La salida

El viejo chiste machista del muchacho que preguntaba al camarero de la discoteca -¿Dónde está la salida?, -La rubita aquella que está apoyada en la columna.
A chiste también pero de la era digital, que como asexuada impide los chistes sexistas, ora machistas, ora feministas, me suenan los procesos de salidas que se están dando en el marco europeo, concretamente al Reino Unido de la Gran Bretaña y a Cataluña (sabemos que hay varios, más pero hoy me valen estos).
Estos días, unas declaraciones apocalípticas del Sr. Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, ha puesto muy nerviosos a los señores diputados que proclaman la salida del Reino Unido de la Gran Bretaña como la opción más conveniente para su país.
En estas islas, aparentemente, (allí todo o casi todo es aparente, quizás por lo “misty” del clima), la ciudadanía se ha creído a pies juntillas la neutralidad política de ciertas instituciones, como digamos la Monarquía, el Banco de Inglaterra, la BBC. Ejemplos bien conocidos por todos, y que no sé si están en la base de la fortaleza que como país que representa en el mundo, o están en la base de sustentación de una estabilidad muchas veces envidiada “overseas”.
El señor Carney, advierte de una serie de riesgos graves para el Reino Unido, como la huida de compañías del núcleo financiero mundial que es hoy por hoy la City londinense, caída importante del P.I.B., caída de la cotización de la libra esterlina, incremento del paro, y otras lindezas que harían muy rentable la actual opción de seguir en Europa a pesar de tener que soltar cada año quince mil millones de libras a las arcas de Bruselas.
A mí, si el Reino Unido es parte de la Unión Europea o del Imperio Otomano, literalmente “me ne frega”, así que desde estas líneas no quiero colocarme al lado ni de europeístas ni de euroescépticos, con su pan se lo coman.
Lo que sí me ha llamado la atención ha sido la reacción airada en la Cámara de los comunes del Señor Rees-Mog calificando las declaraciones de Mr Carney de meramente especulativas, y de rebajar la dignidad del Banco de Inglaterra.
Independientemente de la formación de Mr Rees-Mog, que para si quisieran nuestros políticos, (Eaton-Oxford) con licenciatura en historia, y experiencia en su firma financiera en la City, antes de llegar a la política, su reacción desde mi punto de vista ha sido muy mediocre, ya que sabiendo, como se sabe, la posición del Banco de Inglaterra en este tema desde, por lo menos el mes de enero de este año, en vez de castigar al mensajero, en la efigie del gobernador, debería haber aportado datos que anulasen los del Banco de Inglaterra, sobre todo si estaba convencido de que no eran correctos.
Pero no, lo que pienso es que lo incorrecto de los datos es que iban contra su escenario, vendido a sus votantes euroescépticos, y debilitaban su posición política.
Creo que los intereses políticos partidistas deben evitar a toda costa los intentos de desprestigiar las instituciones de los países, sean estas cuales sean, y sea el país que sea, ya que en caso contrario, se atenta contra la propia organización del estado.
El Banco de Inglaterra ha dado su punto de vista, consecuencia de los estudios que en su prestigiosa organización se han llevado a cabo, sobre el impacto en la economía británica de la “salida”, y la labor de los que propugnan una u otra opción es establecer las políticas consecuentes para reducir o eliminar esos riesgos, decirlas claramente, y esperar el resultado del plebiscito. Lo que no vale, y no debería ser aceptado por los votantes es el desprestigio de la institución, ya que es patrimonio de todos los ciudadanos.
Pero nuestros políticos, y cuando hablo de nuestros, hablo de los políticos de la aldea global en la que vivo, han decidido pasar por encima de las instituciones de su país, es decir, del patrimonio de sus conciudadanos, con tal de que su tesis, normalmente no soportada por razonamientos firmes, sea la que más se oiga en las televisiones-lavacerebros. No creo que haya países “excepción”, con lo que nuestro orfandad es manifiesta.
Quizás mi punto de vista pueda parecer un tanto naïf, pero mientras más años cumplo, más entiendo la simplicidad de razonamiento de los niños, y más desconfío de las posiciones que llegan desde el poder. Es por eso, que en principio, si hay una institución que haya ganado prestigio a través de los siglos, tiendo a escucharla con interés.
Desgraciadamente los intereses políticos, unidos al poder, socavan ese prestigio, cuando, si de honestidad y de búsqueda del bien de los ciudadanos ese tipo de instituciones son más que necesarias.
Hay en la posición del diputado euroescéptico un deseo de ocultar la verdad, porque se opone a sus fines, y de ese tipo de actitudes, surge después la ruina de la gente, y el desplazamiento interesado de poder y de dinero hacia aquellos que han adoptado una posición deshonesta contra el patrimonio ciudadano.
En el Sorcat (sortida de Catalunya), vemos esa actitud en los políticos independentistas, intentando quitar el poco prestigio que le queda a las Instituciones del Estado tras décadas de uso torticero por parte del poder establecido.
Los avisos que las instituciones del Estado han emitido, desgraciadamente no están soportadas por el prestigio que deberían mostrar.
Personajes afines a los partidos políticos son los que copan esas instituciones, como el Banco de España, en donde se han colado hasta corruptos como Mariano Rubio, o en la Televisión pública, que cada vez que tenemos un nuevo gobierno, la información pasa de socialista a conservadora, o viceversa.
Eso por no hablar de los Altos Tribunales de justicia en donde también la influencia de los partidos es manifiesta. Da miedo, a veces pensar los condicionantes que puedan tener nuestro Tribunal Constitucional, nuestro Consejo del Poder Judicial o nuestro Tribunal Supremo, dado el grado de ideología que parece les inunda.
Cuando se llega a estos extremos, y se necesita de verdad que las instituciones que deben estar alejadas de los influjos cortoplacistas de la clase política, cumplan su función, nos encontramos que es tremendamente fácil desprestigiarlas para que no ejerzan la función para la que se han diseñado.
En ello me pierdo la asesoría honesta del Banco de España, que debería forzar a tomar en consideración los riesgos económicos que para el país pudieran detectar. Esa sería una inestimable ayuda para un gobierno honesto.
Sería de gran ayuda, ver un telediario, y sentir que no se me está ocultando nada, o que no se está torciendo el sentido de un hecho. Eso me ayudaría a tomar, no solo decisiones relativas a mi voto, sino a mi vida diaria.
Sería magnífico saber que cuando la justicia está actuando, no es más que por hacer cumplir la ley, de forma que ninguna situación política, o ideológica tuviera influencia en ella.
Así que cuando veo a ingleses, españoles, o del país que sea, denostar o no sustentar de forma adecuada a sus instituciones por el interés político, y que nadie en la ciudadanía sale en su defensa, me entristezco, a la par que me doy cuenta de lo que pierdo.
Buenas noches, y buena suerte