La jubilación del «Baby Boom»

El baby boom se lo debemos al Señor Don Laureano López Rodó, que con su aspecto de meapilas, puso a la ciudadanía al fornicio dislocado, eso sí, la mayoría de las veces dentro del matrimonio canónico, como Dios manda.
Tanto Plan de Desarrollo, tanto polígono industrial en Puertollano, tanto elevar a categoría internacional a la brutal dictadura, acabó animando a la peña, y así llegó el seiscientos y el simcamil que fabricaba Barreiros, aquel antecesor de don Amancio, que en vez de trapos, hacía coches con patentes francesas y americanas.
Papá se compró un pisito en Moratalaz, o en el Barrio del Pilar, o en el de La Concepción. En mi pueblo las cosas eran más directas, que en Bellvitge hay vida, porque lo del Congreso Eucarístico era otra cosa.
Solís desde su chaqueta blanca de Falange, facilitando las cosas a las parejas, se dedicó a hacer hospitales, que si La Paz en Madrid, que si el Francisco Franco en Barcelona, (luego la cosa quedó, gracias a Dios, en Vall Hebrón, que es mucho menos llamativo).
Y claro, con pisito, con seiscientos, con hospital para parir a gusto, las parejas se lanzaron a cumplir el mandato divino de creced y multiplicaros.
Todos estos niños, hijos de López Rodó, no tomaron nota del esfuerzo paterno, ni de los mensajes que Alberto Closas y Paco Martínez Soria nos dejaban en eso de “La familia y uno más”, despreciaron los descuentos en Renfe por familia numerosa, y renunciaron al premio de natalidad nacional.
Así, que con tanta píldora, tanto preservativo, y tanta mandanga, los cincuentones de hoy empiezan a preguntarse eso tan tontorrón de que ¿quién pagará nuestras pensiones?.
Porque el baby boom empieza a peinar canas, y quien más y quien menos anda con uno de esos ERES acechando, que los bancos ya no saben ganar perras como antes, y las marujas, que cada vez son menos, ya no van a la sucursal a buscar el juego de cazuelas, y así no hay quien aguante.
Que hasta en el caralibro empiezan a quejarse del futuro de los fondos de pensiones, que parece que el Estado lo invierte en deuda pública, que es más segura que la inversión en Matildes, que la bolsa ya no es lo que era.
Y con diecisiete millones de cristianos apoquinando a esas arcas la cosa no da para tanto viejecito que se nos viene encima, y el boom del baby va a ser cosa sonada.
Porque claro, comiendo cosas esterilizadas ya no te mueres de la cochinilla, el sifilón no lo pillas ni loco con tanta goma y concienciación, así que aguantamos quince o veinte años más que lo que un buen actuario soñó en su momento.
Por otra parte, como ese extra de vida se nos concede en un estado de pachuchez notable, hay que dedicar recursos a cuidar a los que fueron baby, y no sabemos de dónde hay que sacar las perras.
Que el Imanol Arias ya se nos está cabreando, y amenaza con dejar el país que le ha dado de comer durante toda su vida, y al que ha intentado escatimar los diezmos sagrados. Que otros andan tentándose las ropas, poniendo bacinillas de agua de esas de remojar barbas, que la caza del defraudador de medio pelo parece que está abierta.
Esta mañana, mientras luchaba con mi indecisión de levantarme, poniendo por fin pie a tierra, leía en El Confidencial dos divertidas noticias.
La primera es que vienen más papelitos de esos como los de Panamá, que los Estados andan molestos con eso del déficit público y fiscal, y si pillan unas perras de los bancos de Barbados, de Caimán, de Tortuga, o incluso de la calvinista Ginebra, (la ciudad, que no olvide nadie, tiene nombre de reinona ponecuernos, así que poco de fiar), siempre será un consuelo.
La segunda, es la pastizara que se había metido en la cuenta de resultados el propio periódico, que todos hemos de vivir. Lo que no dice es si el dinero ganado pasará por ventanilla, o se irá a alguno de esos paraísos que no están en los papeles, que información es poder, oiga.
Algún ministro de esos con jeta, que andan por ahí dando consejos no pedidos, a la que te descuidas, te propone un bonito plan de pensiones, y aparentemente te hace una rebajita fiscal.
Pero nadie se acuerda que en el intermedio pagas comisiones de mantenimiento del plan, que hay que ser conservador y que no hay forma de obtener una rentabilidad decente, y que cuando tiras de ese dinero, si algo queda, te pasarán todos los impuestos con tarifa del diferencial. No sé qué decirte, querido hijo del baby boom, pero te lo han puesto crudo.
Siempre queda la solución de abrir las puertas a los emigrantes, que si se ponen a currar aquí, a lo mejor pagan algún trocito de las pensiones de los hijos de Moratalaz y de Bellvitge, pero esos están poco a poco abandonando el barco, que parece que se hunde.
¿Será por eso que los políticos andan a la greña?, quizás están como los piratas del Caribe intentando repartirse los restos del naufragio, a navajazos, claro, que si yo esto, tú más, y que no te quiero ver ni oír, que esa prebenda es mía, que me la he ganado a trabucazos.
La última curiosidad que me queda, es saber por dónde diablos reventará toda esta vaina, porque la pasta de los evasores a paraísos fiscales, no tiene pinta de volver, más bien la pinta es de seguir escondiéndose, o lo que sería, no sé si de desear, que todos estos pollos se fueran a vivir a Barbados, Caimán, Panamá o Gibraltar, a ver si estos sitios nefastos, acaban reventando por exceso de población.
López Rodó, tenía puesta su confianza en el Dictador y en Monseñor Escrivá, que no es poco, así que encomendarse a tiempo le valió, ya que si el último de los Planes de desarrollo no salió adelante, fue por falta de pasta y de Franco, claro.
Luego los demócratas nos hemos seguido inventado “patadas a seguir” y así hemos ido tirando, pero parece que el campo se acaba y en cualquier momento nos van a pitar un golpe de castigo, que por quejarse ya anda quejándose hasta el famoso Abe, (no el tren), primer ministro japonés, que insiste en que no le salen las cuentas, y que si hay que lanzar dinero desde un helicóptero, pues se hace.
Que en los billetes ya no pone aquello de que el Banco de España pagará al portador…..en oro. Que los sistemas monetarios desde que Nixon se hizo unos pendientes con el oro de Fort Knox, se basan en que te creas lo que te dicen, y así, como dejes de creértelo se te puede montar un carajal de padre y muy señor mío.
En fin mis queridos cincuentones, vais a tener que darle al cacumen cuando la sociedad a la que creéis pertenecer os deseche, y llegue la hora de la merienda, porque si esto sigue así, ni los ahorros en bitcoins os van a salvar el culo, que ya los hay que andan a ver si ponen palos en la rueda de esa bicicleta.
Buenas noches, y buena suerte