Gloomy sunday

Gloomy sunday, cantaba Billie, y a uno se le parte el corazón, porque Billie, como nadie, entendió que era eso de estar gloomy.
Y cantó blues, entre otras muchas cosas, porque era la única manera, aunque la reivindiquemos los españoles, de espantar sus males, porque otros se me han puesto blue también, no sé quizás como George, que le da por ponerle ese color a una rapsodia musical, pero no es lo mismo.
Como no es lo mismo, desde tu ático de Park Avenue, decir que New York te parece blue, y le plantas a tu peli la rapsodia de George para que nos enteremos, y es que Don Woody tiene esas cosas.
Pero Billie no, Billie te cantaba desde su alma gloomy, que ni siquiera esa suite en Jazz número 2, que empieza algo blue, puede aguantar sin romper alegre

La canción ya te deja gloomy, al escucharla, que gloomy es algo más que blue, que como no sé inglés, me suena a melancolía sin remisión, a estar hundido, hecho unos zorros que diría el castizo, y encima te quedas embobado mirando por la ventana, solo desde tu habitación, el domingo por la tarde, y se pone a llover.
No es para abrir la ventana y tirarse por ella, porque entonces ya no estás gloomy, eres una masa espachurrada, y eso no es cool, qué queréis que os diga.
Y es que cuando estás blue, la cosa se arregla con Prozac, o con una farra, la depresión se trata, la melancolía es un estado del ser.
Y Billie, transmitía a los que solo la conocimos por su música y por la vida que nos contaba a capítulos detalladísimos el malogrado Cifu, esa melancolía del que solo puede recordar los sueños, esos que nunca se hacen realidad, y que ves florecer en mundos que no son el tuyo.
Esos seres humanos que son todoo sensibilidad y que el mundo oscuro que les es dado se empeña en destrozar cualquier atisbo de luz, y lo que consigue al final es un brillo cegador, mientras el ángel gloomy, se descompone ante tus ojos.
Yo a veces he pensado, he creído incluso que me invadía esa melancolía de tarde de domingo, cuando desde tu ventana, solo ves el infinito de la pared de otro edificio que parece no estar de tanto robar tu intimidad, tu paz. Pero no, no es el sentimiento de Billie, lo mío es más blues, de esos que yo mismo me quito con un poquito de Laverdolive de buen año, que no me cueesta encontrar entre el marasmo de mi música un himno a la alegría, o una furtiva lágrima que te lo cura todo…(al Prozac aún no he llegado).
Y puedo seguir disfrutando de B.B.King, o incluso de ese rey del Mississipi que era Longhair, porque ellos no me podían llevar a la melancolía, ni ellos ni nadie, bueno Billie te hacía un sitio a su lado, pero era muy difícil asentarse ahí. Había que ser de una pieza, y yo soy un puzzle de infintas piezas.
Ayer escuchaba el Vals triste de Sibelius, y parecía gloomy, pero no lo era, porque el sentimiento de Billie, nace de haber sido violada a los once años, y ahí la melancolía es de la infancia que te robaron, y esa es irrellenable.
Que la melancolía de Billie se forja en las palizas que sufre cuando prostituía su cuerpo para comer, para cantar, para intentar vivir, y es la melancolía por el respeto que sabe que existe pero nunca le llegó a ella.
Todo revienta en ese gloomy sunday, donde la melancolía por no haber tenido que necesitar la heroína, el alcohol, para sobrevivir al entorno, es la que llena su canción tras los cristales de ese domigo melancólico.
No George, no puuuede transmitir eso, ni Sibelius, ni siquiera Longhair, no han podido estar gloomy nunca, llegaron a blue, como mucho, como yo, y ellos se lo curaron cada día, que su melancolía es pequeña, no es melancolía, es como la mía como mucho. Un capricho frustrado que soporta un mohín de desagrado.
A Billie, como a Edith Piaf, solo se las entiende cuando desgarran «My man» c’est a dire, mon homme, y ambas sienten esa melancolía por tener el compañero que cante con ellas cualquier canción.
Porque ni trompetistas, ni siquiera boxeadores tuvieron la sensibilidad necesaria que necesitaban para huir de la heroína, y creo que se sintieron melancólicas, gloomys por no haber recibido el cariño y el respeto de un entorno en el que volcaron su vida.
Compartiré desde mi comodidad la melancolía seria de estas mujeres, (soy más Billie que Edith), porque su raíz me es ajena, que a mi no me parieron debajo de una farola, que estaba madre en casa, y por las vías circulaba el tren de las tres.
Voy a buscar entre mi música algo gloomy, en el convencimiento de que será solo blues, que esta noche no quiero mancillar a Billie escuchando su música, esa música que merece solo ser soñada.
Si en ese sueño me invade la melancolía, sabré que no lo es aunque me engañe, y crea que estoy tras los cristales de cualquier ventana, cualquier domingo, en cualquier suburbio donde aun no han llegado los ordenadores evangélicos, y la misa se da casi tridentina, con el oficiante que ni te mira ni deja de mirarte.
Así, queridos amigos, hasta mañana, espero, que creo que encontré algo que me lleva al estado blue, como ese aria de Les pecheurs de perles, que cantó como nadie Don Alfredo, y que seguro teneis por ahí escondida en vuestra discoteca.
Disfrutad de la melancolía, que es blues para nosotros.
Le bon Dieu vous la donne

7 comentarios sobre “Gloomy sunday”

  1. Gracias, gracias, gracias!
    Esa melancolía, ese gloomy, de la música y sus sentimientos, lo percibo cada día y agradezco tu sensibilidad al expresarlo!

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