sur, y los del sur creemos que es la Europa del Norte quien lo hace, y así no vamos a ninguna parte.
Y es que realmente, a lo mejor estamos siendo todos robados por el mismo grupo, ese que no quiere pagar impuestos, que deja de pagar salarios, y que acaba acumulando la riqueza de la tierra.
No lo sé, pero no me gusta escuchar las cosas que escucho cuando los poderosos, esos que tienen las llaves de los misiles empiezan a amenazarse, no me gusta, y en Davos, de lo poco que ha trascendido, los chinos y los americanos ya han dicho que no les habrá de temblar el pulso si hay que pulsar el botón maldito.
Si me pongo conspiranoico, y analizo un poco esos conceptos de aristocracia, democracia, populismo, parece que nuestra sociedad no es una democracia (gobierno de los más), sino que la cosa se parece más a una aristocracia, en la que el poder político lo ejercen bien clases privilegiadas, bien los mejores.
Lo que me da, es que si las aristocracias que desde luego nos gobiernan sienten amenazado su poder por las necesidades de “los que son más”, surge el intento de desprestigiar con los términos populismo, o con el nuevo mantra de “estos populistas ofrecen soluciones sencillas para problemas complejos”.
La mayoría de las cosas que nos dicen esos llamados populistas por las aristocracias, realmente, o me parecen utópicas, o simplemente declaraciones de intenciones que en la mayoría de los casos ni ellos mismos se creen, pero de alguna forma tienen la virtud de ser entendidas por los grupos de personas considerados “diana”.
Desgraciadamente, nuestras aristocracias gobernantes, nunca hablan del ciudadano de a pié, de los problemas que las decisiones que toman para que cuadre la macroeconomía han creado, y ahí están perdiendo una batalla, que puede transformarse en esa gran guerra no deseada.
Deberían quizás empezar a recordar que no todo es la acumulación de riqueza, como refleja el informe OXFAM de hace unos días, aunque podamos pensar que tiene ciertos tintes demagógicos. Hay más cosas, mis queridos aristócratas, hay más cosas, y el hecho de que lo olviden ustedes no quiere decir que hayan resuelto los problemas que afectan a las mayorías de las poblaciones occidentales. No olviden nunca, que el salario de una persona, debe permitirle vivir con dignidad, comida, cobijo, vestido, sanidad y educación adecuada deben constituir la compensación que a través del trabajo han de obtener. ¡Ah!, y si no lo tiene se le deben garantizar todos esos elementos necesarios para que su vida sea digna.
Y si además quedan remanentes, son los que deben alimentar la sociedad de consumo. Y eso se ha perdido en buena parte de la población.
No sé si la robotización, las inteligencias artificiales, los desarrollos tecnológicos, o la obtención de resultados financieros cada vez mayores por parte de las grandes compañías son los que han llevado a demasiados trabajadores occidentales a la pobreza, o lo que es peor, a la pobreza y al ostracismo, pero lo que si he constatado es que de la resolución de esos problemas, no se habla desde los poderes establecidos, y la sensación es de que además se sienten confortables. Lo del salario social finlandés, suena a experimento con gaseosa, ¿qué queréis que os diga?
Ya veremos en qué acaba todo esto, ya veremos, pero que no se olviden nuestros amos que resolver esto es la garantía de futuro para todos, incluidos ellos, por supuesto.
Con su pan se lo coman